Lee Miller, artista motora
La fundaci¨®n Mir¨® ilumina la trayectoria de la fot¨®grafa estadounidense que fue asimismo un agente cultural activo y catalizador de su tiempo
Lee Miller (1907 - 1977) ha debido esperar mucho para tener exposiciones a la altura de su obra. Sol¨ªa estar donde hab¨ªa que estar para favorecer o acelerar el desarrollo de un proceso, ya fuera la fotograf¨ªa experimental de hace un siglo en Par¨ªs, la foto de guerra en el Londres de 1942, los campos de concentraci¨®n que se abr¨ªan y los fot¨®grafos documentaban en 1945, el piso de Hitler para constatar desde su ba?era (?!) que el dictador ya no exist¨ªa. Durante a?os considerada musa, palabreja detestable, la norteamericana est¨¢ ahora en la Mir¨® de Barcelona con una expo que ilumina su trayectoria al presentarla como lo que fue: una artista motora, catalizadora. En fotograf¨ªa, y en el f¨¦rtil y a menudo mal interpretado surrealismo brit¨¢nico y, con ¨¦l, en el arte de la primera mitad del siglo XX.
Una de las obras no fotogr¨¢ficas que mejor la representan, por poco vista, es la reconstrucci¨®n de uno de sus objetos-escultura, de 1937, El beso: un antebrazo izquierdo de mujer con sus u?as pintadas de rojo ingl¨¦s, enhiesto, luce una pulsera r¨ªgida que, de cerca, ves que est¨¢ hecha semejando enc¨ªas y dientes de una boca bien cerrada, apretada.
Lee Miller debut¨® con un autorretrato provocador, su selfie de 1930 en Par¨ªs.
Lee Miller y el surrealismo en Gran Breta?a es una ¨®ptima exposici¨®n no solo porque permite ver una buena selecci¨®n de su obra, a cargo de Eleanor Clayton, del Hepworth Wakefield que la ha organizado, uno de los museos recientes dedicados al arte brit¨¢nico a partir de figura tutelar de la escultura Barbara Hepworth que le da nombre. Hay m¨¢s. Es una propuesta excelente porque re¨²ne a la Miller con sus coet¨¢neos y amigos, con los que trabaj¨® a fondo, creando red: las pintoras Eileen Agar y Leonora Carrington, los pintores Mir¨®, Picasso, Ernst, Penrose, Dal¨ª, Paul Nash y otros, el escultor Henry Moore, los fot¨®grafos Man Ray, Dora Maar y el inseparable colega de Miller en el fotoperiodismo de guerra, Scherman. Una idea preciosa ha sido sumar al di¨¢logo a los surrealistas ib¨¦ricos Maruja Mallo y ?ngel Planells.
Fue una fot¨®grafa de envergadura, por su t¨¦cnica y por su enfoque de lo que ten¨ªa delante, ya fuera ella misma o sus amigos -son c¨¦lebres sus retratos del grupo surrealista en Cannes y en Cornualles en 1937--, las modelos para Vogue y revistas londinenses, su visi¨®n del desierto cuando se traslad¨® a vivir a Egipto antes de la guerra y, sobre todo, su forma de enfocar el fotoperiodismo de guerra cuando regres¨® a Europa y se encontr¨® con lo que se encontr¨®. Hay que tener una mirada muy bien puesta, incluso a pesar de los des¨¢nimos que la Miller conoci¨®, para fotografiar como lo hace ella las im¨¢genes perturbadoras y a la vez teatrales, ir¨®nicas y subversivas que ofrec¨ªan en el Londres de 1941 en adelante las m¨¢scaras antig¨¢s y antifuego. Para fotografiar a un fot¨®grafo vestido para la guerra como si fuera un maniqu¨ª de una revista de moda. Para dar cuenta con un maniqu¨ª, ahora s¨ª, de los modelitos de camuflaje que se pon¨ªan de ejemplo en aquellos a?os para preparar al personal para la guerra. Para, con todo el desparpajo, fotografiarse en la ba?era de Hitler en 1945.
Crecida al lado de un padre fot¨®grafo que la retrat¨® del derecho y del rev¨¦s desde su infancia, Lee Miller debut¨® con un autorretrato provocador, su selfie de 1930 en Par¨ªs. Ten¨ªa entonces veintitr¨¦s a?os, era una muchacha muy bella, y mostraba su torso desnudo, los senos tiesos y su perfil vuelto hacia la izquierda del espectador (hacia el pasado). Es la obra que inicia el recorrido de la exposici¨®n. Una puede pensar al verlo que ya estamos de nuevo con las musas y sus fot¨®grafos. No lo interpreta as¨ª la expo, que presenta esta foto como una declaraci¨®n de principios, pero que tambi¨¦n puede ser descrita as¨ª: la Miller afronta la mirada masculina cl¨¢sica ¡ªsu modelo es la escultura griega¡ª puede que para decir basta, puede que no. No se sabe bien entonces. Se sabr¨¢ a continuaci¨®n, cuando vayamos viendo las fotos de este per¨ªodo, en el laboratorio de su compatriota Man Ray en Par¨ªs, donde gracias a ella (por esos errores de laboratorio tan necesarios) los dos llegan al procedimiento de la solarizaci¨®n, la inversi¨®n de la luz en el negativo que tantas buenas im¨¢genes procurar¨ªa a partir de entonces a tantos fot¨®grafos hasta hoy mismo.
¡°No tengo tiempo para ser musa, estoy demasiado ocupada trabajando¡± dijo sin contemplaciones en aquellos a?os la pintora Leonora Carrington, otra de la pe?a. No hizo falta que lo afirmara Lee Miller, lo aplic¨®, al igual que su buena amiga Eileen Agar, muy presente en esta magn¨ªfica expo con sus pinturas, esculturas y dise?os teatrales.
¡°No tengo tiempo para ser musa, estoy demasiado ocupada trabajando¡±
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF
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