Coca
Asisto de vez en cuando en la televisi¨®n al hist¨¦rico griter¨ªo sobre el estado de las cosas de los opinadores que parecen saber de todo. Y tiemblo cuando los presentadores del esperp¨¦ntico teatro me previenen sobre las dur¨ªsimas im¨¢genes que nos van a ofrecer
Trabajar cansa, titul¨® Pavese con incontestable l¨®gica uno de sus libros de poemas. A?os despu¨¦s puso final a su agotamiento o pura desolaci¨®n bebiendo lej¨ªa o matarratas. Y tambi¨¦n cansa despertarse en estos tiempos tan l¨²gubres, aunque imagino que aquellos con responsabilidades de hijos, personas a su cuidado, o tener que buscarse el complicado sustento, no pueden permitirse el lujo de estar deprimidos o quedarse paralizados en la cama por su agotamiento existencial
Enciendo rutinariamente o con dosis de masoquismo la televisi¨®n, un medio cuyos contenidos y expresividad me provocan mayoritariamente la n¨¢usea. Para enterarme presuntamente de las noticias del mundo. Que son siempre las mismas. Y escucho lo que le dice la vibrante se?ora Ayuso a la sofisticada se?ora Griso: ¡°En este pa¨ªs hay quien tira del carro y quien vive de otros¡±. O sea, el eterno cambalache del que hablaba Disc¨¦polo en su memorable canci¨®n. Pero no s¨¦ a qu¨¦ grupo pertenezco yo, que maldigo a la democr¨¢tica Hacienda P¨²blica cada vez que me reclama lo suyo. No tengo claro si soy un gil o un golfo. O no soy nada
Asisto de vez en cuando al hist¨¦rico griter¨ªo sobre el estado de las cosas de los opinadores que parecen saber de todo. Y tiemblo cuando los presentadores del esperp¨¦ntico teatro me previenen sobre las dur¨ªsimas im¨¢genes que nos van a ofrecer, que pueden herir a nuestra sensibilidad. Ofrecen sangre, palizas y cr¨ªmenes. Debe de ser el material m¨¢s cotizado. Si le a?aden sexo es un c¨®ctel infalible, que debe donar suculentos dividendos. Me informan de que van a declarar en juicio 11 mujeres que establecieron citas a trav¨¦s de Internet con un se?or que las invitaba a encuentros er¨®ticos potenciados con el afrodisiaco de la coca¨ªna. Se plantean los agudos comentaristas si este era un asesino en serie, ya que introduc¨ªa esa sustancia no ya en la nariz de las damas sino tambi¨¦n en sus genitales. Una de ellas muri¨®. Puede que m¨¢s. Y de acuerdo, el fulano era un condenable tarado, pero sospecho que sus v¨ªctimas tampoco se parec¨ªan a Blancanieves, que afrontaban un riesgo goloso, que el juego y la aventura con el estimulante diablo casi siempre acaba en tragedia. Fiestas blancas, las defin¨ªa el s¨¢tiro.
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