Advertencia: la reina de ¡®The Crown¡¯ solo es una actriz
El Gobierno de Johnson exige a Netflix que avise a los espectadores de que se trata de una obra de ficci¨®n
El ministro brit¨¢nico de Asuntos Digitales, Cultura, Medios y Deporte, Oliver Dowden (42 a?os) es uno de esos pol¨ªticos que nunca brilla con luz propia pero se vuelve indispensable para poner orden en la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa. Los anteriores primeros ministros conservadores, David Cameron y Theresa May, echaron mano de este ¡°tonto ¨²til con cara de patata¡± -as¨ª le han llegado a describir sus detractores m¨¢s feroces, como el cr¨ªtico de medios, Mic Wright- para preparar cada mi¨¦rcoles sus sesiones de control ante el Parlamento. Boris Johnson le puso al frente de un ministerio que, por definici¨®n, es punta de lanza en la ¡°guerra cultural¡± contra la izquierda. Y Dowden elige bien sus batallas. La ¨²ltima ha decidido plantarla contra Netflix, y su cuarta temporada de la serie The Crown.
¡°Se trata de una obra de ficci¨®n con una producci¨®n maravillosa, pero como cualquier otro contenido televisivo, Netflix deber¨ªa dejar muy claro desde el principio que se trata de eso, de una ficci¨®n¡±, ha dicho el ministro en el Sunday Mail, el tabloide conservador que, m¨¢s all¨¢ del resto de medios, ha emprendido su particular cruzada contra la serie. El peri¨®dico exige un health warning (una advertencia del riesgo para la salud que puede suponer cualquier producto) antes de cada uno de los diez capitulos que componen la nueva temporada.
Dowden no ha ido tan lejos con su reclamaci¨®n, pero ha expresado la misma inquietud ante el posible perjuicio que la historia-ficci¨®n de la Casa de Windsor puede provocar en las cabezas de una joven generaci¨®n de brit¨¢nicos. ¡°Si no se incorpora esa advertencia, temo que toda una generaci¨®n de espectadores que no vivieron estos eventos puedan confundir los hechos con la ficci¨®n¡±, ha dicho Dowden, que ha anunciado su intenci¨®n de reclamar por escrito a Netflix que introduzca la advertencia.
Es indudable que el guionista de la serie, Peter Morgan, toma partido, en su representaci¨®n de la historia reciente brit¨¢nica, por las dos versiones que m¨¢s se han asentado en la memoria colectiva. Lady Di fue una pobre muchacha que se crey¨® un cuento de hadas y acab¨® siendo v¨ªctima de un marido y una familia pol¨ªtica que la despreciaban. Margaret Thatcher era una pol¨ªtica conservadora fan¨¢tica, terca y acomplejada que sembr¨® la divisi¨®n y el odio en el Reino Unido.
El problema de convertir la historia en ficci¨®n reside en que, cuanto m¨¢s cercana es esa historia, menos espacio tiene la licencia art¨ªstica y m¨¢s chirr¨ªan las inexactitudes o falsedades. Y Morgan, quien ya ha admitido que en ocasiones ha tenido que ¡°renunciar a la exactitud, pero nunca a la verdad¡±, se ha encontrado con una legi¨®n de cr¨ªticos -historiadores, pol¨ªticos y voces an¨®nimas del entorno del Pr¨ªncipe Carlos- que han arremetido contra sus excesos. Por una raz¨®n simple y demoledora: 29 millones de brit¨¢nicos se han descargado ya la serie, y eso supone 600.000 m¨¢s que el n¨²mero total de telespectadores que presenci¨® en directo la ¡°boda del siglo¡± de Carlos y Diana en 1981.
¡°Los espectadores no deben albergar duda alguna de que lo que est¨¢n viendo es una invenci¨®n dramatizada realizada por personas de la izquierda a los que, de hecho, ni les gusta la instituci¨®n mon¨¢rquica ni la familia que pretenden retratar¡±, ha sentenciado en su editorial The Daily Mail. Lo llamativo es que Morgan fue condecorado hace cuatro a?os con Orden del Imperio Brit¨¢nico, y que fue precisamente el Pr¨ªncipe de Gales quien prendi¨® en su solapa la distinci¨®n. ¡°No es f¨¢cil ser guionista, ?no?¡±, ha contado el autor lo que le dijo entonces Carlos de Inglaterra. ¡°Suelo pensar que lo m¨¢s importante nunca es lo que cuentas, sino lo que dejas de contar¡±, le coment¨® el heredero de la Corona brit¨¢nica.
Y, sin embargo, en este caso han sido los ornamentos incluidos para dar fuerza a la historia, como los gritos de Carlos a Diana en un despliegue de abuso psicol¨®gico, las largas y diarias conversaciones telef¨®nicas del pr¨ªncipe con su entonces amante, Camilla Parker-Bowles, o la petici¨®n de Margaret Thatcher a la Reina de que disolviera el Parlamento para evitar que los diputados conservadores forzaran la dimisi¨®n de la primera ministra -una petici¨®n constitucionalmente impensable- las que se han vuelto en contra de Morgan.
A su favor, sin embargo, han acudido todos lo que creen rid¨ªculo exigir a Netflix que haga una aclaraci¨®n que cualquier espectador medianamente sensato da por asumida. La historiadora Alex von Tunzelmann, que se ha hecho popular con su columna semanal Reel History (un juego de palabras que combina bobina de pel¨ªcula con real, que suenan en ingl¨¦s de modo similar) en el diario The Guardian, ha advertido en Twitter: ¡°Netflix ya le ha dicho a la gente que The Crown es ficci¨®n. La serie se presenta como un ¡®drama¡¯. Los que salen son actores. S¨ª, ya s¨¦, a algunos les puede explotar la cabeza con todo esto...¡±.
La tambi¨¦n historiadora Caroline Dodds, se ha mofado de Dowden y le ha pedido que le escriba la misma carta de reclamaci¨®n a Hilary Mantel. La novelista que ha retratado la ¨¦poca de los Tudor en una trilog¨ªa magistral y que se ha convertido en un t¨®tem sagrado de la cultura brit¨¢nica, dio probablemente con la clave el pasado mes de julio en una entrevista para la revista History Extra, de la BBC. ¡±Si pretendes que todos los personajes resulten igual de atractivos y presentarlos de modo desapasionado, te faltar¨¢ la ferocidad imaginativa necesaria para atraer a los lectores¡±, dec¨ªa Mantel. La ferocidad de Morgan ha obtenido la aprobaci¨®n del p¨²blico, pero ha revuelto al establishment del Reino Unido.
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