Hero¨ªna
?Vale cualquier medio expeditivo para lograr la redenci¨®n? Yo no lo s¨¦
Lou Reed nos regal¨® una canci¨®n torrencial, hiperhipn¨®tica y tenebrosa en la que su voz recitaba: ¡°Eres mi vida, eres mi mujer. Cuando el chute empieza a fluir ya no me importa nada¡±. Hablaba de la hero¨ªna. ?l tuvo suerte, pudo sobrevivir a ella. Pero multitud de yonquis se quedaron en el embrutecedor camino. La factura de su inmenso placer inicial y luego desesperado enganche no solo la pagaron ellos sino tambi¨¦n los que por razones de sangre, de amor o de amistad padecieron hasta l¨ªmites insoportables la adicci¨®n del ser querido. Tambi¨¦n las v¨ªctimas que sufrieron sus asaltos cuando el mono romp¨ªa todo tipo de barreras morales. S¨¦ de lo que hablo. En varias ¨¦pocas de mi vida las cl¨ªnicas de desintoxicaci¨®n me ofrecieron refugio temporal ante diversos enganches. No del caballo. Si hubiera entrado en ¨¦l, estar¨ªa criando malvas desde hace mucho tiempo.
La gente que atraves¨® un calvario indescriptible al lado del hijo, hermano, amante o amigo que moraban en el pozo negro, guardar¨¢ imborrable recuerdo de esa tragedia. Se les pueden remover fibras ¨ªntimas y lacerantes al ver la serie documental en Netflix SanPa, pecados de un salvador. Es la luminosa, oscura y compleja historia de Vincenzo Muccioli, antiguo espiritista que en los a?os setenta fund¨® una granja en un pueblo de Rimini para acoger y rehabilitar a heroin¨®manos, un espacio que lleg¨® a estar ocupado por m¨¢s de 2.000 personas. En una ¨¦poca en la que el Estado no ten¨ªa ni pu?etera idea de qu¨¦ hacer con ellos, ni tampoco ganas. Este ins¨®lito salvador de gente acorralada, en el l¨ªmite de su enfermedad, su necesidad o su vicio, les propon¨ªa un viaje en el que estaba prohibida, la deserci¨®n y la huida aplicando m¨¦todos brutales a los transgresores. Y convirti¨® su hermosa causa en un fen¨®meno sociol¨®gico, terap¨¦utico y medi¨¢tico. Y todo se volvi¨® turbio cuando el poder, la fama y el dinero se adue?aron del prop¨®sito inicial.
En la f¨®rmula de la zanahoria y el palo que aplicaba Muccioli hubo suicidios y tambi¨¦n un homicidio. Las palizas y el encadenamiento eran la regla para los que intentaban escapar. Las familias de los drogadictos le amaban, la ley ten¨ªa dudas razonables sobre la actuaci¨®n del presunto ¨¢ngel guardi¨¢n. Los testimonios de los drogadictos que pasaron por all¨ª hablan de luces pero tambi¨¦n de sombras. Y acabas turbado. ?Vale cualquier medio expeditivo para lograr la redenci¨®n? Yo no lo s¨¦.
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