Israel, de incubadora a f¨¢brica de series en cadena
Tras haber mutado en versiones estadounidenses, como con ¡®Homeland¡¯ y ¡®En terapia¡¯, las producciones originales hebreas llegan ahora directamente a la audiencia global gracias al ¨¦xito de ¡®Fauda¡¯ o ¡®Shtisel¡¯
En el ecosistema de innovaci¨®n de Tel Aviv las productoras de series de televisi¨®n han secundado la estrategia de las start-up tecnol¨®gicas, que anta?o eran adquiridas por multinacionales a golpe de talonario en cuanto despuntaban y ahora captan capital internacional para financiar sus descubrimientos. De ser una incubadora de adaptaciones redise?adas en Estados Unidos para el mercado global ¡ªfue el caso de Hatufim, transformada por Fox en Homeland, o Be Tipul, que HB...
En el ecosistema de innovaci¨®n de Tel Aviv las productoras de series de televisi¨®n han secundado la estrategia de las start-up tecnol¨®gicas, que anta?o eran adquiridas por multinacionales a golpe de talonario en cuanto despuntaban y ahora captan capital internacional para financiar sus descubrimientos. De ser una incubadora de adaptaciones redise?adas en Estados Unidos para el mercado global ¡ªfue el caso de Hatufim, transformada por Fox en Homeland, o Be Tipul, que HBO torn¨® en En terapia¡ª la industria audiovisual de Israel es hoy un faro que irradia en versi¨®n original en las pantallas de todo el mundo. Series como Fauda, en torno al conflicto palestino-israel¨ª, se han convertido en ¨¦xitos de p¨²blico en Netflix. Y otras como Shtisel ¡ªtelenovela costumbrista sobre la vida de los ultraortodoxos en Jerusal¨¦n¡ª, gozan hoy de una segunda vida en las plataformas en l¨ªnea gracias al fen¨®meno que supuso en 2020 Unorthodox. Esta miniserie fue protagonizada por la actriz israel¨ª Shira Haas, quien inici¨® su carrera con un personaje adolescente en Shtisel.
Ayelet Zurer, reconocida int¨¦rprete que tambi¨¦n figura en el elenco de Shtisel, encabeza ahora el reparto de un thriller que constata la ambici¨®n de las producciones originales en hebreo de alcanzar sin intermediarios una audiencia global. Reci¨¦n estrenado en Apple TV, Perdiendo a Alice es un serial con alta carga psicol¨®gica y er¨®tica dirigido y protagonizado por mujeres. Rompe con la secuencia de conflictos pol¨ªticos y religiosos de Tierra Santa para retornar a la modernidad de En terapia, en cuya versi¨®n original Zurer fue hace 16 a?os la actriz principal en el div¨¢n del psicoanalista.
La f¨®rmula del ¨¦xito de las producciones audiovisuales israel¨ªes hunde sus cimientos en la creatividad de los guionistas. Apenas tienen que distanciarse, por lo dem¨¢s, de la compleja realidad de castas, credos y tensi¨®n que les rodea para forjar argumentos inveros¨ªmiles en otras latitudes. Las cadenas privadas est¨¢n obligadas por ley a reinvertir un 15% de sus ingresos en producci¨®n propia. Y las series son baratas. ¡°Es duro y espartano, no hay bastante dinero y hay que trabajar r¨¢pido. No he tenido en Israel los medios y equipos disponibles en EE UU¡±, ha reconocido la directora de Perdiendo a Alice, Sigal Avin, con doble nacionalidad israel¨ª y estadounidense, en declaraciones a Los Angeles Times, diario de la ciudad donde reside. ¡°Ha sido un infierno. Pero me ha permitido a cambio un mayor control y libertad sobre mi trabajo¡±, explic¨®.
Los guionistas se empe?an a veces en Israel en que la realidad no les estropee una buena serie. En las dos temporadas iniciales (2013-2016) ofrecidas por Netflix, Shtisel reproduce los entresijos de los velatorios dom¨¦sticos o las citas galantes ante las casamenteras del barrio jerosilimitano de Geul¨¢. Pero tambi¨¦n parecen ignorar que las tres cuartas partes de las mujeres ultraortodoxas, que tienen una media de seis o siete hijos, trabajan para sostener a sus familias mientras m¨¢s de la mitad de los hombres dedican su existencia al estudio de la Tor¨¢. La tercera temporada, una vez renacida la serie ante su ¨¦xito internacional, ya ha comenzado a emitirse en la plataforma israel¨ª Yes.
Est¨¢ por ver, empero, cu¨¢ndo llega a las pantallas la prevista cuarta entrega de Fauda, cuya producci¨®n se ha estancado a causa de la pandemia. La primera temporada ¡ªestrenada en 2015 y plausiblemente la mejor¡ª evocaba en Cisjordania las secuelas de la Segunda Intifada (2000-2005). Su continuaci¨®n, ya de la mano de Netflix, giraba en torno a la improbable presencia del Estado Isl¨¢mico en el territorio ocupado palestino. La trama de la tercera parte se extravi¨® en la franja de Gaza en pos de una acci¨®n desenfrenada. Cualquier parecido con la realidad result¨® pura coincidencia.
Junto a la gran f¨¢brica de telenovelas en la que se ha convertido Turqu¨ªa, Israel produce series en cadena para el mercado global tambi¨¦n desde el Mediterr¨¢neo oriental. Perdiendo a Alicia se incorpora a una lista de producciones que generan inter¨¦s m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. El hebreo es ahora idioma original, aunque la babel que emerge de la realidad sobre el terreno hace que el ¨¢rabe se imponga en los di¨¢logos, como en las secuencias de Fauda.
Incluso el persa tiene eco. Estrenada el pasado verano y difundida por Apple TV, Teher¨¢n muestra las tribulaciones de una agente del Mosad (espionaje exterior) para sabotear el programa nuclear iran¨ª. Y el drama hist¨®rico Valley of Tears (HBO), sobre la guerra de Yom Kipur, que Israel estuvo a punto de perder en 1973 en los Altos del Gol¨¢n (Siria), ha logrado repercusi¨®n global.
Pero si el telespectador busca algo m¨¢s que entretenimiento o informaci¨®n hay que sumergirse en el ambiente de tensi¨®n contenida que se respira en la L¨ªnea Verde que dividi¨® Jerusal¨¦n hasta 1967. Our Boys (HBO) investiga el secuestro y asesinato de un adolescente palestino al d¨ªa siguiente del entierro de tres j¨®venes israel¨ªes, capturados y asesinados poco antes por militantes de Ham¨¢s, en los proleg¨®menos de la guerra de Gaza de 2014. La cruda humanidad del dolor de las familias se superpone a la narrativa convencional del conflicto. Tal fue su impacto que el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu llam¨® a boicotear la serie tras tacharla de agravio al Estado jud¨ªo.
Y para los adictos a navegar con el mando a distancia por el herm¨¦tico mundo de los temerosos de Dios, adem¨¢s de la visi¨®n amable de Shtisel otras series ampl¨ªan el foco. Srugim (Amazon Prime) hace hincapi¨¦ en las peripecias en el mismo Jerusal¨¦n de los jud¨ªos religiosos nacionalistas tocados con la kip¨¢. A¨²n no distribuida en plataformas, Shababnikim (seminaristas rebotados), narra las correr¨ªas de estudiantes de una yeshiva que se alejan de las ense?anzas de la Tor¨¢ para descubrir las tentaciones de la sociedad laica. Las mujeres, para su desconcierto, pierden la invisibilidad del gueto jas¨ªdico del que escapan. En Amazon tambi¨¦n est¨¢ disponible la miniserie Autonomiot, que presenta un Israel dist¨®pico dividido en autonom¨ªas ¡ªuna laica con capital en Tel Aviv y otra teocr¨¢tica en torno a Jerusal¨¦n¨C separadas por un muro. El pared¨®n gris de cemento y los puestos de control de Cisjordania ofrecieron un escenario real sin parang¨®n.