Casado y el franquismo en color
De tanto colorear el pasado, acabamos confundi¨¦ndolo con el presente y nos pasa lo que a Pablo Casado, que invocamos la Guerra Civil para cualquier cuita del hoy
En el embarazo de nuestro primer hijo encargamos una ecograf¨ªa en tres dimensiones. No ten¨ªa valor diagn¨®stico, nos dijeron, no se ve¨ªa en ella nada que no se pudiera ver mejor en una ecograf¨ªa convencional, pero era muy cuqui, te regalaban un deuved¨¦ en colores y, con un poco de suerte, en la pantalla asomaba la cara del feto como si fuese el le¨®n de la Metro, para algarab¨ªa de abuelas y t¨ªos. Un timo, vaya. Con el segundo hijo ya no picamos y nos gastamos el dinero de la eco en una cena, mucho m¨¢s memorable.
Esa sensaci¨®n de estafa siento cuando caigo en uno de esos documentales hist¨®ricos coloreados. Como los ec¨®grafos tridimensionales, un mont¨®n de inform¨¢ticos, conchabados con historiadores, se han propuesto ense?arnos las atrocidades del siglo XX sin el molesto blanco y negro. Son una peste que infesta los canales de historia y de ciencia. Las guerras mundiales en color, la guerra civil en color e incluso el franquismo en color, lo que tiene m¨¦rito, porque la mitad del franquismo ya estaba rodado en technicolor.
De tanto colorear el pasado, acabamos confundi¨¦ndolo con el presente y nos pasa lo que a Pablo Casado, que invocamos la Guerra Civil para cualquier cuita del hoy, lo que no extra?a en un pa¨ªs donde otros ven franquistas por todas partes. Esto pasa por colorear y sentir una cercan¨ªa tan patol¨®gica por aquel ayer. El blanco y negro, como bien sab¨ªa Bertolt Brecht, propicia la distancia necesaria para que el espectador entienda que aquello no va con ¨¦l, que todos esos personajes est¨¢n muertos y que aquel mundo no tiene m¨¢s consistencia que una ficci¨®n. Al ver a Franco en color, algunos se transforman en esos padres que interpelan a la ecograf¨ªa tridimensional, como si el ni?o hubiera nacido ya y ese deuved¨¦ fuera carne.
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