¡®Mythic Quest¡¯ pasa al siguiente nivel
La comedia ambientada en el equipo responsable de un videojuego en l¨ªnea concluye una gran segunda temporada que ahonda en el alma de la historia
Para que una comedia funcione, te tienen que importar sus personajes. Eso lo ten¨ªan claro en Mythic Quest: Banquete de cuervos desde su primer episodio. A diferencia de otras comedias, la creaci¨®n de Rob McElhenney, Charlie Day y Megan Ganz para Apple TV+ consigui¨® el milagro de que los engranajes funcionaran desde el comienzo, sin necesitar tiempo de rodaje para que todo encajara. Su carta de presentaci¨®n, a principios de 2020, sorprendi¨® por la eficacia de la propuesta, una especie de combinaci¨®n de Silicon Valley, Community y The Office con el toque friki y emotivo justo para atraer a un p¨²blico m¨¢s amplio del que pod¨ªa parecer a priori.
Pero si por algo se ha distinguido Mythic Quest es, curiosamente, por los cap¨ªtulos independientes, aislados de la trama principal. En la primera temporada sobresal¨ªa el episodio que contaba, a trav¨¦s de una historia de amor imposible, el pasado del edificio en el que transcurre la acci¨®n. Luego lleg¨® la pandemia y los responsables de la serie se marcaron el mejor cap¨ªtulo (y mira que hubo intentos...) que se rod¨® en el confinamiento, donde las risas y la energ¨ªa positiva se combinaban con el aislamiento y el miedo que tantos sintieron en aquellos d¨ªas.
Justo antes de empezar la segunda temporada, otra emisi¨®n especial presentaba una competici¨®n entre los personajes con la que los responsables del videojuego quer¨ªan dar carpetazo a la oscuridad del a?o de la pandemia y el teletrabajo y volver a lo m¨¢s parecido a la normalidad. Y ya en la segunda temporada, dos entregas centradas en uno de los personajes secundarios, el interpretado por F. Murray Abraham, han vuelto a demostrar lo bien que se le da a esta serie salirse del camino marcado.
La temporada reci¨¦n terminada ha ahondado en las dificultades de lidiar con el ego de los dem¨¢s (y el propio) en un trabajo creativo, con dos personalidades opuestas pero destinadas a entenderse como las del eg¨®latra Ian (Rob McElhenney) y la ingeniera Poppy (Charlotte Nicdao) al frente del videojuego. La evoluci¨®n de todos los personajes les ha llevado a un final de temporada en el que cada uno tiene una conclusi¨®n satisfactoria que les ponen ante destinos imprevisibles. Parece como si los guionistas no estuvieran seguros sobre el futuro de la serie y hubieran decidido, por si acaso, plantear un final que pudiera servir de despedida definitiva (ojal¨¢ los dioses de los videojuegos no lo quieran as¨ª).
Si esto hubiera sido todo, al menos esta segunda temporada ha saldado la cuenta pendiente que ten¨ªa con el responsable de la narrativa del videojuego, el premiado escritor venido a menos CW. El pasado del personaje de F. Murray Abraham es en esta ocasi¨®n el protagonista del que posiblemente sea el mejor episodio de la temporada y, quiz¨¢, de la serie, trasladando la trama a las paredes de la revista Amazing Tales Magazine para seguir a un joven y ambicioso CW en sus primeros pasos en la ciencia ficci¨®n y ver a sus admirados Ray Bradbury, Ursula K. Le Guin e Isaac Asimov compartir techo con ¨¦l. De nuevo, la ambici¨®n y la emoci¨®n unidas. El siguiente episodio serv¨ªa para que el personaje, de vuelta al presente, saldara cuentas con los fantasmas del pasado en otra entrega que pon¨ªa por delante los sentimientos.
Pero si estos episodios, por muy aut¨®nomos que puedan ser, funcionan dentro del todo es porque la serie tiene alma desde el primer momento. Por eso, aunque cuenten historias derivadas, la conexi¨®n se mantiene a trav¨¦s de ese fondo emocional que tan bien ha logrado construir sobre sus s¨®lidos cimientos Mythic Quest. Ojal¨¢ la partida no acabe aqu¨ª. Pero si lo hace, el viaje habr¨¢ merecido la pena.
Puedes seguir EL PA?S TELEVISI?N en Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.