Salvar el verano de verdad
La canci¨®n veraniega era una forma de lobotom¨ªa muy agradecida para que el pensador m¨¢s intenso le diera un descanso a las meninges
La vieja normalidad ten¨ªa dos tradiciones veraniegas: la canci¨®n y la serpiente informativa, que pod¨ªa ser culebrilla, simple gusano o boa constrictor, dependiendo del talento de los becarios que se quedaban de guardia en las redacciones. La canci¨®n del verano era una forma de lobotom¨ªa muy agradecida, mediante la cual, hasta el pensador m¨¢s intenso le daba un descanso a las meninges. La serpiente era justo lo contrario, un esfuerzo creativo, la expresi¨®n art¨ªstica de un periodismo que se inventaba cosas cuando no ten¨ªa nada que contar.
De aquellos tiempos lejanos no queda nada. Leticia Sabater intenta lo de la canci¨®n del verano, provocando cada a?o un sentimiento parecido al del ganadero ante la res herida que reclama el tiro de gracia y elevando a Georgie Dann a la categor¨ªa de crooner sinatriano, por comparaci¨®n. La serpiente, por su parte, se ha convertido en informaci¨®n dura de la que pasa luego a los libros de historia. No hay derecho a que Pedro S¨¢nchez desmadeje el Gobierno mediado ya julio, por muchas razones de excepcionalidad y urgencia que se inventen o por mucho que lo achuche el aparato de su partido: lo espa?ol es hacer estas cosas en septiembre y dejar que el verano se despanzurre a sus anchas. Aunque disfrutemos viendo a Antonio Garc¨ªa Ferreras correr a contarlo en pleno s¨¢bado t¨®rrido ¡ªy a m¨ª me encanta verlo tomar la pantalla al asalto para no perder ripio¡ª, este Gobierno nos debe un verano como los de antes.
Sin canciones ni serpientes, los veranos parecen guerracivilistas, tensos, malencarados y un poco criminales. Por dios, que el ¨²nico chiringuito que hemos disfrutado a estas alturas del a?o es el de Toni Cant¨®. Salvar el verano no deber¨ªa referirse solo a la cuenta de resultados de las cadenas hoteleras, sino a la moral de todo un pa¨ªs al l¨ªmite.
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