Iv¨¢n Redondo ante ?vole: ?cu¨¢nto de mentira y cu¨¢nto de verdad?
La estrella de La Sexta regresa con una entrevista desesperante al exasesor de La Moncloa en la que ¨²nicamente tienes la certeza de que habla con sinceridad cuando se refiere a otros
Nada m¨¢s comenzar, Iv¨¢n Redondo saca una dama y un pe¨®n. Traza un paralelismo con met¨¢foras de poderes y de sombras entre el papel que juegan los asesores en el tablero de la pol¨ªtica que no se entiende muy bien y asegura categ¨®rico: ¡°De eso va esta entrevista¡±. Marca la l¨ªnea. Y eso que se trata del invitado. Pero hasta ah¨ª quiere mandar. Jordi ?vole queda un tanto desconcertado y el espectador tambi¨¦n. Como si invitas a alguien a cenar a tu casa y se te mete en la cocina.
Lo mismo pod¨ªa haber llevado una pelota vasca para tirar contra la pared. Porque durante un cuarto de hora inicial, a lo que Redondo se dedica con el periodista es a jugar al front¨®n. Y como donostiarra, sabe. No le gana nadie. Devuelve todas. Uno est¨¢ tentado de cambiar de canal. Pero la intensa y potente promoci¨®n previa pesa y te quedas. De haberlo hecho se habr¨ªa perdido el thriller basado en un interrogatorio equivalente a la pasada de Keyser S?ze (Kevin Spacey) en Sospechosos habituales.
?vole tiene enfrente un miura. Lo sabe y lo teme. En ese momento no est¨¢ seguro de si podr¨¢ con ¨¦l. Pero empieza a bregar. A ver... As¨ª discurre una hora en la que nunca sabes cu¨¢nto de mentira y cu¨¢nto de verdad esconden las respuestas de Redondo. La segunda parte vendr¨¢ tras el programa. Llega una semana de especulaciones, no solo respecto a su testimonio sino en contraposici¨®n al mismo. Fue quien movi¨® los hilos de la moci¨®n de censura contra Mariano Rajoy. El hombre que ayud¨® a Pedro S¨¢nchez a conquistar La Moncloa y mantenerse ah¨ª hasta que saliera de la ¨®rbita m¨¢s ¨ªntima del presidente en la ¨²ltima remodelaci¨®n de Gobierno. Apenas hab¨ªa hablado. ?Por qu¨¦ ahora, esa necesidad de justificarse? M¨¢s cuando un exceso de explicaciones puede arruinar lo que verdaderamente ocurri¨®. ?Y qu¨¦ ocurri¨®? Para que saliera del Gobierno, ?qu¨¦ fall¨®?
Pulsas La Sexta para enterarte y, una hora despu¨¦s, todo son dudas. M¨¢s dudas. No porque Redondo sea amigo de t¨¦rminos anglosajones que deber¨ªa traducir ¡ªspin, inhouse¡ª, ?qu¨¦ co?o quieren decir m¨¢s all¨¢ de llevar la sart¨¦n por el mango o estar en el ajo? Tampoco porque ?vole no hiciera las preguntas pertinentes. Sino porque ¨¦l ofrece las respuestas m¨¢s evasivas. Aun as¨ª, revelaciones quedan. Claves, tambi¨¦n. Por ejemplo, que el d¨ªa en que se decide aquella jugada de la moci¨®n de censura de Murcia ¡ªun movimiento s¨ªsmico en el Mediterr¨¢neo que supuso su terremoto en Madrid con la convocatoria de elecciones por parte de D¨ªaz Ayuso¡ª, Redondo ya estaba fuera de juego, ajeno a las estrategias determinantes del n¨²cleo duro.
De eso puede presumir: aquello fue un desastre. No en cambio la decisi¨®n de volver a repetir las elecciones en 2019 para propiciar con ello un debilitamiento de la izquierda y un tenebroso ascenso de Vox. No se responsabiliza Redondo de la frase que pesa a¨²n sobre S¨¢nchez respecto a Pablo Iglesias: ¡°No dormir¨ªa tranquilo¡¡±. Y pinta que algo tuvo que ver. Misterio¡ Tambi¨¦n cabe plantearse tras esta aparici¨®n si el presidente pega ojo ahora pl¨¢cidamente con Redondo fuera de La Moncloa.
Un escenario fr¨ªo
?vole escogi¨® un plat¨® como de locutorio carcelario. Tambi¨¦n de tugurio donde se organizan timbas para jugar al p¨®quer. Entorno gris, frialdad lum¨ªnica, un invierno crom¨¢tico propicio para un examen fr¨ªo, crudo y esquivo del poder. Redondo es ambiguo y calculador. Pero incurre en contradicciones. ?vole, distante y serio. Aunque no puede evitar mostrar desesperaci¨®n ante un constante achique de espacios. En la recta final, el periodista hace muy bien en dejarle claro que no le convence. Se coloca desesperada y h¨¢bilmente al lado del espectador para disimular la imposibilidad de arrancarle pocas cosas fiables.
En lo que respecta a s¨ª mismo, Redondo construye un relato propio que hace agua. Sin embargo es certero, sincero y determinante cuando habla de otros. Pronostica que el proyecto de Yolanda D¨ªaz, con otra plataforma nueva, sacar¨¢ m¨¢s votos que Iglesias. Que Pablo Casado llegar¨¢ a presentarse a las elecciones y que ser¨¢ Pedro S¨¢nchez quien m¨¢s probabilidades tiene de ganarlas.
?Le echaron o se fue? As¨ª lo pregunta ?vole. Redondo asegura que quiso salir ¨¦l. Tambi¨¦n que dos emisarios ajenos al Gobierno, amigos comunes del presidente y suyos, trataron de convencerle. De buscarle acomodo. ?vole pregunta qui¨¦nes. ?l se niega a revelarlo. No lo dice, pero, en fin, lo cuenta. Ya corren las apuestas para averiguar los nombres. ?Ministro? ¡°Nunca he querido dar ese salto¡±, dice. Se tirar¨ªa al barranco con el presidente, afirm¨® en las cortes Redondo. ¡°S¨ª, pero con paraca¨ªdas¡±, matiza ahora. La despedida fue tensa, tal como ¨¦l apunta. Termin¨® con un apret¨®n de manos, no con un abrazo. ?A qu¨¦ se deb¨ªa la tensi¨®n? ?A que ¨¦l rehus¨® continuar o a que el presidente lo quiso conscientemente sacrificar, como hizo con Carmen Calvo y Jos¨¦ Luis ?balos? ¡°Estamos en contacto¡±, asegura. ?Hasta qu¨¦ punto? ?Con qu¨¦ periodicidad? No responde.
En cuanto a su ideolog¨ªa: ¡°La de mi generaci¨®n¡±, dice. ?Qu¨¦ significa eso? Pese a que ?vole le pregunta qui¨¦n es el verdadero Iv¨¢n Redondo, si el de un v¨ªdeo xen¨®fobo para ayudar a conseguir la alcald¨ªa de Badalona a Xavier Albiol o el del Open Arms recogiendo inmigrantes en el Mediterr¨¢neo, Redondo silba. Sale por la tangente. Es un profesional. De nuevo en el mercado, las ofertas sabe Dios de d¨®nde le vendr¨¢n. O a qu¨¦ querr¨¢ jugar como asesor en el futuro, si a construir l¨ªderes de madera fiable o chatarra populista. Puede que no estemos m¨¢s que ante un narciso equivalente al Dominic Cummings que busc¨® destrozar Europa y por ahora va camino solo de haber contribuido a hundir al Reino Unido tras la cat¨¢strofe del Brexit. Una personalidad tan sinuosa que acaba ahogada en sus propias estrategias. Aunque alg¨²n partido, pueda tambi¨¦n sacar algo de las mismas.
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