¡®Mujeres desesperadas¡¯ y el olvido que somos
Fue una de las series m¨¢s relevantes de principios de siglo, convirti¨® a sus protagonistas en estrellas y su influencia sigue vigente; pero a pesar de ello no ha conseguido el mismo estatus que sus compa?eras de generaci¨®n. ?Por qu¨¦?
La atracci¨®n que generan las listas es tan evidente que Umberto Eco les dedic¨® un ensayo. ¡°Amo las listas¡±, confes¨®. Todos las amamos. Hoy desayun¨¦ leyendo la de mejores gafas de visi¨®n nocturna para conducir y ni siquiera tengo carnet.
La BBC acaba de publicar la de mejores series del siglo XXI. S¨ª, XXI. Al leerlo pens¨¦ que hab¨ªa bebido el mismo licor que Rip Van Winkle y llevaba amodorrada ochenta a?os, pero no, s¨®lo hubo prisa por comprobar qu¨¦ serie sobre hombres moralmente reprobables, imperfectos y ambiguos, pero fascinantes, es m¨¢s relevante. Gan¨® The Wire.
Hay ocurrencias, inevitablemente; es m¨¢s dif¨ªcil huir del esnobismo que del descolgamiento facial. Tambi¨¦n algunas que siguen emiti¨¦ndose, aunque valorar una serie inconclusa es como decir que el mejor restaurante es uno en el que todav¨ªa no has probado el postre ni abonado la cuenta. Un final es esencial para valorar el conjunto, creo.
S¨ª lo tuvo Mujeres desesperadas. Cerrado, consecuente, y arropado por los soliloquios arrulladores de Mary Alice Young, una de las pocas voces en off que no resulta superflua. Pero eso no ha servido para que la serie que mostr¨® el reverso tenebroso (y lujurioso) de los barrios residenciales, mezcl¨® misterio, drama y comedia, reflot¨® la ABC y convirti¨® a sus protagonistas en estrellas y a Wisteria Lane en un espacio emocional m¨¢s que un marco geogr¨¢fico, entre en la lista. Tampoco acaparar premios, generar debate e influir en decenas de ficciones posteriores. Por alguna raz¨®n que se me escapa, m¨¢s tras haberla visto nuevamente en Disney+, no ha logrado afianzarse en el teleimaginario colectivo.
Eva Longoria acaba de plantear su retorno. Ojal¨¢. Tal vez una segunda oportunidad les impulse en futuras listas. A moralmente reprobables, imperfectas y ambiguas, pero fascinantes, no les gana nadie. Y queda mucho siglo por delante.
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