Un cap¨ªtulo mudo es lo m¨¢s moderno
Nadie habla en voz alta en un episodio de ¡®Solo asesinatos en el edificio¡¯, una lograda comedia que se fija en la soledad en un mundo hiperconectado
Esta comedia negra est¨¢ muy lograda, pero hay un cap¨ªtulo que es toda una virguer¨ªa. En media hora de duraci¨®n no se pronuncia una palabra en voz alta. Toda la comunicaci¨®n es gestual o bien se lee en los labios de los protagonistas, uno de ellos ¡ªel que marca ese episodio¡ª sordomudo. Y pasan muchas cosas que no se oyen sino que se ven o se intuyen. Ocurre en Solo asesinatos en el edificio, serie de Disney+ que satiriza la modernidad: parece que toda Nueva York est¨¦ produciendo su propio podcast, como en otro tiempo se escrib¨ªan blogs. Pero tiene aroma de cl¨¢sico, el de esas pel¨ªculas de cr¨ªmenes amables del viejo Hollywood, unas gotas de Agatha Christie y muchas de Woody Allen.
Es oportuno el cap¨ªtulo que seguimos desde un personaje sordomudo porque la serie entera llama la atenci¨®n sobre la incomunicaci¨®n en la sociedad hiperconectada. Los protagonistas son tres personas solitarias, vecinas en un caser¨®n de Nueva York, unidas accidentalmente en su af¨¢n por resolver un crimen ocurrido all¨ª. Dos son veteranos del espect¨¢culo ¡ªen la realidad y en la ficci¨®n: nada menos que Steve Martin y Martin Short¡ª, y la otra es la joven y enigm¨¢tica Selena Gomez. Desfilar¨¢n una serie de sospechosos, cada cual m¨¢s chocante y neur¨®tico. Los cameos ¡ªTina Fey, Sting¡ª son de alto nivel.
Da juego el choque generacional en el tr¨ªo (?se puede llamar por tel¨¦fono a una milenial?). Y el cuarto personaje es el edificio Arconia (en realidad Belnord), uno de esos bloques de pisos de lujo en la orilla este de Central Park que alojan a la ¨¦lite de la Gran Manzana. Cada uno va por su lado, nadie sabe c¨®mo se llama su vecino ni le saluda en el ascensor, y todos sufren la presi¨®n de salvar su estatus y permitirse vivir all¨ª. Uno de ellos es sordomudo (interpretado por James Caverly), y est¨¢ bien ponernos en su pellejo media hora. Esas personas, por cierto, viven ahora m¨¢s aisladas que nunca porque las mascarillas les impiden leer los labios. Tampoco es que los dem¨¢s se comuniquen mucho mejor.
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