Si la Red se apaga, hablen entre ustedes
Una novela de Don DeLillo imagina un mundo en que colapsa la tecnolog¨ªa, emergen todos nuestros miedos y se hace m¨¢s patente la incomunicaci¨®n
La pantalla fundi¨® a negro. Max puls¨® el bot¨®n de encendido. Encendido, apagado, encendido. Diane y ¨¦l se miraron los tel¨¦fonos. Muertos. Diane cruz¨® la sala hasta el tel¨¦fono de la casa, el tel¨¦fono fijo, una reliquia sentimental. No hab¨ªa tono de llamada. El port¨¢til, sin vida. Se acerc¨® al ordenador de la sala contigua y toc¨® varios elementos, pero la pantalla permaneci¨® gris¡±.
La pesadilla de un apag¨®n tecnol¨®gico generalizado es el punto de partida de la novela El silencio, de Don DeLillo (Seix Barral), un relato que re¨²ne en apenas cien p¨¢ginas todos nuestros temores ante la creciente dependencia de los aparatos que nos rodean.
?Qu¨¦ pasar¨ªa si se cayera Internet por completo? Si lo pensamos bien, se puede seguir respirando sin mirar cada pocos minutos la pantalla. Pero el sistema econ¨®mico entrar¨ªa en colapso. Porque la nueva tecnolog¨ªa va sustituyendo a la anterior y no hay marcha atr¨¢s. Un ejemplo es el viejo tel¨¦fono con l¨ªnea de cobre. Muchos lo hemos vivido de ni?os: se iba la luz pero el tel¨¦fono segu¨ªa funcionando, parec¨ªa tener vida propia. Hoy, fibra e Internet de las cosas mediante, nada de lo que nos rodea tiene esa autonom¨ªa.
Por suerte, el riesgo de un apag¨®n global es remoto. Este a?o la Red ha soportado la prueba de fuego de tener a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n mundial encerrada en sus casas, consumiendo tele a la carta o teletrabajando sin parar. El tr¨¢fico global lleg¨® a subir m¨¢s del 80% el 17 de marzo. Internet se concibi¨® como una malla, de ah¨ª su nombre; es algo descentralizado, sin un n¨²cleo que se pueda sabotear. Tambi¨¦n la red el¨¦ctrica sigue un modelo similar, para que un fallo en un punto no se extienda a todo el sistema.
?Estamos seguros de verdad? No del todo. Hemos conocido hackeos a gran escala, tras los que se se?ala a intrusos muy sofisticados con apoyo estatal. Hemos visto, este mismo mes, una ca¨ªda global de Google. En 2012, alguien relacionado con el enigm¨¢tico movimiento Anonymous amenaz¨® con tumbar Internet. Era una bravuconada, que fue desmentida, pero inquietaba c¨®mo detallaron el plan: atacar los 13 servidores ra¨ªz que guardan los nombres de dominio. No se habr¨ªa ca¨ªdo la Red, pero nadie habr¨ªa encontrado nada.
Los personajes de El silencio se quedan paralizados, ensimismados, no es que ya no se comuniquen a trav¨¦s de las pantallas, sino que les faltan las palabras estando cara a cara. Temen una involuci¨®n de la civilizaci¨®n, que nunca se recupere su modo de vida. Recuerdan la c¨¦lebre frase de Einstein: ¡°No s¨¦ con qu¨¦ armas se pelear¨¢ la tercera guerra mundial, pero la cuarta ser¨¢ con palos y piedras¡±. Una cat¨¢strofe digital no lo arrasar¨ªa todo: al menos quedar¨ªa el conocimiento necesario para reconstruir las redes. Durante la espera, siempre podr¨ªamos recurrir al esp¨ªritu del cartel que adorna algunos bares: ¡°No tenemos wifi. Hablen entre ustedes¡±.
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