El Benidorm Fest y los ni?os de ?frica

Desde que Don Juan Manuel narr¨® la historia del hombre que lamentaba que su pobreza le obligase a alimentarse de altramuces hasta que descubri¨® que otro se com¨ªa las c¨¢scaras que ¨¦l desechaba, sabemos que por contrariados que nos sintamos siempre hay alguien que est¨¢ peor. Y si se nos despistan los enxiemplos de El conde Lucanor ah¨ª est¨¢n siempre ready los guardeses de la demagogia para recordarnos ante cualquier atisbo de enfurru?amiento mundano que hay asuntos de mayor calado.

Hoy esgrimen la pobreza energ¨¦tica o las cuotas de aut¨®nomos para poner en evidencia a quienes se soliviantan porque un ente p¨²blico haya tangado, presuntamente, un euro cuarenta y cinco, impuestos incluidos, a 200.000 inocentes que se creyeron eso de ¡°el Festival que quieres¡±, al igual que ayer les habr¨ªan restregado por sus fr¨ªvolos morros a los ni?os de ?frica, el sursuncorda de la falacia de conclusi¨®n irrelevante, y como si se tratase de preocupaciones excluyentes.

Que los intr¨ªngulis de un festival no son el problema principal del planeta nos lo deja claro una somera ojeada a la prensa, pero teniendo en cuenta que el Gobierno recibe una media de 100 preguntas diarias, algunas sobre asuntos tan estramb¨®ticos como los protocolos ante un apocalipsis zombi o la evoluci¨®n del consumo de popper, no parece tan disparatado que dos formaciones pol¨ªticas gallegas indaguen si tras el ninguneo del jurado a una canci¨®n que representa su patrimonio cultural hay intereses espurios. O que la secci¨®n sindical de CC OO en RTVE, ojo, en RTVE, le exija transparencia al ente si considera que se ha producido fraude en prime time con luz led y taqu¨ªgrafos demosc¨®picos. Lo que viene a ser hacer el trabajo para el que han sido votados, aunque a algunos les parezca grotesco y anden pidiendo las sales.

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