Coros y danzas en las teles auton¨®micas
Lejos de proyectar una imagen ecu¨¢nime y diversa de la sociedad a la que sirven, las auton¨®micas se rebozan en lo m¨¢s zafio y populachero. Tal vez sea hora de repensar esos canales
Espa?a se enter¨® de que Castilla-La Mancha ten¨ªa una televisi¨®n auton¨®mica cuando Cospedal nombr¨® a Nacho Villa su director, al que a?oran mucho los hosteleros de Toledo y alrededores, en cuyos restaurantes se dej¨® casi 70.000 euros de dinero p¨²blico, malversaci¨®n por la que fue condenado el a?o pasado. Desde entonces, nada m¨¢s supimos de la tele castellano-manchega, salvo alguna an¨¦cdota protagonizada por Ram¨®n Garc¨ªa, la versi¨®n bilba¨ªno-manchega de Juan y Medio.
Esto es lo normal en todos los canales auton¨®micos, que solo trascienden sus lindes cuando hay una sentencia judicial o un c¨®mico se sale mucho del tiesto. Cuando hacen eco, siempre es involuntario, como aquella se?ora que ley¨® un poema pornogr¨¢fico en Castilla y Le¨®n. Esta vez, Castilla-La Mancha TV ha sido la comidilla por un episodio rar¨ªsimo en un concurso de cantantes aficionados llamado A tu vera. Una de las participantes se qued¨® en blanco en mitad de la actuaci¨®n y sufri¨® un desmayo. Al verlo, su madre, que estaba en el p¨²blico, se desmay¨® tambi¨¦n. El realizador altern¨® planos del pianista que dej¨® de tocar y de la cara de la presentadora, Alicia Senovilla, mientras sonaban gritos desgarrados de amor de hija y sufrimiento de madre, m¨¢s copleros que las coplas del concurso.
Las auton¨®micas nacieron como una forma de reforzar la identidad y proyectar la autoestima de culturas vern¨¢culas y locales machacadas por d¨¦cadas de centralismo madrile?o, pero los ¨²ltimos episodios que han saltado al cotilleo nacional son golpes en la l¨ªnea de flotaci¨®n de ese ideario: cada escena estramb¨®tica que se viraliza confirma todos los prejuicios capitalinos. Lejos de proyectar una imagen ecu¨¢nime y diversa de la sociedad a la que sirven (pues son servicios p¨²blicos), se rebozan en lo m¨¢s zafio y populachero, reduciendo su programaci¨®n a un festival franquista de coros y danzas. Tal vez sea hora de repensar esos canales.
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