Soledades
Afortunadamente, la eutanasia va avanzando, se est¨¢ racionalizando la piedad hacia los que no quieren soportar m¨¢s dolor. Pero la compasi¨®n deber¨ªa de ir a¨²n m¨¢s lejos
En el crep¨²sculo de Breaking Bad, Walter White, refugiado an¨®nimamente en una caba?a perdida de Alaska, roto por el c¨¢ncer y tambi¨¦n enfermo de soledad, con la certeza de que ya no le queda ninguna carta por jugar, le suplica al hombre que le ha proporcionado la huida, y que le lleva comida cada dos meses, que hable con ¨¦l durante media hora. Le ofrece 10.000 d¨®lares por su tiempo. El otro le pide el doble. Acepta. Necesita inaplazablemente o¨ªr una voz que no sea la suya.
Revivo esa secuencia al ver un cartel en una farmacia que anuncia: ¡°Si eres una persona mayor y te sientes sola, o conoces a una persona mayor que se siente sola, ll¨¢manos. Nuestro equipo de voluntarios est¨¢ deseando escucharte¡±. Y me conmueve ese ofrecimiento y la gente que se presta a escuchar a los desahuciados por la vejez, por el aislamiento, por no tener a nadie para comunicarse. Y quiero pensar que la proposici¨®n no nace de ning¨²n apestoso partido pol¨ªtico, que no busca votos entre los ancianos y compadecibles n¨¢ufragos.
M¨¢s propuestas humanistas, aunque imagino que en esta anda por medio el Gobierno. Han puesto en marcha un tel¨¦fono permanente para atender a gente que quiere largarse ya al otro barrio o a la nada. Dudo de su eficacia. De que psic¨®logos y terapeutas puedan ofrecer razones a trav¨¦s de un tel¨¦fono para disuadir a los que han decidido suicidarse. Si la cosa va en serio, si no se limita a un grito de socorro, lo van a hacer. El problema puede ser no saber c¨®mo realizarlo, pero poseen el coraje y la desolaci¨®n para dar el terrible paso final. Afortunadamente, la eutanasia va avanzando, se est¨¢ racionalizando la piedad hacia los que no quieren soportar m¨¢s dolor. Pero la compasi¨®n deber¨ªa de ir a¨²n m¨¢s lejos. Por ejemplo, facilitar una muerte indolora y a ser posible incrustando en sus ¨²ltimos recuerdos los momentos felices que vivieron, a personas que tienen el alma incurablemente enferma, a los suicidas que solo anhelan el sue?o eterno. Pero no, los miserables seguir¨¢n con el mantra de que la vida solo la puede dar y quitar su Dios.
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