A m¨ª s¨ª me gusta conducir y me gusta Borja Cobeaga
La serie ¡®No me gusta conducir¡¯ parece f¨¢cil y para toda la familia, pero yo pondr¨ªa un aviso para otros guionistas y directores: no lo intenten en su casa
No me saqu¨¦ el carn¨¦ de conducir tan tarde como Lopetegui, el personaje de Juan Diego Botto. Ten¨ªa unos treinta cuando me matricul¨¦ en la autoescuela, pero se me ve¨ªa tan viejo y rid¨ªculo como el profesor de 45 de la serie No me gusta conducir (Movistar +). Cualquier espectador conecta con esta miniserie de Borja Cobeaga (la comedia espa?ola del a?o, y de largo, ya que estamos haciendo listas y recopilatorios), pero los conductores a?osos la vemos con un gesto lev¨ªsimo de autocompasi¨®n. Entiendo a Lopetegui porque he sido Lopetegui. La mayor¨ªa de los espectadores han sido quienes se r¨ªen de Lopetegui.
El pie forzado es muy r¨ªgido: un cuarent¨®n mis¨¢ntropo se quiere sacar el carn¨¦. Este planteamiento obliga a los guionistas a una disciplina muy severa para que la cosa no se quede en un sketch, pero el talento de Cobeaga trasciende el chiste y hace crecer un mundo alrededor de la an¨¦cdota. No me gusta conducir tiene un censo de personajes secundarios tan divertidos como amigables, como el profesor de autoescuela (un locuaz David Lorente con la vis c¨®mica desparramada) o la alumna (Luc¨ªa Caraballo). Las apariciones soberbias y gracios¨ªsimas de Leonor Watling y Carlos Areces (y la m¨¢s fugaz de Javier C¨¢mara) son mucho m¨¢s que meros reclamos de taquilla y encajan en la trama como guantes de conducir reci¨¦n sacados de la guantera. Y Juan Diego Botto, con su cara de vinagre, est¨¢ tronchante. Todo funciona, no hay una l¨ªnea de m¨¢s. El texto siempre respeta al espectador y a los personajes, sin subrayados ni concesiones a la sal gruesa.
Como los buenos profesores de autoescuela, Cobeaga hace que No me gusta conducir parezca f¨¢cil y para toda la familia, pero yo pondr¨ªa un aviso para otros guionistas y directores: no lo intenten en su casa. Hacer una serie as¨ª es muy dif¨ªcil.
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