¡®Arny, historia de una infamia¡¯: acusaciones a famosos, abuso de menores y una expiaci¨®n colectiva en tres cap¨ªtulos
HBO Max estrena una docuserie de Juan Moya centrada en el da?o a inocentes, las chapuzas de la justicia y la prensa y los fallos del sistema en un caso de corrupci¨®n de menores que sacudi¨® Espa?a a mediados de los noventa
La pregunta es tan inc¨®moda hoy como lo era hace 25 a?os. ?C¨®mo se repara el da?o a los inocentes, sobre todo si son personas famosas, que son exhibidos p¨²blicamente en casos judiciales s¨®rdidos que se convierten en espect¨¢culo? Porque el dolor permanece. Lo muestra descarnadamente Jes¨²s V¨¢zquez en la serie documental Arny: la historia de una infamia (que se estrena este viernes en HBO Max), donde el actor y presentador de moda en los a?os noventa recuerda c¨®mo en unos meses de furia hom¨®foba fue arrastrado por el barro junto a Jorge Cadaval (del d¨²o Los Morancos) y Javier Gurruchaga (de La orquesta Mondrag¨®n). Sin tener nada que ver ninguno con aquel caso de explotaci¨®n de menores en un c¨¦ntrico bar que sacudi¨® una Sevilla conservadora y de resaca de la Expo 92. El caso entretuvo morbosamente a Espa?a, con un juicio paralelo en las televisiones, que vieron un fil¨®n en el circo de tres pistas de famosos, sexo y mentiras en que deriv¨® lo que empez¨® como un asunto muy local. La docuserie es una expiaci¨®n colectiva en tres cap¨ªtulos y una invitaci¨®n a pensar si hemos aprendido algo.
Todos quedaron marcados por aquel caso de prostituci¨®n de menores que sacudi¨® a una Espa?a donde se gritaba abiertamente ¡°maric¨®n¡± al gay: los absueltos (32, todos los famosos incluidos), los condenados (16, incluido un arist¨®crata), las v¨ªctimas (qued¨® probado que en ese pub hubo prostituci¨®n de menores), la prensa (que mostr¨® las lacras del periodismo m¨¢s amarillo), la justicia (que se mostr¨® tan ciega como carca)... Todos embarrados con ruido y verg¨¹enza.
Jes¨²s V¨¢zquez es la columna vertebral del documental de tres cap¨ªtulos dirigido por Juan Moya, que se centra en los fallos del sistema, en el juicio paralelo y en la infamia; en la persecuci¨®n al gay que efectivamente se desat¨® con este caso y que, a la postre, arras¨® con lo que en aquel entonces era el germen del primer Chueca en los a?os noventa (el barrio madrile?o) a lo sevillano. V¨¢zquez es el ¨²nico de los famosos implicados que da la cara en la producci¨®n, que recorre la chapucera instrucci¨®n de este asunto, que se desboc¨® en 1996, cuando se supo que hab¨ªa personas famosas incursas en un caso de corrupci¨®n de menores, que hasta entonces hab¨ªa pasado sin pena ni gloria en p¨¢ginas pares, en sumarios de cola.
¡°A m¨ª no me juzgaba un juez, me juzgaba la sociedad entera¡±, resume Jes¨²s V¨¢zquez entre l¨¢grimas, las que nunca podr¨¢n borrar tras el calvario que pas¨® con su madre, a quien, antes de que hubiera juicio, lleg¨® a mentir con que hab¨ªa sido absuelto para que muriera en paz.
El caso del pub sevillano Arny pas¨® de un asunto puramente local a un esc¨¢ndalo nacional en enero de 1996, cuando se supo que una veintena de personas vinculadas al mundo del espect¨¢culo, la pol¨ªtica, los medios de comunicaci¨®n y la Administraci¨®n de justicia estaban siendo investigadas por el Grupo de Menores (Grume) de la Polic¨ªa de Sevilla. La entonces titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 13 de Sevilla, Mar¨ªa Auxiliadora Ech¨¢varri, es quien peor parada sale en la serie (en la que declin¨® participar). Fue el momento de la caza de brujas: cada ma?ana se publicaba una quiniela, en la que la ¨²nica condici¨®n para ser incluido era ser un homosexual conocido y visto por las calles de Sevilla. Era el chascarrillo de los bares, incluidos los de ambiente de la ciudad.
El morbo se desat¨® y salt¨® a los programas de televisi¨®n, donde Cr¨®nicas marcianas y La sonrisa del pel¨ªcano, especialmente, utilizaron el asunto para subir audiencias. Lleg¨® la avaricia: un abogado elabor¨® un documento donde ofrec¨ªa a las televisiones a 35 testigos o inculpados en bloque (por 40 millones de pesetas de entonces, 240.000 euros de ahora, sin aplicar casi 30 a?os de inflaci¨®n) o por hasta 600.000 pesetas por individuo, un negocio que denunci¨® EL PA?S.
El juicio paralelo, incluso antes de que comenzara la vista oral, fue tr¨¢gico para personas como Jes¨²s V¨¢zquez o el juez de menores Manuel Rico Lara (absuelto y ya fallecido), un humanista que fue v¨ªctima de una clara venganza de fuerzas combinadas. Pero tambi¨¦n sirvi¨® para ver c¨®mo el caso se hab¨ªa construido sobre una mentira original, la del ¡°testigo n¨²mero 1¡å, Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez Barriga, quien tras acusar a diestro y siniestro, un buen d¨ªa dijo (primero en las teles y bajo precio, claro) que todo era mentira, que fue ¡°un trabajito¡± que le encarg¨® la polic¨ªa. Hoy sigue preso: ha cometido tres asesinatos (uno siendo menor, antes incluso del Arny: lo cont¨® un d¨ªa como una an¨¦cdota). Dio igual: todos fueron al banquillo.
El documental de Cuarzo Producciones propone un examen de conciencia sobre el ¡°circo medi¨¢tico¡± que se desat¨® en torno al juicio del Arny, pero deja de lado las condenas efectivas por prostituir y corromper menores que efectivamente hubo, para centrarse en los fallos del sistema, en la infamia de la persecuci¨®n, en el da?o que sufrieron los perseguidos injusta y falsamente (?durante dos a?os!) e incluso para recoger algunas teor¨ªas m¨¢s que improbables sobre el origen del caso (como que se desat¨® para tapar el caso GAL, imposible de ocultar).
Para ello utiliza un tono medio, cuajado de testimonios, en el que se reflexiona sobre qu¨¦ pas¨®, c¨®mo aquel asunto se le escap¨® de las manos a la polic¨ªa, la justicia, a la prensa, a los abogados, hasta que lo que era un caso de corrupci¨®n de menores se convirti¨® en un ejemplo de la homofobia instalada en la sociedad espa?ola, como demuestra a las claras esta descripci¨®n que hizo de uno de los imputados uno de los jefes del Grume: ¡°Es un maric¨®n, depravado y muy inteligente para los negocios sucios¡±.
El enfoque del documental es mostrar como ¡°un hecho delictivo horrible¡± fue convertido ¡°en un arma hom¨®foba¡±, en una ¡°demonizaci¨®n de la homosexualidad¡±. Todo en una Espa?a donde al gay se le llamaba maric¨®n (por la calle, sin tapujos: era el insulto que soltaban los machos), los bares que luego se llamaron ¡°de ambiente¡± eran ¡°tugurios de mariquitas¡± (frase literal que me dijo un investigador del caso)¡
Ahora que el linchamiento, la cancelaci¨®n y las noticias falsas son moneda corriente en redes sociales; en el que medios activistas arriman el ascua a su sardina con desprecio de la verdad y el equilibrio, con juicios paralelos por costumbre, hay que volver a preguntarse: ?hemos aprendido algo? La respuesta est¨¢ en las teles.
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