Savater

Intento despojarme en nombre de la supervivencia de adicciones que me han hecho muy feliz y muy desgraciado, siempre en los extremos. Pero hay algunas de las que no quiero desengancharme, porque me provocan mucho placer y ninguna resaca. Son las vi?etas de El Roto y los art¨ªculos del maldecido Fernando Savater.

Al segundo, estigmatizado por el poderoso, bobo, insustancial, previsible y asqueroso signo de los tiempos, le califican como loco, reaccionario, traidor, incoherente ante lo que defendi¨® o fustig¨® durante tantos a?os. Es un hereje, es un facha, es un provocador, es intolerable el autor de Panfleto contra el todo. ?Pero qu¨¦ esperabais, correctos idiotas, de un ser tan impredecible, tan profundamente ¨¢crata, tan volteriano, tan singular, tan sabio, tan aut¨¦ntico?

Me enamor¨¦ de su escritura hace infinitos a?os con un art¨ªculo que se titulaba La cultura como forma de hast¨ªo. Fernando Trueba y yo nos inventamos una entrevista con ¨¦l sin que tuvi¨¦ramos ning¨²n sitio donde publicarla. Narraba y pensaba con un estilo impagable de todo. Hay dos libros suyos que permanecer¨¢n en mi mesilla de noche hasta el d¨ªa que la palme. Son La infancia recuperada y Criaturas del aire. No necesito estar de acuerdo con ¨¦l para admirar su talento, me ocurre cuando se posiciona fervientemente sobre partidos o jeques pol¨ªticos en los que cree. Pero ese ferviente apoyo, aunque antip¨¢tico para m¨ª, me da igual. Su obra me demuestra que su inteligencia se mantiene tan libre como poderosa. Amo al escritor Savater. Me parece un lujo para la cultura, el pensamiento y el arte de transmitir cosas que valen la pena.

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