El motivo para ser fieles al ¡®Telediario¡¯: la diferencia de informar con las luces largas
A cierta televisi¨®n, como a cierta prensa, se la distingue porque sabe mirar afuera. Se puede vivir sin atender nada m¨¢s que nuestro politiqueo, pero no se entiende nada
Sale en el Telediario la reportera Silvia Guerra en las calles de Teher¨¢n, con un velo que cubre muy parcialmente su pelo y se cae hacia atr¨¢s, para contar la vida en la capital iran¨ª tras las protestas reprimidas ferozmente. Vemos, una tras otra, a las hero¨ªnas que pasean con el pelo suelto, uno de ...
Sale en el Telediario la reportera Silvia Guerra en las calles de Teher¨¢n, con un velo que cubre muy parcialmente su pelo y se cae hacia atr¨¢s, para contar la vida en la capital iran¨ª tras las protestas reprimidas ferozmente. Vemos, una tras otra, a las hero¨ªnas que pasean con el pelo suelto, uno de esos gestos revolucionarios que van cambiando una sociedad para siempre. Una adolescente le dice: ¡°Yo nunca he llevado velo¡±, aunque es obligatorio desde los nueve a?os. El de Guerra se va deslizando y en el plano final no parece cubrir m¨¢s que la nuca. Pasa otra mujer descubierta tras ella: se coloca el pa?uelo disimuladamente al advertir que est¨¢ ante una c¨¢mara.
A cierta televisi¨®n, como a cierta prensa, se la distingue porque sabe mirar afuera, lejos de nuestros politiqueos de luces cortas. A cierta audiencia tambi¨¦n la distingue eso. En el lado contrario, hay gente a la que el resto del mundo no le interesa nada. Son esas que responden, al tuit de cualquier periodista sobre lo que pasa en Ir¨¢n, Ucrania, EE UU o Somalia: ¡°?Y por qu¨¦ no dices nada sobre Irene Montero?¡±. Se puede vivir a espaldas del resto del planeta, s¨ª, discutiendo no ya lo que ocurre en Espa?a, sino dentro de la M-30. Pero as¨ª no se entiende nada, tampoco lo que pasa aqu¨ª.
Contar el mundo, claro, solo est¨¢ al alcance de grandes medios, los que apuestan por un buen despliegue de corresponsales. Y hace falta otro elemento: la sensibilidad. Es un buen motivo para seguir fieles al Telediario (y a ciertos peri¨®dicos). En el de las tres se afianza Alejandra Herranz, en el sitio de la hist¨®rica Ana Blanco; en la noche manda Carlos Franganillo. Ambos saben poner las luces largas, no cegarse con el aqu¨ª y el ahora.
En el mismo Telediario, otra mujeres y hombres informan desde los escombros de Turqu¨ªa, o los de Ucrania, desde las capitales europeas, Pek¨ªn o Washington. Por esto merece la pena una televisi¨®n p¨²blica. Y leer ciertos diarios.
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