¡®Endeavour¡¯: el detective Morse y el mejor policial cl¨¢sico de la televisi¨®n se despiden
La novena temporada de la serie (Filmin) es un compendio de todas sus virtudes y el cierre perfecto para una audiencia que se queda hu¨¦rfana
Los cinco minutos iniciales del primer cap¨ªtulo de la novena y ¨²ltima temporada de Endeavour son un prodigio de s¨ªntesis, ritmo y concreci¨®n, pero tambi¨¦n un excelente resumen de algunas de las caracter¨ªsticas que han acompa?ado a los afortunados espectadores durante m¨¢s de 30 cap¨ªtulos: m¨²sica, crimen, secretos y muerte, Oxford como escenario y la mirada de un Shaun Evans siempre inmenso y contenido en su papel de detective Morse. De regalo, la presencia intermitente del pat¨®logo forense Max Debryn (James Bradshaw), uno de esos secundarios inolvidables, y del sobrio Fred Thursday (Roger Allam), la figura paternal sin la que nuestro h¨¦roe no habr¨ªa llegado hasta aqu¨ª.
Para quienes no hayan visto nada de los 33 cap¨ªtulos anteriores, unas peque?as pistas. La serie est¨¢ basada en los libros de Colin Baxter (Siruela ha publicado recientemente ?ltimo autob¨²s a Woodstock, por si quieren disfrutar de una buena novela negra). Es una precuela de Inspector Morse (1987-2000) en la que vemos al protagonista desde sus inicios en la polic¨ªa. El primer cap¨ªtulo, emitido en 2012, est¨¢ ambientado en 1965 y los ¨²ltimos, que han llegado este martes a Filmin, en 1972. Shaun Evans es el protagonista absoluto, pero est¨¢ muy bien acompa?ado, sobre todo con su jefe Thursday como contrapunto. Cada cap¨ªtulo tiene tramas autoconclusivas (deliciosos misterios cl¨¢sicos) con un envoltorio lleno de elegancia y buen gusto (muy ayudado por la m¨²sica de Barrington Pheloung y Matthew Slater y por el paisaje oxoniense), si bien a lo largo de todos estos a?os cada personaje ha evolucionado a su manera y hay otras subtramas criminales que han traspasado temporadas para completar un conjunto que hace de esta serie el mejor policial cl¨¢sico de la historia.
Lo complicado de productos tan extendidos en el tiempo y centrados en un personaje es que este tiene que hacer el recorrido del h¨¦roe dentro de cada cap¨ªtulo, de cada temporada y en el conjunto de la serie. Eso puede agotar al espectador, atascarse en la mente de los guionistas (recuerden algunas temporadas de la, por otra parte, excelente Homeland, por ejemplo) pero nadie titubea en Endeavour, todo fluye.

En esta ¨²ltima temporada nos encontramos a Morse de vuelta despu¨¦s de una larga e indefinida ausencia tras el desastroso desenlace de la octava temporada, que ya habr¨ªa sido un final excelente para la serie. Quienes le preguntan (Thursday, la periodista Dorothea Frazil) se llevan respuestas lac¨®nicas en el mejor de los casos. Es Morse, qu¨¦ quieren, siempre ha sido as¨ª, pero ha ido a?adiendo una considerable carga de sufrimiento, p¨¦rdida y muerte en ocho temporadas. Para ¨¦l y para los rostros cansados de sus compa?eros, fieles servidores de la causa.
Ahora Morse no bebe y eso puede ser un problema o un incordio social para un hombre en un contexto tan masculino y en la Inglaterra de la ¨¦poca. Pero ¨¦l sabe, y los aficionados saben, que la alternativa es peor y que una copa o una pinta abrir¨¢n el camino de la oscuridad. Y, sin embargo, la tentaci¨®n no se va. Ha perdido algo de rebeld¨ªa, o al menos eso parece al principio, hay m¨¢s respeto por las jerarqu¨ªas y lo establecido ¨C¨Cal final, todos nos hacemos mayores¨C¨C pero mantiene la misma sagacidad, el mismo amor por el trabajo policial, las mismas ansias de verdad m¨¢s que de justicia. Tambi¨¦n algo de su pedanter¨ªa intelectual, de su cerraz¨®n social, de su engreimiento y otros defectos que hacen de ¨¦l un personaje complejo y adorable.

Es una serie en la que se habla poco pero se dice mucho. Hay gestos, leves inclinaciones de cabeza, tres l¨ªneas de guion que, como en los mejores relatos, dan lo que no consiguen otros con un flashback de cinco minutos.
En este ep¨ªlogo todas las tramas alcanzan su m¨¢xima expresi¨®n. Joan Thursday (una maravillosa Sarah Vickers), hija de su jefe, es la gran historia de amor de un hombre que igual no estaba hecho para eso. Aparece bien avanzado el primer episodio de esta entrega final y enseguida sabemos que ninguno de los dos ha elegido bien, podemos percibir c¨®mo se arrepienten de lo que no han hecho, pero as¨ª es la vida, y eso es lo bueno de Endeavour.
La presencia del hijo de Thursday, de vuelta de su despliegue con las tropas brit¨¢nicas por Irlanda del Norte y con un claro estr¨¦s postraum¨¢tico, mantiene en esta entrega final un elemento tradicional de la serie: la preocupaci¨®n por el contexto, por las convulsiones sociales de la ¨¦poca, siempre integradas de forma discreta en la trama criminal.
Al reci¨¦n llegado le puede sorprender tanta violencia en un sitio tan id¨ªlico. ¡°Esto es Oxford, no Nueva York¡±, brama ante una muerte brutal el superintendente Bright, al que el tiempo se le escapa, un hombre de otra ¨¦poca que vive en un mundo que ya no comprende. Y es cierto que no para de morir gente en un sitio relativamente peque?o, pero qu¨¦ m¨¢s da.

Tras un primer cap¨ªtulo de puesta en escena con un misterio maravilloso en una orquesta de m¨²sica cl¨¢sica, el segundo mezcla las investigaciones de Morse y Thursday con la novela negra y las incipientes series de televisi¨®n, en un delicioso homenaje al g¨¦nero. El creador, Russell Lewis, y sus guionistas nos llevan al mismo tiempo a un caso antiguo que casi les cuesta la vida a los dos y dirigen la mirada a la corrupci¨®n institucional, la gangrena de cualquier cuerpo policial. ¡°?Quieres andar ese camino de nuevo? D¨¦jalo pasar¡±, le espeta Thursday a Morse. La respuesta de Morse, al precio que sea, es evidente: ¡°No puedo¡±.
En el tercero la tragedia crece y el espectador sabe que no va a terminar bien. ¡°Lo encontraremos, te doy mi palabra¡±, dice Morse a un antiguo compa?ero como si no supiera todo lo que eso implica. Como si no supiera que el g¨¦nero negro est¨¢ lleno de hombres de destino incierto, marcados por promesas similares, siempre o casi siempre incumplidas. Morse se crece ante la adversidad, la soledad, los finales. Sus gestos en los ¨²ltimos compases confirman que nos encontramos ante un personaje que pasar¨¢ a los anales. Nunca unas despedidas tan sentidas fueron tan someras. Los protagonistas se miran, se dan la mano, se dicen dos o tres palabras y eso basta para saber que se quieren y, sobre todo, que se respetan. ¡°Ha pasado todo muy r¨¢pido¡±, dice la se?ora Thursday a su marido en una casa llena de cajas de mudanza. Ya lo creemos. Nos queda el consuelo de volver a verla desde el principio. Es lo que tienen los cl¨¢sicos. Hasta pronto, Endeavour Morse.
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