Syd Barrett no quer¨ªa ser una estrella del pop. Sus compa?eros en Pink Floyd, s¨ª
El documental ¡®Syd Barrett y el origen de Pink Floyd¡¯ trata de explicar los enigmas de una figura clave del rock psicod¨¦lico. Fund¨® una de las grandes bandas de su tiempo y se esfum¨®. El diamante loco no quer¨ªa brillar
Cuando Syd Barrett decidi¨® que no quer¨ªa ser una estrella del pop, volvi¨® a pintar cuadros, abstractos, con vivos colores. Seg¨²n terminaba uno, lo fotografiaba y lo destru¨ªa, o pintaba otro encima. Pero sus compa?eros en Pink Floyd, la banda que naci¨® de su impulso, s¨ª quer¨ªan ser estrellas del pop. Tanto que un d¨ªa en el que la furgoneta deb¨ªa recoger a Barrett para un bolo, acordaron no parar por ¨¦l. Ni ese d¨ªa ni ninguno m¨¢s.
La amarga y oscura historia del ¡°diamante loco¡± o ¡°el lun¨¢tico¡±, como alud¨ªan a ¨¦l dos canciones de Pink Floyd tras su salida, se cuenta en el documental ...
Cuando Syd Barrett decidi¨® que no quer¨ªa ser una estrella del pop, volvi¨® a pintar cuadros, abstractos, con vivos colores. Seg¨²n terminaba uno, lo fotografiaba y lo destru¨ªa, o pintaba otro encima. Pero sus compa?eros en Pink Floyd, la banda que naci¨® de su impulso, s¨ª quer¨ªan ser estrellas del pop. Tanto que un d¨ªa en el que la furgoneta deb¨ªa recoger a Barrett para un bolo, acordaron no parar por ¨¦l. Ni ese d¨ªa ni ninguno m¨¢s.
La amarga y oscura historia del ¡°diamante loco¡± o ¡°el lun¨¢tico¡±, como alud¨ªan a ¨¦l dos canciones de Pink Floyd tras su salida, se cuenta en el documental Syd Barrett y el origen de Pink Floyd (Have You Got It Yet?), en Movistar+. Sin revelaciones sensacionales, pero minucioso, con testimonios de sus allegados, incluida su hermana, sus compa?eros de banda, otros m¨²sicos y quienes fueron sus managers. Se nota, eso s¨ª, que el artista no fue grabado en v¨ªdeo salvo en un par de actuaciones y un par de videoclips de su primer disco. Y que luego no se dejaba ver. Promete la cinta resolver lo misterioso de esta figura, pero no lo logra del todo. El enigma sigue ah¨ª porque era dif¨ªcil, hasta para los m¨¢s cercanos, penetrar en su cabeza.
Barrett, llamado en realidad Roger Keith Barrett, era el compositor, guitarra y cantante principal de la banda que a partir de 1966 despunt¨® en el UFO, conocido local londinense, y se convirti¨® en la sensaci¨®n de la escena underground. Amante del blues, lo deslumbr¨® el Revolver de los Beatles y quiso profundizar en ese camino psicod¨¦lico. Lider¨® el primer ¨¢lbum del grupo, The Piper at the Gates of Dawn, que se mov¨ªa entre la experimentaci¨®n sonora de sus largas piezas instrumentales y un pu?ado de melod¨ªas pop con letras influidas por Lewis Carroll. Lo grabaron en Abbey Road, al lado del estudio de los Beatles, eso eran palabras mayores.
Pero enseguida empez¨® a flaquear, y no era fiable en los conciertos: su mente creativa e inestable no digiri¨® bien ni el ¨¦xito ni el abuso del LSD. Se quedaba en blanco, o no aparec¨ªa, o tocaba la misma nota todo el rato, o algo diferente a lo que tocaban los otros. Al segundo ¨¢lbum solo aport¨® una canci¨®n (y dos fueron descartadas). En 1968 ya estaba fuera. Sus compa?eros partieron de esa base para evolucionar hacia un rock con ambici¨®n art¨ªstica y construir una de las grandes discograf¨ªas de su tiempo, que alcanzar¨ªa en los a?os setenta cimas como The Dark Side of the Moon.
Con mala conciencia por haberse deshecho de ¨¦l de mala manera, Roger Waters (que tom¨® el mando del grupo) y David Gilmour (que lo reemplaz¨® en la voz y la guitarra) ayudaron a Syd Barrett a sacar un par de discos en solitario en 1969 y 1970. Despu¨¦s desapareci¨® del todo. Vendi¨® sus derechos de autor a la discogr¨¢fica por unas migajas. Arruinado, se recluy¨® en casa de su madre. All¨ª pintaba y destru¨ªa pinturas. Apenas pisaba la calle. Gilmour dice arrepentirse de no haberle visitado en las d¨¦cadas siguientes. Fue Barrett el que fue a ver a sus compa?eros en el estudio cuando grababan Wish You Were Here en 1975. Les impact¨® mucho porque apenas lo reconoc¨ªan: ese tipo antes tan glamuroso se hab¨ªa rapado el pelo y engordado. La m¨²sica que hac¨ªan sus compa?eros le pareci¨® ¡°rara¡±.
La prensa sensacionalista lo rescataba en sus portadas de vez en cuando: para los tabloides era el juguete roto del rock brit¨¢nico, un mal ejemplo con el que poder dar moralina. Si hubiera muerto joven, como Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison o Jimi Hendrix, habr¨ªa subido a ese olimpo de la cultura popular. Lo suyo fue menos ¨¦pico: la diabetes y un c¨¢ncer de p¨¢ncreas lo mataron en 2006 a los 60 a?os. No presum¨ªa, ni siquiera parec¨ªa consciente, de lo lejos que hab¨ªa llegado lo que ¨¦l empez¨®. No se entienden sin ¨¦l los ¨²ltimos sesenta ni los setenta, la era m¨¢s f¨¦rtil del rock.
A Pink Floyd le fue muy bien sin ¨¦l, pero su sombra sobrevolaba a menudo lo que hac¨ªan. ¡°Y si la banda en que est¨¢s empieza a tocar otras melod¨ªas, te ver¨¦ en el lado oscuro de la Luna¡±, se dice en Brain Damage, canci¨®n que iba a llamarse The Lunatic. ¡°Quedaste atrapado en el fuego cruzado de la infancia y el estrellato¡±, se canta en Shine on You Crazy Diamond. ¡°?Vamos, pintor, flautista, prisionero, y brilla!¡±. Su huella siempre estuvo ah¨ª.
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