Muere Syd Barrett, el genio impulsor de la psicodelia brit¨¢nica
El antiguo cabecilla de Pink Floyd viv¨ªa retirado en Cambridge desde 1971
Syd Barrett, fundador de Pink Floyd, muri¨® el viernes 7 en su casa de Cambridge, v¨ªctima del c¨¢ncer (otras fuentes hablan de diabetes y sugieren que el fallecimiento fue posterior). La confusi¨®n sobre la fecha de la muerte se ajusta al car¨¢cter de este artista misterioso. De verdadero nombre Roger Keith Barrett, abandon¨® el negocio de la m¨²sica en 1971. Se acogi¨® al cuidado de su madre y de sus cuatro hermanos tras a?os de excesos con sustancias alucin¨®genas.
En sus discos en solitario deriv¨® hacia un sonido m¨¢s buc¨®lico y vaporoso
El consumo de drogas le fue convirtiendo en un m¨²sico poco fiable en el escenario
La ¨²ltima vez que se habl¨® de Syd Barrett fue a comienzos de a?o: el 6 de enero cumpl¨ªa los 60 a?os de edad y fueron muchos los medios que se acordaron de ¨¦l. Por esas fechas, los familiares de Barrett redoblaron la vigilancia: no quer¨ªan que acudieran periodistas y equipos de televisi¨®n a burlarse de ¨¦l. Resultaba f¨¢cil: Barrett carec¨ªa de maldad y se dejaba liar si se le pillaba solo en casa o haciendo la compra en el supermercado. Con el pelo rapado y pasado de peso, en nada se parec¨ªa al taciturno adonis que era objetivo principal de las groupies en el Londres hippy.
Estudiante de Arte, Barrett se uni¨® en 1965 a Roger Waters, Nick Mason y Rick Wright, aspirantes a arquitectos entonces entregados a la m¨²sica. Era un l¨ªder nato y decidi¨® que el nombre del grupo fuera Pink Floyd, partiendo del de dos oscuros bluesmen rurales, Pink Anderson y Floyd Council. Pero el pop londinense estaba cambiando velozmente y, en 1966, el popular rhythm and blues adquiri¨® formas muy fantasiosas, que se denominaron "psicodelia" por -supuestamente- reflejar la experiencia del LSD, droga que hab¨ªa sido legal durante varios a?os.
Capitaneado por el carism¨¢tico Barrett, el grupo se coloc¨® en la primera l¨ªnea del pujante movimiento underground en la capital brit¨¢nica, aunque sus ambiciones eran m¨¢s est¨¦ticas que pol¨ªticas. En 1967 consiguieron dos ¨¦xitos (Arnold Layne, See Emily play) y editaron su primer elep¨¦, The piper at the gates of dawn. Para finales de ese a?o, sus compa?eros comprobaron que Barrett ya no pod¨ªa funcionar en directo: el consumo masivo de drogas le fue convirtiendo en un m¨²sico poco fiable en el escenario y, muchas veces, un vegetal fuera de los focos.
Pragm¨¢ticos, los miembros m¨¢s estables de Pink Floyd alistaron a David Gilmour, un guitarrista amigo de Cambridge, para cubrir a un Barrett que se acercaba a lo catat¨®nico. En abril de 1968, finalmente fue despedido del grupo; los representantes se solidarizaron con ¨¦l y tambi¨¦n dejaron el proyecto. Ese a?o se public¨® el segundo LP de Pink Floyd, A saucerful of secrets, con m¨ªnima aportaci¨®n de Barrett.
Las canciones de Barrett ejemplarizaban las particularidades de la psicodelia londinense. Que enlazaba con la tradici¨®n brit¨¢nica del nonsense y encajaba en el universo de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Tambi¨¦n se solidarizaba con exc¨¦ntricos inofensivos: el protagonista de Arnold Layne robaba ropa femenina. Musicalmente, era una psicodelia dulce, alejada de las robustas exploraciones instrumentales de los grupos de San Francisco.
En sus discos en solitario, Barrett deriv¨® hacia un sonido m¨¢s buc¨®lico y vaporoso, a veces infantil. Fueron The madcap laughs y Barrett, editados ambos en 1970. Pero su contacto con la realidad era cada vez m¨¢s tenue, como muestran los temas in¨¦ditos y/o incompletos que salieron en Opel (1986). Y ¨¦l mismo, tras no hallar alivio en el tratamiento psiqui¨¢trico, decidi¨® refugiarse en la casa de Cambridge donde viv¨ªa su madre.
Poco se volvi¨® a saber de ¨¦l. En 1975 visit¨® a Pink Floyd mientras se grababa Wish you were here... y sus ex compa?eros tardaron en reconocerle.
Ese disco conten¨ªa precisamente un hermoso homenaje, Shine on crazy diamond. Para Gilmour y compa?¨ªa, los problemas de Syd eran intr¨ªnsecos, aunque se complicaron con sus excesos. La Seguridad Social brit¨¢nica coincid¨ªa con esa valoraci¨®n: reconoci¨® a Barrett como enfermo mental y le pagaba una pensi¨®n de inv¨¢lido total. En realidad, sus ingresos principales segu¨ªan teniendo origen musical: siempre se vendieron los discos que hizo con o sin Pink Floyd, aparte de que, comenzando con David Bowie, muchos artistas grabaron sus composiciones.
Esta fascinaci¨®n por Barrett fue mirada con sospecha por el resto de Pink Floyd. Se usaba para minusvalorar la segunda etapa del grupo y, peor, para trivializar una tragedia: Barrett quedaba convertido en un m¨¢rtir, un h¨¦roe rom¨¢ntico, un psiconauta que sufri¨® por todos nosotros. El fanatismo lleg¨® a tal grado que se comercializ¨®, primero en VHS y luego en DVD, una filmaci¨®n muda de lo que se anunciaba como "el primer viaje en ¨¢cido de Syd Barrett". Es preferible recurrir a The Pink Floyd & Syd Barrett Story (Sony / BMG), reciente doble DVD que junta evocaciones de quienes vivieron su desintegraci¨®n con recreaciones musicales de admiradores como Robyn Hitchcock y Graham Coxon.
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