El enorme legado de ¡®Cu¨¦ntame¡¯

Cu¨¦ntame estuvo a punto de llamarse Nuestro ayer. Hicieron bien sus art¨ªfices en dejar el t¨ªtulo que conocemos porque, de lo contrario, en algunos momentos de las ¨²ltimas temporadas, tendr¨ªa que haber pasado a llamarse Nuestro hoy, que hemos visto a los Alc¨¢ntara hasta durante la pandemia. Pero qui¨¦n iba a imaginar la longevidad de la serie en septiembre de 2001, cuando se estren¨®. Teniendo en cuenta la ratio entre el tiempo de su ficci¨®n ¡ªarranc¨® en 1968 y ya va por mediados de los noventa¡ª y su tiempo de emisi¨®n ¡ªlos ¨²ltimos 22 a?os¡ª, yo confiaba en llegar a verla transformada en Ya me contar¨¢s, trabajando una nostalgia de consenso, la del futuro.

Pero no, esta temporada, su vigesimotercera, que arranc¨® la semana pasada, es la ¨²ltima. Siete cap¨ªtulos, cada uno de ellos centrado en uno de los personajes principales: Mercedes, Antonio, In¨¦s, Toni, Carlos, Mar¨ªa y Herminia. Hemos empezado por Merche, en un episodio que comienza (ojo, spoiler) con la muerte de su madre, en 2001, y con ella y Antonio sufriendo el desd¨¦n de todos sus hijos menos Carlos. De ah¨ª nos vamos a 1994 e intuimos que el conflicto entre ellos se debe al reparto que Merche y Antonio deciden hacer de su herencia en vida. Como en tantas familias, porque el af¨¢n de Cu¨¦ntame siempre ha sido contar a las familias de Espa?a, y la historia reciente del pa¨ªs, a trav¨¦s de la suya.

El legado de Cu¨¦ntame hoy trasciende el enorme valor de su contenido. En un tiempo de bulimia televisiva, alimentada por series breves de usar y tirar, fruto de un sistema auspiciado por algunas plataformas, el fabuloso recorrido de esta ficci¨®n la ha convertido en una serie fin de raza. Otros vendr¨¢n que nos contar¨¢n, pero si el modelo se mantiene, tendr¨¢n casi imposible hacerlo tom¨¢ndose el tiempo necesario.

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