¡®C¨®mo cazar a un monstruo¡¯: Un monstruo viene a verme
Una vez pasado el shock inicial por el retrato aterradoramente cotidiano del pederasta, ¡®C¨®mo cazar a un monstruo¡¯ no solo nos lleva a hacernos preguntas sobre los monstruos, sino tambi¨¦n sobre los cazadores
Al joven periodista y youtuber Carles Tamayo le vino dios a ver cuando le fue a ver un monstruo. En concreto, Llu¨ªs Gros Mart¨ª, gerente del cine La Cal¨¤mbria, de El Masnou, donde Tamayo proyectaba sus cortos de adolescente. Gros, que hab¨ªa sido condenado a 23 a?os y ocho meses de prisi¨®n por haber abusado sexualmente de varios menores, insiste en quedar con el periodista con la intenci¨®n de que le restituya. ¡°Es mi vida la que est¨¢ en el aire¡±, podr¨ªa haber dicho Tamayo, parafraseando a Lydia Bosch en Motivos personales. Este es el punto de partida de C¨®mo cazar a un monstruo, true crime de Amazon Prime Video, con Tamayo al frente y producido por Bamb¨² producciones.
A menudo, cuando hablamos de delincuentes de esta cala?a, tendemos a vestirlos de rasgos sobrehumanos que nos ayuden a procesar su existencia, cuando suelen ser mucho m¨¢s ordinarios. Este es el primer acierto de C¨®mo cazar a un monstruo, mostrar la escalofriante vulgaridad del pederasta. Llu¨ªs Gros queda retratado como un tipo completamente pedestre, incluso corto de luces y puede que con alg¨²n trastorno disociativo.
Esa sobrenaturalidad con la que dotamos a ciertos criminales tambi¨¦n nos sirve para tratar de justificar que se nos escapen de las manos. Preferimos pensar que el delincuente es muy listo y no que la sociedad es muy permisiva, la justicia defectuosa, la polic¨ªa torpe y la burocracia lenta. Porque el otro acierto de C¨®mo cazar a un monstruo es el dibujo que hace de la impunidad en la que vive Gros, que, tras un proceso judicial de 12 a?os y una condena en firme, todav¨ªa pod¨ªa pasearse con libertad y contactar con adolescentes como le vemos hacer en el documental.
Gros pod¨ªa pasearse con libertad y ya no puede, porque durante la grabaci¨®n de la docuserie, se dicta orden de busca y captura, y gracias a Tamayo se le detiene, un cl¨ªmax vibrante en el tercer cap¨ªtulo. Esa detenci¨®n, no obstante, est¨¢ a punto de no producirse y a m¨ª me llev¨® a arquear la ceja. ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si Tamayo, en lugar de callarse que estaba en contacto con el huido, lo hubiese comunicado a las autoridades desde el momento en el que se dicta la orden? Afortunadamente, Gros est¨¢ en la c¨¢rcel. Una vez pasado el shock inicial por el retrato aterradoramente cotidiano del pederasta, C¨®mo cazar a un monstruo no solo nos lleva a hacernos preguntas sobre los monstruos, sino tambi¨¦n sobre los cazadores.
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