Nostalgia de una tele no militante
Qu¨¦ felicidad daba zapear como gesto de pereza genuina, sin miedo a caer en el canal equivocado y acabar siendo demasiado progre o demasiado facha
Dijo esta semana Pedro S¨¢nchez, y dijo bien, que la bici no es un s¨ªmbolo progre. Pero al decirlo, parec¨ªa que, en vez de desimbolizarla, la resimbolizaba: que el gobierno promueva o denigre algo basta para politizarlo. Tem¨ª que todos mis amigos pijos de derechas ¡ªconozco a tantos de ellos entusiastas de la bici para moverse por la ciudad que ya pensaba que, en vez de progre, era un s¨ªmbolo cayetano¡ª corrieran a comprarse un lambo solo por antisanchismo.
Algo parecido ha pasado con la guerra de la tele entre Broncano y Motos: se ha politizado al m¨¢ximo el gesto menos politizado, el de despanzurrarse en el sof¨¢ un rato despu¨¦s de cenar. Si le cuentan a Pasolini o a cualquier marxista del siglo XX que, en el siglo XXI, las batallas ideol¨®gicas se decidir¨ªan en el ocio m¨¢s opi¨¢ceo, desmovilizador, fr¨ªvolo, gandul y adolescentil, lo flipar¨ªan tanto como en las residencias geri¨¢tricas cuando ven a Broncano darle al bombo.
Si se confirman y sostienen los datos de esta semana, la guerra tendr¨¢ una dimensi¨®n intergeneracional: no es que la audiencia se haya dividido entre motosistas y broncanianos, sino que los broncanianos son en su mayor¨ªa menores de 45 que no ve¨ªan la tele, sangre fresca reci¨¦n reclutada. Para ellos la tele no es una experiencia familiar y anodina, sino individual y asociada a las redes sociales, y por tanto, combativa.
Consciente de que este aire de forofismo mitinero es bueno para arrancar el programa, pero que necesita recuperar la frivolidad gamberra para aguantar, David Broncano aprovech¨® el fracaso de Latre para tenderle un magn¨¢nimo puente de plata y atemperar un poco el belicismo: ¡°Esto es un programa de comedia e intentamos que la gente disfrute¡±, dijo. Que baje el sufl¨¦, vaya, que es solo televisi¨®n, que no es un s¨ªmbolo progre.
Yo, que tengo justo 45 a?os ¡ªviejo para Broncano; joven para Motos¡ª, me crie con la tele como ni?era y asist¨ª a la llegada de las privadas, con el porno codificado del Plus y la intriga por qui¨¦n mat¨® a Laura Palmer, echo de menos una televisi¨®n no militante, hecha de puritita frivolidad y criticada por los se?ores marxistas como opio del pueblo. Ay, qu¨¦ buen opio era. C¨®mo nos atontaba, qu¨¦ felicidad daba zapear como gesto de pereza genuina, sin miedo a caer en el canal equivocado y acabar siendo demasiado progre o demasiado facha. Ojal¨¢ vuelva a ser simple comedia para que la gente disfrute.
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