?Rubia, guapa y muerta?: el misterio del asesinato real que inspir¨® el de Laura Palmer en ¡®Twin Peaks¡¯
?Qui¨¦n mat¨® a Hazel Irene Drew? Un libro y un documental pendientes de estreno analizan el caso real que inspir¨® el m¨ªtico asesinato sobre el que orbitaba la serie de culto de David Lynch.
?Qui¨¦n mat¨® a Laura Palmer? Tan pronto como?Twin Peaks se estren¨® el 8 de abril de 1990 esa pregunta cal¨® de inmediato en el imaginario popular.? La serie, creada por David Lynch y Mark Frost, mantuvo en vilo a millones de espectadores ansiosos semana tras semana de comprender y encajar las piezas de un puzle detectivesco en el que, sin duda, nada era lo que parec¨ªa. No vamos aqu¨ª a desvelar qui¨¦n fue el asesino de aquella ficticia joven de 17 a?os que, detr¨¢s de su belleza y su id¨ªlica vida de cara a la galer¨ªa, ocultaba un sinf¨ªn de turbios secretos. En lo que s¨ª que queremos detenernos en esta ocasi¨®n es en la mujer que inspir¨® a la figura de Palmer, Hazel Irene Drew, ya que va a publicar un libro de David Bushman y Mark Givens (que incluir¨¢ un pr¨®logo del propio Frost) titulado Blonde, Beautiful And Dead: The Murder Mystery That Inspired Twin Peaks, as¨ª como un documental del mismo nombre dirigido por Benjamin Alfonsi que desentra?ar¨¢ las claves de este enigm¨¢tico caso a¨²n sin resolver.
Parafraseando a la propia serie: ?Qui¨¦n mat¨® a Hazel Irene Drew? Tristemente, m¨¢s de un siglo despu¨¦s de que se encontrara su cad¨¢ver en el estanque de Teal de la peque?a comunidad de?Sand Lake, en el condado de Rensselaer del estado de New York, no hay respuestas fehacientes. Lo que s¨ª se sabe es que en el verano de 1908 el tr¨¢gico final de esta muchacha de 20 a?os dio lugar a todo tipo de hip¨®tesis y rocambolescas teor¨ªas que durante meses fueron difundidas con todo lujo de detalles por la prensa m¨¢s amarillista de la ¨¦poca. Las informaciones relacionadas con ella, como ocurr¨ªa con Palmer, estaban marcadas por una doble vida en la que las apariencias eran mucho m¨¢s oscuras de lo que cabr¨ªa esperar.
Nada hac¨ªa pensar que Hazel Irene Drew tuviera enemigos. Quienes la conocieron afirman que su belleza era fuera de lo com¨²n y que ning¨²n domingo faltaba a su cita con la iglesia. Desde los 14 a?os se ganaba la vida en la ciudad de Troy, en Nueva York, como institutriz en casa de Edward R. Cary, un respetado profesor del Instituto Polit¨¦cnico Rensselaer, donde cuidaba de sus hijos y ayudaba en las labores del hogar a su esposa. Aparentemente, pese a tener un sueldo ajustado, era feliz. Por ello, a la familia Cary le pill¨® por sorpresa que un d¨ªa antes de su desaparici¨®n decidiera dejar el trabajo. En ning¨²n momento nuestra protagonista les cont¨® a d¨®nde iba o a qu¨¦ iba a dedicarse a partir de ese momento. Tal como The New York Times public¨®, se dirigi¨® a la estaci¨®n ferroviaria de Troy y ah¨ª, en una consigna, dej¨® una maleta con sus pertenencias. En su interior, para complicarlo todo a¨²n m¨¢s, se hallaron varias cartas de amor sin un remitente claro.
Escarbando en su pasado, a los medios les llam¨® la atenci¨®n que en los ¨²ltimos a?os ella llevara un ritmo de vida poco acorde con sus modestas ganancias. No solamente viajaba con asiduidad en tren a Albany, Boston o Nueva York, sino que siempre luc¨ªa unos preciosos y car¨ªsimos vestidos hechos a medida que estaban fuera del alcance de su poder adquisitivo. ?Cabe la posibilidad de que tuviera un benefactor? ?O, ya puestos, que se hubiera dedicado a la prostituci¨®n? Por mucho que se especulara con la idea de que hab¨ªa participado en varias org¨ªas organizadas en un caser¨®n en la monta?a de Taborton o que, incluso, se quedara embarazada tras pasar la noche con?cuatro respetados hombres de negocios de la zona, nadie quiso contar absolutamente nada a las autoridades. Uno de esos varones, por cierto, fue el encargado de realizar su autopsia.
7 de julio de 1908. Un calor asfixiante hac¨ªa pr¨¢cticamente imposible salir a la calle. A las 19.30 un granjero que respond¨ªa al nombre de Frank Smith -que curiosamente tiempo atr¨¢s se hab¨ªa declarado a nuestra protagonista-, tras hacer autostop, se subi¨® al carro de caballos de un vendedor de carb¨®n llamado Rudolph Gundrum. Recorriendo Taborton Road, de pronto, ambos se cruzaron con la joven caminando sola. La invitaron a llevarla all¨¢ donde quisiera, pero ella amigablemente rechaz¨® la oferta porque su intenci¨®n era recoger unas fresas. Esto ¨²ltimo despist¨® a Frank y Rudolph porque, m¨¢s all¨¢ de un sombrero de paja, iba con un elegante vestido y unos guantes de encaje. Fueron los ¨²ltimos en verla. Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, el 11 de julio, se encontr¨® el cuerpo de Hazel Drew flotando boca abajo en el estanque de Teal. Ten¨ªa el cr¨¢neo reventado como consecuencia de un duro golpe que recibi¨® en la parte posterior de la cabeza. El cad¨¢ver se identific¨® desde un primer momento por la ropa que llevaba, sus empastes de oro y, asimismo, porque se encontraron sus guantes perfectamente doblados en unos matorrales a escasos metros del agua.
A todo esto, ?c¨®mo lleg¨® este suceso a o¨ªdos de Frost? Su abuela materna, Betty Calhoun, que viv¨ªa en Sand Lake, fue quien le explic¨® todas las leyendas que desde hac¨ªa d¨¦cadas se contaban en la zona. Sin ella, por supuesto, Twin Peaks nunca habr¨ªa existido. ¡°Escuch¨¦ historias sobre ella durante toda mi infancia. Se dec¨ªa que su fantasma se aparec¨ªa en los alrededores del estanque. Era el asunto de que el cuerpo de esta chica se encontrara en el borde del agua, el misterio que quedaba sin resolver, los m¨²ltiples sospechosos y la variedad de clases culturales y diferentes personas con las que interactu¨® lo que realmente me llam¨® la atenci¨®n¡±, confes¨® el cocreador de la serie sobre la semilla de Laura Palmer. A David Lynch, como pueden imaginarse, le fascin¨® desde un primer momento todo lo que le narr¨® su amigo. Y no es para menos. Sobre todo, atendiendo a la variopinta lista de posibles culpables que traz¨® la polic¨ªa.
M¨¢s all¨¢ de Frank Smith y Rudolph Gundrum, as¨ª como del profesor Edward R. Cary, las autoridades tambi¨¦n tuvieron en el punto de mira a William Taylor, un t¨ªo con tendencias suicidas de la v¨ªctima; a un conductor de trenes con el que se rumoreaba que se ve¨ªa en secreto; a Henry Kramroth, un millonario de Albany que supuestamente era quien organizaba las ya citadas org¨ªas, o a Edwin Knauff, un dentista que le hab¨ªa propuesto matrimonio a pesar de estar casado. Ninguno de ellos fue arrestado, por lo que el misterio de qui¨¦n mat¨® a la verdadera Laura Palmer a¨²n perdura.
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