Un pol¨ªtico que no lo parece, adorable Mujica
Ha renunciado a la medicaci¨®n que podr¨ªa alargar el crep¨²sculo del c¨¢ncer. Es un fulano que enamora por lo que dice y por c¨®mo lo dice
El amor es disparar a la soledad. Lo asegura un hombre de casi 90 a?os, alguien que ya no quiere medicarse contra ese c¨¢ncer que asegura su inminente final. Habla despacio, a veces esa lentitud me hace temer que no pueda responder a las dificultades de la memoria para expresar lo que quieres decir. Pero ese individuo de pasado y presente glorioso es un pol¨ªtico que no se parece en nada a los que aseguran qu...
El amor es disparar a la soledad. Lo asegura un hombre de casi 90 a?os, alguien que ya no quiere medicarse contra ese c¨¢ncer que asegura su inminente final. Habla despacio, a veces esa lentitud me hace temer que no pueda responder a las dificultades de la memoria para expresar lo que quieres decir. Pero ese individuo de pasado y presente glorioso es un pol¨ªtico que no se parece en nada a los que aseguran que su ¨²nico objetivo en la vida es trabajar para el bien com¨²n, esos falsarios, mediocres, oportunistas, gente prescindible que presiden el presente y el futuro de todos. Lo que cuenta Mujica tiene aplomo y sabidur¨ªa, coraje y naturalidad, lucidez extrema. Las pas¨® muy putas. En la c¨¢rcel. Mogoll¨®n de a?os. Como Mandela. Durante siete a?os no le permitieron leer, una de sus mayores necesidades vitales. Y sabe que el final ya est¨¢ ah¨ª. Ha renunciado a la medicaci¨®n que podr¨ªa alargar el crep¨²sculo del c¨¢ncer. Es un fulano que enamora por lo que dice y por c¨®mo lo dice. Se llama Jos¨¦ Mujica.
Le entrevista un t¨ªo que se atreve a titular su programa Lo de ?vole. Suena a sobrado, a colegueo, a ya sabes qui¨¦n soy y de qu¨¦ voy. Podr¨ªa pasar por arrogancia. O lucidez. Pero resulta que el tal ?vole es un comunicador extraordinario (c¨®mo detesto los t¨¦rminos comunicaci¨®n, relato, t¨®xico, utilizado por las m¨¢s poderosas tontas y tontos del lugar). Pero ?vole posee inteligencia, im¨¢n, capacidad para hacer hablar de lo m¨¢s ¨ªntimo a gente muy diversa. Y tambi¨¦n depende de lo que el interrogador quiera y admire a esa gente. Te resulta cercano, se supone que esos trabajos est¨¢n elaborados en el montaje, pero te despiertan inquietud o cercan¨ªa. Incluida aquella entrevista con un asesino profesional en nombre de su patria, al que no le gustaba que ?vole le llamara Ternera, un fulano tenebroso que calificaba sus cr¨ªmenes de acciones y que respond¨ªa a su molesto entrevistador con ¡°y punto¡± cuando los interrogantes le resultaban jodidos.
Y no puedo dejar de pensar en el mortal Mars¨¦ de ?ltimas tardes con Teresa cada vez que me topo con ?vole o con el desafiante Gabriel Rufi¨¢n en medio de la corte de monjas y curas que viven (imagino que muy bien) de la pol¨ªtica y de los medios de comunicaci¨®n. Estos dos para m¨ª son el Gran Gatsby. Pero a diferencia de ¨¦l, alcanzaron el malec¨®n de Daisy. Les sobra talento y osad¨ªa. Eran destinados perdedores que han sabido ganar.