?Democracia, bendita seas?
Estados Unidos, considerado la cuna de la democracia moderna, es, desde su inicio, una de las democracias menos democr¨¢ticas del mundo
Esta semana que pas¨® se cumplieron 110 a?os del asesinato del General Rafael Uribe Uribe, uno de los l¨ªderes pol¨ªticos m¨¢s connotados de principios del siglo XX en Colombia. Uribe Uribe, un conocido diplom¨¢tico y pol¨ªtico liberal, fue muerto a hachuelazos por dos carpinteros, Jes¨²s Galarza y Leovigildo Carvajal, a la entrada del Capitolio Nacional en Bogot¨¢. El ataque sucedi¨® el 15 de octubre de 1914 y su muerte sucedi¨® en la madrugada del 16. Dicen historiadores que su asesinato se debi¨®, al menos parcialmente, a los violentos ataques de la prensa en su contra, que le hab¨ªan causado un gran desprestigio.
Durante los funerales del General Uribe Uribe, Guillermo Valencia, pol¨ªtico y poeta colombiano, del opuesto partido conservador, pronunci¨® la frase ¡°democracia, bendita seas, aunque as¨ª nos mates¡±. Aunque las diferencias y similitudes entre los dos en sus carreras pol¨ªticas eran m¨¢s complejas que haberse iniciado en partidos pol¨ªticos opuestos, la frase de Valencia da para preguntarse: ?En qu¨¦ punto de la democracia se tiene o se pierde la civilidad? ?En qu¨¦ momento la intervenci¨®n de fuerzas o factores externos hacen que la democracia deje de serlo? ?Hace la ignorancia de unos ciudadanos o la complicidad de otros, manipulados por comunicaciones masivas, que este sistema pol¨ªtico, por la forma como se manipula, deje de serlo?
?Son de la esencia de la democracia la violencia verbal, intelectual y f¨ªsica? ?Ha estado el matoneo a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, ya sean prensa escrita o hablada de cualquier tipo (hoy la comunicaci¨®n digital o las redes sociales), siempre ah¨ª o son una nueva y verdadera amenaza para la democracia?
La llegada del internet y la influencia de las redes sociales puede estar haciendo la democracia a¨²n m¨¢s vulnerable y dividiendo a los ciudadanos, si bien no parece haber un consenso absoluto sobre el tema. Seg¨²n cifras del centro de estudios Pew, en medici¨®n hecha en 19 pa¨ªses desarrollados, el 57% cree que las redes sociales han sido positivas para la democracia en su pa¨ªs, mientras un 35% que cree lo contrario.
De acuerdo con la misma publicaci¨®n, el 73% de los encuestados cree que las redes sociales les permiten mantenerse al tanto de los eventos en otros pa¨ªses y en el propio, el 45% que contribuyen a una mayor aceptaci¨®n de otros grupos ¨¦tnicos, religiosos y razas. Solo el 23% cree que hay civilidad en la forma en que se habla de pol¨ªtica, mientras el 46% no lo cree. En cuanto a efectos negativos, el 84% (?!) de los encuestados en los pa¨ªses de la muestra cree que las redes sociales han hecho m¨¢s f¨¢cil manipular a la gente con falsa informaci¨®n y rumores, contra el 5% que no lo cree. Igualmente, el 65% de los encuestados cree que el acceso a internet y redes sociales contribuye a la divisi¨®n en las opiniones pol¨ªticas, contra el 7% que no lo cree.
Sin embargo, Estados Unidos es diferente. All¨ª, el 64% de los encuestados opina que las redes sociales son malas para la democracia (contra el 35% en promedio de los pa¨ªses encuestados), el 79% cree que divide a¨²n m¨¢s las opiniones pol¨ªticas, y el 69% cree que hay menos civilidad en la forma en que se habla de pol¨ªtica debido a ellas.
Estados Unidos, considerado la cuna de la democracia moderna y el gran propagador del modelo democr¨¢tico en el mundo, es, desde su inicio, una de las democracias menos democr¨¢ticas del mundo. En su sistema de Colegio Electoral, en el que de acuerdo con la Constituci¨®n no es la mayor¨ªa de los votantes, sino los electores de los colegios electorales en cada Estado quienes eligen, es un sistema en que no necesariamente quien tenga m¨¢s votos populares es quien gana la presidencia. Hay m¨²ltiples casos en la historia, siendo los m¨¢s recientes el de Hillary Clinton contra Donald Trump en 2016 y el de Al Gore contra George Bush en 2000. La Duod¨¦cima Enmienda de la Constituci¨®n, que rige esta materia, ni siquiera habla de que haya que celebrar elecciones en los Estados, si bien las leyes estatales han establecido el sistema en la mayor parte de estos.
Por otra parte, la influencia de inmensas cantidades de dinero en las elecciones ha sido una constante en los comicios norteamericanos tambi¨¦n. Uno de los indicadores que los analistas siguen con mayor detenimiento es el dinero que recauda cada candidato, su campa?a, su partido o los grupos ideol¨®gicos que los acompa?an, llamados Super PAC (Political Action Committees o Comit¨¦s de Acci¨®n Pol¨ªtica) que recaudan millones de d¨®lares, ya que las donaciones a ellos no tienen topes legales. Los Super PAC, si bien apoyan a un candidato, se gastan directamente el dinero ¡ªno la campa?a¡ª y se supone que no trabajan en coordinaci¨®n con la misma.
Las campa?as de Mitt Romney y Barack Obama gastaron m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares cada una en 2012, mientras que la campa?a de 2020, en que Hillary Clinton compiti¨® con Donald Trump, cost¨® 14.000 millones de d¨®lares, de acuerdo con Open Secrets, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro en Washington D.C. que hace seguimiento a la financiaci¨®n de las campa?as pol¨ªticas y el lobby en Estados Unidos. Para darse una idea de la magnitud, baste ver que el Canal de Panam¨¢, por el que circula el 6% del comercio mar¨ªtimo global, tuvo ingresos por 3.300 millones de d¨®lares en el a?o fiscal terminado el 30 de septiembre de 2023. La campa?a presidencial de 2020 cost¨® m¨¢s de cuatro veces lo que recibi¨® el canal. A la fecha ¡ªseg¨²n Open Secrets¡ª las actuales campa?as han recaudado m¨¢s de 1.525,6 millones de d¨®lares. Ya veremos c¨®mo terminan esas cifras, pero en todo caso parecer¨ªa que en materia de financiaci¨®n de campa?as en Estados Unidos, el cielo es el l¨ªmite.
A¨²n est¨¢ por verse cu¨¢nto costar¨¢ la contienda actual. Sin embargo, se ve desde ya que tanto el costo econ¨®mico, como la influencia de las grandes fortunas y de las redes sociales, ser¨¢n muy significativos. El caso m¨¢s evidente y en el que todo parece confluir es el de Elon Musk, el hombre m¨¢s rico del mundo, due?o de una de las redes sociales m¨¢s influyentes, quien decidi¨® apoyar de frente a Donald Trump y le ha donado 75 millones de d¨®lares a la causa electoral republicana, especialmente a trav¨¦s de su Super PAC, America PAC.
Adem¨¢s, con el fin de inclinar la balanza en los Estados indecisos a favor de Trump, Musk ofreci¨® dar cada d¨ªa ¡ªhasta la elecci¨®n del 5 de noviembre¡ª un premio de un mill¨®n de d¨®lares a votantes registrados que firmen una petici¨®n en apoyo a la Primera y Segunda Enmiendas de la Constituci¨®n, que garantizan la libertad de expresi¨®n y el derecho a portar armas. Para ganar el dinero, los firmantes deben ser votantes registrados de uno de los siguientes Estados clave: Pennsylvania, Georgia, Nevada, Arizona, M¨ªchigan, Wisconsin y Carolina del Norte. Estas dos enmiendas son de la esencia del planteamiento pol¨ªtico de la ultraderecha estadounidense. Todo lo anterior no quiere decir que los republicanos sean los ¨²nicos que matonean digitalmente, si bien por su espectacularidad, el aterrizaje de Musk en la pol¨ªtica ha llenado los titulares del mundo.
?Es la nueva democracia una ¡°democracia digital¡± y nos iremos adaptando poco a poco o estamos asistiendo al final de la confianza y posiblemente de ese sistema de gobierno para darle paso a una ¨¦poca de reg¨ªmenes m¨¢s autocr¨¢ticos? ?Es finalmente bueno o malo que tanta gente tenga acceso a tanta informaci¨®n, falsa y verdadera, todo el tiempo?
Las mediciones de Pew, de entre julio y agosto 2024, muestran que el 86% consumen sus noticias frecuentemente o a veces de en sus aparatos digitales, mientras que el 64% lo hace en la televisi¨®n, el 42% en radio y el 25% en medios impresos. A la vez, de acuerdo con The Verge, despu¨¦s de que su tuit del Super Bowl en 2023 tuviera menos vistas (9.1 millones) que uno de Joe Biden (29 millones), el propio Musk orden¨® a los ingenieros de su red X alterar el algoritmo, de forma que sus trinos tengan prioridad y la mayor cantidad de usuarios los encuentren al inicio de sus pantallas.
Seg¨²n Musk, si Trump no gana, esta ser¨¢ la ¨²ltima elecci¨®n. En la orilla opuesta, los dem¨®cratas opinan lo contrario: si Trump gana y no reconoce la derrota, este ser¨¢ el verdadero golpe a la democracia.
Lo cierto es que, a diferentes niveles, este sistema pol¨ªtico parece estarse erosionando r¨¢pidamente. De acuerdo con el cient¨ªfico pol¨ªtico Jake Grumbach, citado por Brookings Institution y creador del State Democracy Index (?ndice de Democracia Estatal, o SDI, por sus siglas en ingl¨¦s) que mide la calidad de las instituciones democr¨¢ticas a ese nivel, de los Estados de la Uni¨®n, en 2018, 17 ten¨ªan un SDI m¨¢s alto que en 2010, mientras que 33 lo ten¨ªan m¨¢s bajo.
Y en su reciente libro La Tiran¨ªa de la Minor¨ªa los profesores de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt argumentan la importancia de modernizar las instituciones pol¨ªticas en Estados Unidos, que no son necesariamente las m¨¢s democr¨¢ticas, entre otros motivos por el momento y las condiciones de la sociedad estadounidense cuando fueron creadas, desde el siglo XVIII. A pesar de la importancia de este debate, no se ve de momento una voluntad de modernizaci¨®n en el establecimiento pol¨ªtico en Washington.
De pronto por eso las palabras de Guillermo Valencia en Colombia hace m¨¢s de un siglo parecer¨ªan seguir siendo tan actuales como en aquel entonces: Democracia, bendita seas, aunque as¨ª nos mates.
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