El calvario de los pacientes renales en Cuba: ¡°Si quiere que su hija viva, tiene que sacarla del pa¨ªs¡±

Es como si una serpiente se hubiese colado en el bracito derecho de Ayamey Vald¨¦s, una serpiente de 30 cent¨ªmetros, gruesa, deforme y violenta. Otras veces parece que tiene volcanes en erupci¨®n que escupen sangre hasta dejarla sin fuerzas, con la piel te?ida de un azul cian¨®tico. Es cuando revienta la f¨ªstula arteriovenosa del bracito derecho, que le hicieron a los 10 a?os y que se hincha, supura y duele. A veces, en la bodega del barrio, m¨¢s de uno le ha preguntado qu¨¦ es eso que tiene. Si est¨¢ de ¨¢nimos, explicar¨¢ que se hace tratamientos de hemodi¨¢lisis. Cuando no, les dir¨¢ que ella es brava, que se faj¨® en una gran pelea, que le molieron el bracito. Hay momentos en los que Ayamey extra?a tomarse un jarro repleto de agua y no 255 mililitros al d¨ªa. Hay momentos en que se impacienta. En otros se le ha o¨ªdo gritar, con una voz rasgada de ni?a, que quiere morir. Esos son los menos, pero son.

Tiene 19 a?os y desde los 10 la rutina es invariable: los martes, jueves y s¨¢bados entra a la sala de hemodi¨¢lisis del Hospital Pedi¨¢trico de Centro Habana. Desde las ocho de la ma?ana, permanece en el cub¨ªculo cuatro, de paredes blancas, verdes y color crema, donde el ¨²nico televisor se rompi¨® hace tiempo. Hasta el mediod¨ªa estar¨¢ conectada al dializador, surfeando con paciencia todas las horas que transcurren desde que la m¨¢quina extrae la sangre del cuerpo, la limpia y se la devuelve, un tiempo en que Ayamey revisa el tel¨¦fono, bromea con alguna enfermera o conversa con los dem¨¢s pacientes. Hoy dice que se siente bien, con la presi¨®n un poco baja, pero bien. Su voz se oye animada, pero luego de tres horas y media de hemodi¨¢lisis tendr¨¢ un cansancio feroz. Llegar¨¢ a casa, se echar¨¢ en la cama y dormir¨¢ hasta que quiera. Hay d¨ªas en que tendr¨¢ ganas de vomitar, otros en los que sentir¨¢ un fuerte dolor de cabeza.

¡ªA veces me desespero un poco. A veces le digo a mi mam¨¢ que estoy cansada, bastante paciencia he tenido. A veces no tengo ganas de ir al hospital, ?pero qu¨¦ voy a hacer? Si no voy, me muero.

Su cuerpecito de 1,50 metros y 39 kilos dej¨® de crecer hace tiempo por la insuficiencia renal cr¨®nica y la falta de hormonas en el hospital. Desde 2016, viaja como puede cada semana desde su casa en Guanabacoa hasta el Pedi¨¢trico, donde no hay m¨¦dico, enfermera o auxiliar que no la conozca. De ni?a, Ayamey sal¨ªa en bl¨²mer por los pasillos del cl¨ªnico a competir en el improvisado certamen de carreras de sillones de ruedas. ¡°Es muy dulce, no se queja¡±, cuenta la doctora Mercedes, pediatra y nefr¨®loga. ¡°Yo la conoc¨ª con 13 a?itos, no pod¨ªa ir a la escuela, era muy inteligente, con ganas de hacer muchas cosas¡±.

Ayamey dej¨® de asistir a clases cuando le diagnosticaron la enfermedad, luego de sufrir una glomerulonefritis. Los vasos sangu¨ªneos de su ri?¨®n estaban tan da?ados que no pod¨ªan filtrar los desechos de su sangre. El primer s¨ªntoma fue una erupci¨®n en la piel. Los doctores le dijeron que era dengue. Al d¨ªa siguiente, orin¨® sangre y tuvo fiebre. Los doctores le aseguraron que era normal, acaso problemas menstruales. Luego sus rodillas comenzaron a hincharse. Los doctores le aconsejaron que tomara agua, que pod¨ªa ser una infecci¨®n en los ri?ones. Transcurrieron 36 horas en las que no pudo orinar y sus ri?ones colapsaron. Finalmente, la remitieron al Hospital Pedi¨¢trico.

¡ªYo me acuerdo de que me montaron en la camilla y comenc¨¦ a preguntar qu¨¦ me iban a hacer, pero nadie respond¨ªa nada. Solo me dijeron: ¡®No te preocupes, que no te va a doler¡¯. Me viraron la cara y, cuando me introdujeron la aguja en el cuello, vinieron los gritos, la anestesia no me hizo nada.

A partir de ah¨ª, hubo una complicaci¨®n tras otra. Con tratamientos, Ayamey recuper¨® parcialmente la funci¨®n renal, pero al a?o exacto volvi¨® al Hospital Pedi¨¢trico casi de manera permanente. En 19 a?os, ha visto muchas veces la muerte. Es la ¨²ltima que queda entre los ni?os que conoci¨® hace tiempo en el hospital. Se ha despedido de todos, uno a uno. Recuerda a un amigo en particular, un ni?o menor que ella, que se hac¨ªa hemodi¨¢lisis en la cama de al lado.

¡ªCuando ¨¦l muri¨®, yo no quer¨ªa entrar al hospital. He tenido momentos en que me he deprimido. Yo siempre he sido una ni?a muy alegre, pero no estoy hecha de hierro.

Pareciera que un cuerpo tan diminuto no puede con tanto, un cuerpo que es el mapa exacto de su enfermedad, una geograf¨ªa moldeada a pinchazos, estr¨ªas o marcas de los nueve cat¨¦teres que le han puesto y que a cada rato se infectan. Le perforaron un pulm¨®n colocando un cat¨¦ter a ciegas. Sufre de gastritis, por los medicamentos que toma; de hipertensi¨®n y anemia cr¨®nica. Apenas tiene accesos vasculares. Una vez, debido a la retenci¨®n de l¨ªquido en su cuerpo, tuvo 17 convulsiones. Ese fue probablemente el d¨ªa m¨¢s triste en la vida de Yurama Bola?os, su madre, que vio c¨®mo la ni?a brincaba entre espasmos, temblores y los ojos se le quedaban en blanco. Hace unos d¨ªas, la doctora le habl¨® sin remiendos a la madre: no hay posibilidad de trasplantes renales en Cuba. Si quiere que su hija viva, tiene que sacarla del pa¨ªs. ¡°Es mi ¨²nica hija y esto es algo que uno no se espera. Es incalculable la tristeza que uno lleva por dentro¡±, dice. ¡°Pero yo no tengo dinero, ?c¨®mo puedo llev¨¢rmela de aqu¨ª?¡±

Aunque el doctor Alexander M¨¢rmol S¨®?ora, vicepresidente de la Sociedad Cubana de Nefrolog¨ªa, lleg¨® a decir el a?o pasado que ¡°la nefrolog¨ªa en Cuba est¨¢ en uno de sus mejores momentos¡±, no es lo que creen m¨¦dicos y pacientes, convencidos de que, desde hace al menos cuatro a?os, en la isla apenas se realizan trasplantes de ri?¨®n. La falta de medicamentos e insumos m¨¦dicos son el centro de las denuncias de muchas familias en medio de la crisis sanitaria que atraviesa el pa¨ªs. Pero lo que quiz¨¢s nunca hab¨ªa sucedido en Cuba ¡ªque se vendi¨® como un para¨ªso sanitario ante el mundo¡ª, es que tampoco hay suficiente personal m¨¦dico especializado para hacer trasplantes de ¨®rganos.

***

Cuando tuvo en sus manos un ticket de la aerol¨ªnea Aruba Airlines, los doctores del hospital Hermanos Ameijeiras, uno de los m¨¢s renombrados de Cuba, se apresuraron a ense?arle a H¨¦ctor Gonz¨¢lez c¨®mo se curaba el orificio de entrada de un cat¨¦ter en el coraz¨®n. Iba a ser probablemente m¨¢s dif¨ªcil que cruzar un r¨ªo, trepar una cerca o caminar un descampado en el camino hacia Estados Unidos. El cardi¨®logo le recomend¨® cubrirse con guantes, gorro y nasobuco para evitar una infecci¨®n que podr¨ªa ser mortal, encerrarse en lugares donde no corriera el aire, agarrar alcohol o yodo y limpiar el orificio.

En su ¨²ltimo ingreso al hospital, H¨¦ctor, de 41 a?os, vio morir a cinco pacientes renales como ¨¦l. ¡°Un d¨ªa llegas y no ves a alguien. En ese momento, se te hace un nudo en la garganta. Sabes que est¨¢ ingresado o falleci¨®¡±, dice. Entre los que vio morir estaba Lino, un hombre fuerte, saludable, que cuando acababa las hemodi¨¢lisis se iba a hacer sus labores como ascensorista del hospital. Hab¨ªan transcurrido cinco a?os desde que a H¨¦ctor le diagnosticaron una insuficiencia renal cr¨®nica, la enfermedad que hoy constituye la octava causa de muerte en Cuba. Su cuerpo ha soportado m¨¢s de 30 cat¨¦teres transitorios que se infectan con frecuencia y que le han obstruido las venas.

¡ªEn Cuba casi nunca ponen cat¨¦teres permanentes, porque no hay, no los compran. Para m¨ª eso es un delito, t¨² sabes que eso va a afectar al paciente y lo est¨¢s haciendo. Yo tengo huecos en todo el cuerpo de esos cat¨¦teres.

En una ocasi¨®n, a falta de lugar en el cuerpo donde pudieran colocar uno, estuvo casi un mes sin someterse a hemodi¨¢lisis. Se le acumul¨® l¨ªquido en la membrana que rodea al coraz¨®n y tuvo que ser operado de un derrame peric¨¢rdico. H¨¦ctor recuerda el cansancio que tambi¨¦n notaba en la mayor¨ªa de los m¨¦dicos. No ten¨ªan guantes para trabajar, ni agujas, ni filtros, hab¨ªa que reciclarlos. ¡°A veces, en la sala hab¨ªa algodones con sangre en el suelo. Una vez me encontr¨¦ una cucaracha caminando encima del dializador. Pero una de las cosas que me hizo pensar en irme de Cuba fue que los dializadores de los filtros los lavan y los reciclan, por eso m¨¢s de la mitad de los pacientes de mi sala ten¨ªa Hepatitis C¡±.

H¨¦ctor sab¨ªa que cruzar Centroam¨¦rica y M¨¦xico pod¨ªa costarle la vida, pero nada le aseguraba que su permanencia en Cuba pudiera salvarlo. Probablemente nunca iba a existir la posibilidad de un trasplante renal, menos para ¨¦l, que no ten¨ªa qui¨¦n le donara el ¨®rgano.

Seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales, en 2022 hab¨ªa 340 pacientes por mill¨®n de habitantes que usaban m¨¦todos dial¨ªticos en los 57 servicios de nefrolog¨ªa del pa¨ªs. Ese a?o, unos 4.700 pacientes viv¨ªan gracias a terapias de reemplazo renal, ya sean di¨¢lisis o trasplantes. Y, seg¨²n el doctor Antonio Enamorado Casanova, coordinador del Programa Nacional de Donaci¨®n y Trasplante del Ministerio de Salud P¨²blica, en ese momento hab¨ªa m¨¢s de 1.500 personas trasplantadas.

Las autoridades han presumido que Cuba es el segundo pa¨ªs con m¨¢s trasplantes de ri?¨®n en Latinoam¨¦rica, con una tasa de donaci¨®n de ¨®rganos de 13,7 por mill¨®n de habitantes en 2019. En 2020, los hospitales cubanos, colapsados por la pandemia de coronavirus, dejaron de realizar trasplantes renales. En 2022, la prensa oficial anunci¨® que se retomaban, tras casi dos a?os ¡°paralizados¡±, pero pacientes y profesionales de la salud consultados por EL PA?S niegan esta versi¨®n y aseguran no se est¨¢n haciendo trasplantes de ri?¨®n, al menos con ¨®rganos de personas fallecidas. En condici¨®n de anonimato, un doctor que trabaj¨® en el Hospital Provincial Cl¨ªnico Quir¨²rgico Amalia Sim¨®n, de Camag¨¹ey, y que tambi¨¦n es paciente renal, sostiene que el programa de trasplante renal en Cuba est¨¢ suspendido desde 2020, antes de que aumentaran los casos de Covid-19. ¡°Todos los pacientes estamos condenados a morir¡±, asegura.

No hay datos oficiales que hablen de un n¨²mero de pacientes trasplantados en estos ¨²ltimos a?os, pero el Registro Internacional de Donaci¨®n y Trasplante de ?rganos (IRODaT) muestra que en 2023 en Cuba se hicieron 13 trasplantes. Los pacientes aseguran que la mayor¨ªa son de familiares donantes. H¨¦ctor no tiene dudas de que muchos de los ¨®rganos de pacientes fallecidos no llegan a los enfermos comunes. Recuerda que a mediados del a?o pasado todos en el hospital Hermanos Ameijeiras rumoraban que el ¨²nico ri?¨®n disponible era para alguien cercano a Miguel D¨ªaz-Canel, el presidente de Cuba.

¡ªHab¨ªa un muchacho que estaba listo para trasplantarse, el pr¨®ximo ri?¨®n era de ¨¦l. De repente le dijeron que no pod¨ªan, operaron a otro, que lleg¨® de la nada. Esa no ha sido la ¨²nica vez que priorizan al familiar de un dirigente.

El doctor que pidi¨® permanecer en anonimato cuenta que, en los hospitales, la mayor¨ªa de las veces no hay ant¨ªgenos leucocitarios humanos para hacer estudios de compatibilidad. Las hemodi¨¢lisis de los jueves y viernes en Camag¨¹ey se suspenden constantemente por la falta de insumos. La mayor¨ªa de los pacientes renales, dice, est¨¢n desnutridos por la mala alimentaci¨®n. ¡°En los hospitales violan la dieta y dan cualquier cosa de comer¡±, asegura. ¡°Los m¨¦dicos a veces tienen un solo cat¨¦ter para varios pacientes y tienen que decidir qui¨¦n vive o qui¨¦n muere en ese momento¡±.

A la falta de insumos se suma la falta de personal especializado. Aunque la prensa oficial sostiene que Cuba es el pa¨ªs que m¨¢s nefr¨®logos tiene en Am¨¦rica Latina por mill¨®n de habitantes, muchos de los trabajadores de la Salud se han sumado al ¨¦xodo de los casi dos millones de cubanos que se han ido en los ¨²ltimos tres a?os. Otros prefieren trabajar en el sector privado por pagos superiores a los 20 d¨®lares, el salario promedio de un m¨¦dico en Cuba hoy. La Oficina Nacional de Estad¨ªsticas e Informaci¨®n revel¨® que en 2022 el pa¨ªs hab¨ªa perdido 12.000 m¨¦dicos.

¡°En Camag¨¹ey solo est¨¢ trabajando un angi¨®logo que trasplante, el resto del equipo ya no trabaja en el sector de la Salud¡±, dice el doctor. ¡°De 16 enfermeros especializados que lleva la sala de trasplante para cuatro turnos de trabajo, solo se cuenta con uno¡±. La doctora Mercedes, por su parte, recuerda que en el Hospital Pedi¨¢trico de Centro Habana solo hab¨ªa un doctor mayor que hac¨ªa trasplantes. ¡°Todos los que ¨¦l entrenaba se iban del pa¨ªs¡±. Ella misma se fue hace unos a?os a trav¨¦s de M¨¦xico con su hija porque su salario como m¨¦dico (de entre 5.000 y 6.200 pesos cubanos, unos 20 d¨®lares) no le daba para vivir. ¡°Las condiciones de trabajo me ten¨ªan loca, porque no hay nefr¨®logos en Cuba, por lo menos para pediatr¨ªa. Ya yo me hab¨ªa ido de ese hospital y ten¨ªa que seguir yendo a hacer guardias porque no hab¨ªa nadie. Todo por el mismo salario. Decid¨ª que era el momento, ten¨ªa que irme¡±.

El doctor de Camag¨¹ey tambi¨¦n quiere irse, pero no tiene c¨®mo. H¨¦ctor compr¨® un ticket de 1.500 d¨®lares y lleg¨® en noviembre de 2023 a Managua, Nicaragua, para emprender la ruta que miles han transitado desde que en 2021 el presidente Daniel Ortega levantara, a modo de v¨¢lvula de escape, los requerimientos de visados a cubanos.

***

El 4 de diciembre de 2018 alguien pod¨ªa salvarse en el Hospital Pedi¨¢trico de Centro Habana. Hab¨ªa llegado el ri?¨®n de un fallecido que iba a alargar la vida de un ni?o. Hubo alboroto. Los m¨¦dicos buscaron al cirujano, al doctor Labrada. Prepararon el sal¨®n. Telefonearon a los posibles receptores. Algunos llegaron en taxi, otros esperaron por la ambulancia. Comenzaron las pruebas y los nervios.

¡°Los ni?os en Cuba no est¨¢n en lista de espera, son prioridad¡±, asegura la doctora Mercedes. Entre los pacientes que aguardan por el ¨®rgano, se escoge al m¨¢s adecuado, que sea compatible con el donante. ¡°Tiene que tener una hemoglobina aceptable, no pudo haber presentado infecci¨®n en un periodo de tiempo. Si hay varios ni?os aptos, escoges al que cl¨ªnicamente est¨¦ mejor o al que m¨¢s lo necesite en ese momento por la edad. Porque si es un ni?o peque?o, tiene posibilidades de que aparezca otro trasplante; pero si es un ni?o que est¨¢ en una edad en la que pronto va a pasar a adulto, donde cambia por completo la elecci¨®n para ser apto para trasplantes, entonces tratas de priorizar a ese ni?o¡±.

Ayamey, que ten¨ªa entonces 13 a?os, fue la elegida. A¨²n recuerda el pijama blanco y rosado que ten¨ªa puesto el d¨ªa de la intervenci¨®n. Estaba m¨¢s bien tranquila. Su mam¨¢, nerviosa, recorr¨ªa de arriba a abajo los pasillos del Pedi¨¢trico.

La doctora Mercedes form¨® parte del equipo de trasplante. ¡°Aquella noche fue incre¨ªble¡±, cuenta. Pero hab¨ªan transcurrido entre seis y siete horas desde que se supo que hab¨ªa un ¨®rgano disponible hasta que Ayamey entr¨® al sal¨®n de operaciones, un tiempo superior al indicado, porque el ¨®rgano a trasplantar no est¨¢ recibiendo sangre. ¡°Se trata de que sea el menor tiempo posible, pero as¨ª es en Cuba, no hay transporte, no hay ambulancias para buscar a todo el mundo¡±, dice.

La operaci¨®n dur¨® unas seis horas. En principio no hubo complicaciones. El problema vino cuando unieron las arterias y las venas de la ni?a con las del ri?¨®n. ¡°No hubo diuresis inmediata, o sea, el ri?¨®n no orin¨®¡±, explica la doctora. A las pocas horas, ¡°se empez¨® a ver que no estaba saliendo sangre correctamente, ese ¨®rgano no se estaba transfundiendo bien¡±.

Ayamey sent¨ªa el cansancio de una operaci¨®n que se extendi¨® hasta las tres de la ma?ana. En el letargo, oy¨® las voces de los m¨¦dicos y entendi¨® que algo estaba mal. La doctora Mercedes le dio la noticia a Yurama Bola?os. ¡°Su mam¨¢ me dec¨ªa: ¡®No se lo quites, no mandes a que le quiten el ri?¨®n¡±, cuenta. ¡°Yo le dec¨ªa que no estaba funcionando, que si hac¨ªa una reacci¨®n aguda, la paciente podr¨ªa perder la vida. Sufrimos mucho. Pero hubo que sacarle el ri?¨®n ese mismo d¨ªa¡±.

Cuando Ayamey despert¨® y supo que no hab¨ªa funcionado el trasplante, no solt¨® una l¨¢grima. Su madre, agarrada al doctor, le dec¨ªa que, por favor, consiguieran otro ri?¨®n para su hija. Hasta hoy no ha podido ser. Ayamey cumpli¨® los 19 a?os y ha dejado de recibir atenci¨®n en el Hospital Pedi¨¢trico. Ha perdido los pocos beneficios que se garantiza a los menores de edad en Cuba. Ahora se atiende en el Hospital Cl¨ªnico Quir¨²rgico Miguel Enr¨ªquez de La Habana, conocido como La Ben¨¦fica, donde debe llevar sus propias s¨¢banas, jeringuillas, filtros y l¨ªneas arteriales para las hemodi¨¢lisis.

Algunos d¨ªas no hay hierro, otros, eritropoyetina; a veces no entra el rocaltrol o no hay nada para la hipertensi¨®n y tienen que comprar en el mercado negro. Semanas atr¨¢s, su mam¨¢ pidi¨® ayuda para una donaci¨®n de sangre porque su hija tiene la hemoglobina muy baja. Le han dicho que en La Habana hay gente vendi¨¦ndola hasta en m¨¢s de 15.000 pesos cubanos (50 d¨®lares), una cantidad que se le hace dif¨ªcil pagar, pero que tendr¨¢ que conseguir. Hace poco, la f¨ªstula se revent¨® y Ayamey entr¨® de urgencia al sal¨®n de operaciones. Estuvo a punto de perder el bracito izquierdo. Ahora que se recupera, su mam¨¢ permanece en la sala de espera. Es un dolor grande el que siente, explica, una ¡°angustia, una apretaz¨®n en el pecho¡±.

¡°Yo me pongo a pensar en cuando era chiquitita, que era una ni?a feliz, ten¨ªa una vida normal¡±, dice la madre. ¡°A veces entro al cuarto y la veo con los ojos llorosos, y me pregunta que cu¨¢ndo se va a poder trasplantar, si eso va a poder suceder alg¨²n d¨ªa¡±.

***

H¨¦ctor aterriz¨® en Nicaragua con la mochila cargada de medicamentos e insumos m¨¦dicos que le enviaban del exterior. Las autoridades, alarmadas, pidieron explicaciones. Nada los convenc¨ªa.

¡ªHasta que me levant¨¦ el pul¨®ver y les mostr¨¦ el cat¨¦ter. Ah¨ª me dejaron tranquilo, cuenta.

Estaba d¨¦bil, casi cadav¨¦rico, era un cuerpo al que los ¨²ltimos tratamientos le hab¨ªan arrebatado casi 10 kilogramos de peso. Para la traves¨ªa, los m¨¦dicos le recomendaron tomar zinc y calcio en caso de demorar una hemodi¨¢lisis, y cuidar la ingesta de l¨ªquidos para evitar un edema pulmonar.

En el aeropuerto de Managua, conoci¨® al coyote que antes hab¨ªa localizado en Facebook. Partieron. Del viaje que le esperaba, le preocupaban las hemodi¨¢lisis. Cu¨¢ndo, c¨®mo y d¨®nde iba a filtrar las toxinas y el agua de su sangre. Busc¨® en Google cl¨ªnicas para pacientes renales, la mayor¨ªa alejadas del camino que deb¨ªa seguir. Su primera parada fue en una iglesia situada en la frontera con Honduras. Despu¨¦s, atraves¨® Guatemala. Las piernas de H¨¦ctor comenzaron a hincharse, parec¨ªan siempre a punto de explotar. En el viaje, se cuid¨® de consumir solo 30 mililitros de l¨ªquido y una comida por d¨ªa. La gente a su alrededor se preguntaba c¨®mo era posible que apenas comiera habiendo tantas frutas, gaseosas y panes de todo tipo. Jam¨¢s se permiti¨® ning¨²n exceso.

Un domingo lleg¨® a Tapachula, M¨¦xico, tras cruzar el r¨ªo Suchiate en una balsa casera. Lo pr¨®ximo fue subir a un cami¨®n. Eran las dos de la ma?ana y hab¨ªa m¨¢s de 40 personas, uniendo sus cuerpos como un rompecabezas humano. A H¨¦ctor le empez¨® a faltar el aire. Pidi¨® que lo bajaran, que por favor lo dejaran salir. El coyote se enfureci¨®, ten¨ªa que cumplir las reglas.

¡ªMe abr¨ª la camisa y le mostr¨¦ el cat¨¦ter. Le dije: ¡®No es que no quiera, hermano, es que no puedo. Si hago el viaje en estas condiciones, me puede pasar algo y va a ser un problema incluso para ustedes¡¯.

Se march¨® y se las arregl¨® como pudo. Lo primero que hizo fue localizar un sitio para la hemodi¨¢lisis. Cuando la cl¨ªnica Hemoquid, en el centro de Tapachula, abri¨® las puertas en la ma?ana, H¨¦ctor fue el primer paciente. Hab¨ªan transcurrido cinco d¨ªas sin hacerse una hemodi¨¢lisis, demasiado tiempo.

¡ªYa sent¨ªa el organismo d¨¦bil, ten¨ªa falta de aire, estaba bastante debilitado.

Durante las sesiones de hemodi¨¢lisis, H¨¦ctor comparar¨¢ todo el tiempo la cl¨ªnica mexicana, bien equipada y pulcra, con los hospitales cubanos. Otras veces escuchar¨¢ m¨²sica, llamar¨¢ a la familia o se encargar¨¢ de ver c¨®mo recorrer¨¢ la parte del camino que le falta. Fue una amiga quien le recomend¨® al nuevo coyote. No todos quieren encargarse de un enfermo, pero este se mostr¨® atento, se preocup¨® por preguntarle qu¨¦ d¨ªas le tocaba el tratamiento para calcular el tiempo de su traves¨ªa hasta la Ciudad de M¨¦xico. Tambi¨¦n dio instrucciones a su red de contactos para que llevaran a H¨¦ctor a cl¨ªnicas y farmacias en caso de ser necesario.

¡°La gente que est¨¢ dentro de este negocio ve a las personas como una mercanc¨ªa¡±, dice el pollero, que habla en condici¨®n de anonimato. Sabe que hay muchos abusos y estafas, pero ¨¦l se considera un tipo ¡°bastante humano y sensible¡±. ¡°Uno advierte a los familiares o personas que nos contratan de las situaciones que pueden pasar. El caso de H¨¦ctor fue muy especial por sus hemodi¨¢lisis, y lo tuvimos que considerar¡±, afirma.

H¨¦ctor pens¨® que no iba a resistir. Sali¨® un viernes en la madrugada de Tapachula con un grupo de 21 cubanos, dominicanos y ecuatorianos. Algunos tramos los hizo en moto, otros en una camioneta. Camin¨® entre los retenes. El cat¨¦ter se le despeg¨® m¨¢s de una vez por el sudor. Los pies estaban tremendamente hinchados.

¡ªEn un momento me desplom¨¦, pero otro cubano me cogi¨® por el brazo y me dijo: ¡®Vamos, que t¨² tienes que llegar¡¯.

Con sus ¨²ltimas fuerzas, lleg¨® a Ciudad de M¨¦xico, donde fue r¨¢pidamente llevado a una cl¨ªnica. Una vez recuperado, el coyote busc¨® la v¨ªa m¨¢s r¨¢pida, segura y c¨®moda de trasladarlo hasta la frontera de Mexicali. En la madrugada del 4 de diciembre de 2023, el d¨ªa que iba a cruzar a Estados Unidos, H¨¦ctor crey¨® que se mor¨ªa. Atraves¨® un campo de algod¨®n, un fangal, trep¨® una escalera improvisada para escalar el muro fronterizo y, con una soga, se dej¨® caer del otro lado.

¡ªLevant¨¦ la vista a mi alrededor y me dije: ¡®Co?o, lo logr¨¦, aqu¨ª estoy¡¯. Cuando la patrulla fronteriza se acerc¨®, H¨¦ctor les mostr¨® el cat¨¦ter y pidi¨® ayuda urgente.

Ha pasado un a?o desde que los agentes trasladaron a H¨¦ctor a un hospital cercano. Un a?o de que solicitara asilo pol¨ªtico, se asentara en la Florida, le otorgaran un seguro de Medicaid, retomara sus tratamientos de hemodi¨¢lisis y recuperara energ¨ªas. Ahora se prepara para someterse a un trasplante de ri?¨®n en el Instituto de Trasplantes de Miami (MTI). Sabe que el pr¨®ximo viaje es largo. Tiene la mochila lista.