La Comisi¨®n de la Verdad: la doctrina del enemigo interno sirvi¨® para ¡°la persecuci¨®n y exterminio f¨ªsico y pol¨ªtico¡±
El informe final no es solo un documento hist¨®rico sino un an¨¢lisis cultural sobre c¨®mo la guerra transform¨® la sociedad colombiana bajo el discurso de estigmatizar al otro
Cuando el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisi¨®n de la Verdad en Colombia, se dirigi¨® a los colombianos el martes en la ma?ana para presentar un extenso Informe Final sobre la guerra, incluy¨® en su discurso una serie de preguntas dif¨ªciles de responder. ¡°?Por qu¨¦ los colombianos y colombianas dejamos pasar, durante a?os, este despedazamiento de nosotros mismos como si no fuera con nosotros? ?Por qu¨¦ vimos las masacres en televisi¨®n, d¨ªa tras d¨ªa, como si se tratara de una novela barata?¡±, pregunt¨®. De Roux mencion¨® los secuestros de las FARC, las masacres de los paramilitares, las ejecuciones extrajudiciales del ej¨¦rcito. Pero el informe se?ala que quienes murieron en los 60 a?os de guerra no fueron, en su mayor¨ªa, los armados: el 90% fueron civiles. Esas preguntas dif¨ªciles no iban dirigidas ¨²nicamente a los ej¨¦rcitos sino a todos los colombianos. ¡°?Qu¨¦ pas¨® con la sociedad, con el Estado, con nosotros mismos?¡±, dijo.
El Informe Final de hallazgos¨Dun libro de casi 900 p¨¢ginas¡ª no es solo un documento hist¨®rico con cifras, fechas y casi 30.000 testimonios. Es un documento que intenta ir m¨¢s all¨¢ para diseccionar las emociones de los colombianos y la cultura de una sociedad en guerra. Desde la introducci¨®n, el informe se pregunta si la violencia no se detiene en Colombia a pesar de varios procesos de paz, no solo por el narcotr¨¢fico o el mercado de armas, sino por una falta de empat¨ªa. ¡°La falta de empat¨ªa con ese dolor es parte de lo que Colombia necesita transformar¡±, dice el texto. ¡°En contextos de arraigada y prolongada violencia colectiva como en Colombia, el desapego emocional y la desensibilizaci¨®n son consecuencias psicol¨®gicas que a todos nos afectan¡±.
Intentado responder a las dif¨ªciles preguntas, el documento le dedic¨® entonces un cap¨ªtulo especial a la cultura en la guerra y en este hay un concepto clave para los comisionados: el del enemigo interno. ¡°Un hallazgo central de la Comisi¨®n de la Verdad que tiene un gran potencial para explicar la persistencia del conflicto es la estigmatizaci¨®n como mecanismo de construcci¨®n del enemigo, como base de la persecuci¨®n y exterminio f¨ªsico, social y pol¨ªtico¡±, escriben al principio del cap¨ªtulo. ¡°Ese mecanismo se ha instalado en la cultura como extensi¨®n de los m¨²ltiples prejuicios que existen en el pa¨ªs y que se anclan en la historia de la construcci¨®n de la naci¨®n¡±.
?Qui¨¦n tiene adentro al enemigo interno? Todos, de acuerdo al informe. Las FARC construyeron al enemigo interno en empresarios o ¨¦lites, adem¨¢s de los militares. Los militares y los paramilitares lo vieron en movimientos sociales o partidos de izquierda, no solo en la guerrilla. Y los colombianos que no estaban en armas heredaron todos esos enemigos , y ah¨ª, poco a poco, se infl¨® la desconfianza y se esfum¨® la empat¨ªa.
El concepto del enemigo interno tiene dos historias, explican los comisionados, una m¨¢s contempor¨¢nea que la otra. ¡°Desde los a?os sesenta en adelante, la doctrina del enemigo interno se ha inscrito en la cultura¡±, dice el informe.
En la segunda mitad del siglo XX, explican los comisionados, el enemigo interno de la Guerra Fr¨ªa era el militante de izquierda, por la influencia de Estados Unidos para combatir el comunismo. Se?alan las recomendaciones estadounidenses que adopt¨® el gobierno de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) en una serie de decretos, pero aclaran que la doctrina se adopt¨® ¡°no solo por influencia de Estados Unidos, sino tambi¨¦n porque resultaba funcionar a los intereses de los sectores con poder pol¨ªtico, econ¨®mico y social¡±.
Rescatan un Manual de operaciones contra las fuerzas irregulares de 1962 que ya pon¨ªa en riesgo a los ciudadanos. ¡°La estrecha relaci¨®n entre la poblaci¨®n civil y la fuerza irregular puede exigir la ejecuci¨®n de dr¨¢sticas medidas de control¡±, dec¨ªa el documento militar. Otro manual de 1979 le permit¨ªa al ej¨¦rcito clasificar a la poblaci¨®n civil en tres grupos: listas blancas (los que apoyan a los militares), listas negras (los que apoyan a grupos subversivos), y listas grises (los indecisos). En zonas donde estaban los grupos insurgentes, todo civil era sospechoso. Como se lo cont¨® un hombre ind¨ªgena a la Comisi¨®n de la Verdad, para el ej¨¦rcito, en su territorio, ¡°todo indio es guerrillero¡±.
El enemigo interno, explica el Informe, mut¨® al mismo tiempo que se extend¨ªa la guerra. Si el primero era el comunista, desde el Gobierno de Richard Nixon y su declaraci¨®n de guerra a las drogas, el enemigo interno se transform¨® en el narcotraficante ¨Clo que termin¨® criminalizando no solo a alguien como Pablo Escobar, sino a cientos de campesinos cocaleros en las zonas m¨¢s pobres del pa¨ªs. Despu¨¦s de los ataques a las torres gemelas del 2001, el enemigo interno era el terrorista o el narcoterrorista.
El discurso militar del enemigo interno se fue filtrando poco a poco a otras esferas sociales, y los comisionados rescatan un episodio del 2003 cuando el expresidente ?lvaro Uribe (2002-2010) respondi¨® a un libro cr¨ªtico, de un grupo de ONGs, llam¨¢ndolos a todos ¡°politiqueros al servicio del terrorismo¡±. Incluso el grupo activista de derechos humanos llamado Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio ¡ªque fund¨® y dirigi¨® el hoy presidente de la Comisi¨®n, el padre Francisco de Roux¡ª fue se?alado por la fuerza p¨²blica, en 1998, como un enemigo interno: un grupo lo sospechaba colaborador del ELN.
El enemigo interno podr¨ªa ser, en otras palabras, cualquiera que no apoyara al ej¨¦rcito o al gobierno. Y si desaparec¨ªa o le asesinaban, dice el informe, la sociedad sospechaba de la v¨ªctima con frases como ¡°en algo estar¨ªa metido¡±, ¡°seguramente tuvo algo que ver en lo que le pas¨®¡±, y ¡°qu¨¦ se puede esperar de esa gente¡±.
¡°Esa construcci¨®n del enemigo trascendi¨® a las relaciones personales e ¨ªntimas¡±, dice el Informe. ¡°A las instituciones y a la manera de interpretar y aplicar la ley, y muy especialmente al campo pol¨ªtico, que es por definici¨®n el lugar de la defensa del bien com¨²n, afectando gravemente la democracia¡±. Los medios de comunicaci¨®n a?aden brevemente, si bien en algunos casos investigaron los cr¨ªmenes de la guerra, en otros casos ayudaron a impulsar el discurso del enemigo interno. ¡°Han estimulado la violencia a trav¨¦s de la estigmatizaci¨®n y del silenciamiento de algunos asuntos. Todo esto incide en la cultura, en el modo de relacionarnos¡±, dice el Informe sobre los medios colombianos.
Pero el informe tambi¨¦n menciona una respuesta m¨¢s lejana a la construcci¨®n del enemigo interno. ¡°Nuestra cultura ha heredado una visi¨®n excluyente del otro, de los pueblos ¨¦tnicos, del campesino pobre, del disidente, del contrario¡±, escriben los comisionados. ¡°La desconfianza por lo diferente no surgi¨® durante el conflicto armado, pero se agudiz¨® durante su desarrollo¡±.
Ac¨¢ los autores del Informe Final regresan a una historia de exclusi¨®n que viene desde la colonia espa?ola, cuando no solo arranca un proceso de concentraci¨®n de la tierra, sino un sistema de dominaci¨®n racista, clasista y machista que necesitaba de un enemigo interno. Citando al historiador Jorge Orlando Melo, el informe explica que ¡°as¨ª surgi¨® la primera la primera imagen del ¡°enemigo¡± en la historia de lo que hoy es Colombia, asociada al negro o al ind¨ªgena ¡®rebelde¡¯, que no acataba una autoridad violentamente impuesta y, por ello, termina siendo se?alado como el culpable de la violencia misma que se ejerc¨ªa sobre ¨¦l¡±.
Quiz¨¢s la explicaci¨®n suene lejana, pero en algunos de los testimonios de las v¨ªctimas que entrevist¨® la Comisi¨®n de la Verdad, la violencia de los ¨²ltimos sesenta a?os s¨ª aparece hacer eco a un sistema cultural racista y colonial. Uno de los testimonios en este cap¨ªtulo cultural es el de una mujer afrocolombiana del caribe colombiano que fue torturada por un grupo de paramilitares cuando fue marcada con un hierro incandescente.
¡°Eso lo tengo como aqu¨ª, no he podido olvidar nunca¡±, dice ella. ¡°Yo creo que ellos me hicieron eso porque era negra, creo que ¨¦l me marc¨® porque era negra, y me marc¨® como si fuera una esclava. En la ¨¦poca de la esclavitud marcaban las mujeres negras, as¨ª como me marcaron a m¨ª las autodefensas¡±. La esclavitud fue abolida en Colombia en 1851, despu¨¦s de la independencia, pero no ¡°la idea de que los cuerpos pueden ser marcados, ultrajados y violentados¡±.
El Informe de la Verdad no es un documento jur¨ªdico que condene penalmente a alguien, ni a los armados, ni a sus aliados, ni a los colombianos ap¨¢ticos. Es m¨¢s bien un objeto cultural que intenta, como si fuera un espejo, mirar las narrativas que durante seis d¨¦cadas, o m¨¢s, derrotaron la empat¨ªa. Un libro que busca una nueva forma de narrar al que fue un enemigo interior. Como lo dijo el profesor de comunicaci¨®n Germ¨¢n Rey, esfuerzos como el de la Comisi¨®n, ¡°ya han empezado a generar modos culturales de representaci¨®n de la verdad¡±.
El llamado a la empat¨ªa de la Comisi¨®n de la Verdad se da un d¨ªa antes de que el presidente electo Gustavo Petro se reuniera con su mayor enemigo pol¨ªtico, el expresidente ?lvaro Uribe. Para muchos cercanos al uribismo, Petro siempre ha sido un guerrillero. Para muchos cercanos al petrismo, Uribe siempre ha sido un aliado del paramilitarismo. Y aunque a¨²n no es claro qu¨¦ vendr¨¢ de ese encuentro entre rivales pol¨ªticos, verlos sentados en la misma mesa es quiz¨¢s un paso m¨¢s para empezar a diluir aquel fantasma del enemigo interno.
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