La reforma agraria, un prop¨®sito frustrado desde el siglo XIX
Una de las prioridades del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, es incentivar la agricultura y cambiar la propiedad de la tierra
La historia de Colombia es la historia de una sucesi¨®n de guerras fratricidas por la posesi¨®n y producci¨®n de la tierra. El conflicto armado ha dejado, por lo menos, ocho millones de desplazados, principalmente en zonas rurales, las m¨¢s golpeadas por la violencia; de ah¨ª que el acuerdo de paz firmado entre el pasado gobierno de Juan Manuel Santos y la entonces guerrilla de las FARC planteara en su primer punto hacer una reforma agraria con la premisa de que la paz definitiva ser¨ªa el resultado de la eliminaci¨®n de las causas de la guerra. Pero, cinco a?os despu¨¦s, la reforma agraria nunca se emprendi¨®. El presidente electo Gustavo Petro ha prometido cumplir con los acuerdos. En su proyecto de gobierno considera que la agricultura ser¨¢ el nuevo petr¨®leo de la econom¨ªa.
En el Siglo XIX hubo nueve guerras civiles, todas asociadas a la tenencia de las tierras, y durante la mayor parte del Siglo XX y lo que va corrido de este la violencia por el mismo fen¨®meno ha sido pr¨¢cticamente constante y todav¨ªa m¨¢s feroz, pues nacieron las grandes guerrillas que resultaron de los fracasos gubernamentales de introducir una reforma agraria liberal que ordenaba el uso y el derecho al acceso de las tierras productivas del pa¨ªs. El presidente liberal Alberto Lleras Camargo (1958-1962) cre¨®, en 1961, el hoy desparecido Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) para ¡°impedir la inactiva concentraci¨®n de la propiedad territorial¡±, con el apoyo del programa estadounidense para la Am¨¦rica Latina que se llam¨® Alianza para el Progreso.
Las tensiones y las luchas por la tenencia y redistribuci¨®n de las tierras entre el campesinado no han dejado de generar violencia en Colombia. De las guerrillas que nacieron debido a ello el pa¨ªs pas¨®, a finales del siglo XX, a tener ej¨¦rcitos privados irregulares de extrema derecha, y a esta guerra que libran esas fuerzas opuestas en los campos y selvas del pa¨ªs se agreg¨® el poder econ¨®mico y criminal del narcotr¨¢fico. El intento de reforma agraria fracas¨®, fue objeto de manejos corruptos y desat¨® la violencia social y pol¨ªtica que ha llegado hasta nuestros d¨ªas.
Los problemas de inequidad en la repartici¨®n de la tierra vienen desde la conquista, de acuerdo con el historiador Ricardo S¨¢nchez ?ngel. ¡°Siempre la tendencia fue la concentraci¨®n en familias olig¨¢rquicas que controlaban la propiedad territorial, las minas y el comercio. La conquista es un gran modelo de destrucci¨®n, de organizaci¨®n tradicional en el que hubo una resistencia ind¨ªgena muy grande que gener¨® destrucci¨®n de las formas comunitarias¡±, explica.
El primer paso hacia lo que ser¨ªa un planteamiento formal para una reforma agraria lo dio el presidente liberal Alfonso L¨®pez Pumarejo durante su primer gobierno (1934-1938): estableci¨® que hasta que no se pudiera demostrar jur¨ªdicamente otra cosa, las tierras en Colombia eran propiedad exclusiva del Estado y este pod¨ªa disponer libremente de ellas. No obstante, los intentos que se han hecho para implementar reformas agrarias se malograron: los grandes terratenientes de siempre resultaban apropi¨¢ndose de m¨¢s tierras. ¡°Las reformas que buscaban mejorar la distribuci¨®n de la tierra al final terminaban aumentando la concentraci¨®n de la tierra¡±, concluye Mar¨ªa del Pilar L¨®pez, economista e historiadora. Los anteriores planes de reformas agrarias fueron criticados porque se hicieron sin el suficiente consenso social.
En el reciente informe de la Comisi¨®n de la verdad se advierte que, en el contexto del conflicto armado, ocho millones de hect¨¢reas han sido despojadas de forma violenta.
En Colombia, grandes extensiones de tierra est¨¢n en manos de unos pocos. El 0,4% de la poblaci¨®n es due?a del 46% de la tierra rural. La mayor¨ªa de esa tierra no se explota como deber¨ªa: de 11,3 millones de hect¨¢reas aptas para la agricultura, solo se usan 3,9 millones; caso contrario en la ganader¨ªa: de 8 millones aptas, se utilizan 38 millones, lo que equivale al 30% de la superficie del pa¨ªs. El 70% de la seguridad alimentaria depende de la agricultura familiar, no de los grandes terratenientes.
Colombia es el segundo pa¨ªs m¨¢s desigual de Latinoam¨¦rica y esa alt¨ªsima concentraci¨®n de la tierra es el resultado de varios factores, cuenta Mar¨ªa del Pilar L¨®pez. ¡°No sabemos qui¨¦n es el due?o de la tierra, cu¨¢l es el uso de la tierra, ni cu¨¢nto vale y, sin eso, es muy dif¨ªcil hacer una reforma agraria que funcione¡±. Adem¨¢s, explica que, desde siglos pasados, los latifundistas y otros terratenientes se apropiaron de las tierras sin tener t¨ªtulos de propiedad, o lo ten¨ªan solamente de, por ejemplo, veinte hect¨¢reas y fueron expandiendo sus fronteras hasta adue?arse de mil, aunque en la actualidad solo paguen impuestos por las veinte reconocidas a su nombre. ¡°La evasi¨®n es muy alta, hay unos intereses muy fuertes para que no se haga una reforma. Muchas de las personas que se han apropiado no pueden demostrar que son due?os, y muchos de los que s¨ª lo son no est¨¢n pagando el valor real en impuestos¡±, agreg¨® Mar¨ªa del Pilar L¨®pez.
?ngela Mar¨ªa Penagos, directora del Centro de Investigaci¨®n en Sistemas Agroalimentarios de la Universidad de los Andes, explica que la concentraci¨®n de tierras tambi¨¦n se dio porque no hab¨ªa l¨ªmites estrictos de la acumulaci¨®n que pod¨ªa tener una persona. ¡°La gente fue comprando y ha habido, adem¨¢s, despojos violentos. Hay casos en los que una persona es due?a del 60% del municipio: eso te da un poder territorial y pol¨ªtico muy grande¡±, aclara.
El desactualizado catastro solo tiene informaci¨®n del 11% de las tierras del pa¨ªs. Sin un censo de las propiedades ¡ªno solo para la actualizaci¨®n, sino para la valorizaci¨®n de las mismas¡ª ser¨¢ muy dif¨ªcil avanzar en una pol¨ªtica de redistribuci¨®n.
Jhenifer Mojica, coordinadora del empalme del nuevo gobierno en el sector agrario, explica que la reforma plantea hacer titulaci¨®n de tierras a las personas que no han podido acceder a la propiedad y aclara que ser¨¢n principalmente para la poblaci¨®n campesina, afrodescendiente, ind¨ªgena y v¨ªctimas del conflicto armado, tal como lo estableci¨® el acuerdo de paz.
¡°El Estado tiene la potestad de recuperar las tierras que hayan sido apropiadas de manera indebida e ilegal. Las del narcotr¨¢fico, que est¨¢n en proceso de extinci¨®n de dominio, ser¨¢n destinadas a la poblaci¨®n que nunca ha accedido a tierras y as¨ª mejorar la situaci¨®n de desigualdad¡±, se?ala.
La reci¨¦n elegida ministra de Agricultura, Cecilia L¨®pez, ha insistido en que el proyecto no contempla la expropiaci¨®n de tierras, aunque dicha expropiaci¨®n ya hace parte de la Constituci¨®n Nacional. Lo que s¨ª proyecta es comprar tierras improductivas. En caso de que los due?os no quieran venderlas deber¨¢n hacer proyectos rentables o pagar m¨¢s impuestos.
Jhenifer Mojica puntualiza que la reforma no consistir¨¢ en solo dar tierra a la gente porque esto ya se ha hecho antes y no ha logrado revertir la pobreza estructural ni la desigualdad m¨²ltiple. ¡°Este enfoque tiene que cambiar. El desarrollo rural integral implica que la tierra y el territorio vayan acompa?ados de otras condiciones para el desarrollo de una vida digna¡±.
El problema no se reduce a que los campesinos que m¨¢s producen alimentos no tengan tierras: el 60% no tiene agua, el 65% nunca ha recibido asistencia t¨¦cnica, ni cr¨¦ditos, ni maquinaria para cultivar mejor. Adem¨¢s, en el campo hay pocas escuelas para los ni?os, carecen de servicios b¨¢sicos y no hay v¨ªas ni transporte para vender los cultivos, por lo que muchas veces se pierde.
C¨¦sar Jerez, presidente de Frutos de paz ¡ªuna asociaci¨®n de campesinos y reincorporados para impulsar la comercializaci¨®n de alimentos¡ª relata a este medio que lleva m¨¢s de veinte a?os participando en movilizaciones sociales y el gobierno nunca le ha cumplido a los campesinos. ¡°El acceso a la tierra es uno de los graves problemas porque hay gente que nunca ha tenido tierras o la han despojado; eso se soluciona desconcentrando la tierra. Hay que superar los latifundios improductivos, el hecho de que se use la tierra para lavar econom¨ªas ilegales como el narcotr¨¢fico, el contrabando o la miner¨ªa ilegal de oro. Esos dineros se lavan comprando tierra, entonces hay que redistribuirla¡±, explica.
El historiador Ricardo S¨¢nchez ?ngel cree que la lucha del hambre pasa inevitablemente por una pol¨ªtica agraria que recupere la soberan¨ªa alimentaria. ¡°Deben organizarse redes de abastecimiento en los barrios populares, garantizar cr¨¦ditos baratos, circuitos de comercializaci¨®n y transporte; eso significa construir una pol¨ªtica de soberan¨ªa alimentaria, eliminar la importaci¨®n de esos alimentos paulatinamente y, de manera r¨¢pida, recobrar la vocaci¨®n agraria, con un sentido de planeaci¨®n de la agricultura¡±.
?ngela Mar¨ªa Penagos tambi¨¦n considera imperativo transformar el agro. ¡°Por ser uno de los pa¨ªses que tendr¨¢ m¨¢s problemas con el cambio clim¨¢tico, debemos transformar nuestra agricultura. Tenemos poca integraci¨®n con la industria agroalimentaria, problemas en la distribuci¨®n de alimentos, y eso tiene fuertes implicaciones¡±, dice.
A pesar de tener gigantescas extensiones de tierra cultivables, Colombia importa entre 13 y 14 millones de toneladas de alimentos anuales (equivalente al 30% de lo que consume), pudiendo producirlos. La reforma del presidente electo Gustavo Petro busca el autoabastecimiento alimentario, la exportaci¨®n de excedentes y empleo digno para los campesinos.
Petro ha insistido en que Colombia debe acabar con la dependencia del petr¨®leo y para ello ha propuesto un cambio de modelo econ¨®mico en el que la agricultura no est¨¦ relegada, sino que se potencie y constituya en fuente de producci¨®n. La reforma agraria ser¨¢, seg¨²n se dice, el primer paso.
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