Los ind¨ªgenas aw¨¢ denuncian el exterminio de su pueblo
La comunidad sufre la constante zozobra del confinamiento, el desplazamiento forzado y las masacres
La tragedia hizo visible al pueblo ind¨ªgena aw¨¢ en 2009. Las antiguas FARC-EP perpetraron la masacre de Tortuga?a Telemb¨ª, que dej¨® 850 desplazados y 12 personas asesinadas, entre ellas, dos mujeres embarazadas. Justamente, ese mismo a?o la Corte Constitucional alert¨® sobre el riesgo inminente de desaparici¨®n f¨ªsica y cultural de este pueblo compuesto por m¨¢s de 26.000 personas. En el mismo documento orden¨® al Estado una protecci¨®n especial. 11 a?os despu¨¦s, la violencia en contra del pueblo Aw¨¢ se mantiene. Hace apenas una semana, una nueva masacre dej¨® tres ind¨ªgenas aw¨¢ asesinados en el resguardo Inda Sabaleta, entre ellos, Juan Orlando Moreano, su actual gobernador suplente.
Los aw¨¢ formaron una delegaci¨®n de la Unidad Ind¨ªgena del Pueblo Aw¨¢ (UNIPA) que tras varios d¨ªas de viaje a trav¨¦s de selva y trocha llegaron esta semana a Bogot¨¢ para denunciar la violencia continua que los azota. Los homicidios y masacres son apenas la punta del iceberg en una comunidad que vive en permanente confinamiento por los grupos armados que operan en la zona. La comitiva se reunir¨¢ con organismos internacionales para hacer eficaz la medida de protecci¨®n de la CIDH con la que tambi¨¦n cuentan, pero que como el auto de la Corte, tampoco se ha hecho efectiva.
Durante los primeros meses de 2016, en el marco los di¨¢logos de La Habana se vislumbr¨® una calma ef¨ªmera. Pero la paz dur¨® poco para el pueblo aw¨¢. Apenas unos meses despu¨¦s de la firma del Acuerdo la barbarie volvi¨® a su territorio. Seg¨²n el Observatorio de Derechos Humanos de la UNIPA, despu¨¦s de los Acuerdos se han registrado 95 asesinatos, cuatro masacres, 13 desplazamientos masivos y 16 desapariciones forzadas.
Floriberto Canticus, que forma parte de la delegaci¨®n y es consejero secretario general de UNIPA, dimensiona el impacto de estos hechos: ¡°Cuando asesinan a nuestros hermanos pr¨¢cticamente se pierde la vida de una gran familia aw¨¢. Si asesinan a un l¨ªder o una autoridad tradicional se rompe el tejido que se ha venido cosiendo en el proceso comunitario y se debilitan los procesos pol¨ªticos de los resguardos¡±.
Claudia, lideresa aw¨¢ desde hace 17 a?os, comenta que la violencia exacerbada fue consecuencia de la baja implementaci¨®n de lo consignado en La Habana. ¡°Siempre estaremos de acuerdo con cualquier esfuerzo que se haga para la paz, pero tambi¨¦n es importante decir que no hubo el suficiente compromiso del Gobierno actual para implementar estos acuerdos¡±, sostiene.
El investigador Carlos Espitia del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) coincide en esta opini¨®n y a?ade que la negligencia en el cumplimiento del mandato de la Corte se vio reforzado por la complejidad de la zona donde viven, un territorio fronterizo con salida al mar donde la ruta del narcotr¨¢fico juega un rol clave en la econom¨ªa del lugar. Para Espitia, el panorama de reconfiguraci¨®n del conflicto despu¨¦s de la salida del territorio de las antiguas FARC, dej¨® un vac¨ªo en t¨¦rminos de control territorial y atomiz¨® los grupos armados ilegales.
Ahora, la mayor¨ªa de mafias que hacen presencia en la regi¨®n no cuentan con una estructura pol¨ªtica como la guerrilla, sino que son estructuras militares dedicadas espec¨ªficamente al narcotr¨¢fico, como el Frente Oliver Sinisterra, las Guerrillas Unidas del Pac¨ªfico y Los Contadores. En el ¨²ltimo a?o, sin embargo, tambi¨¦n se ha registrado la presencia espor¨¢dica y algunos enfrentamientos entre estructuras asociadas a disidencias de las FARC de Gentil Duarte y estructuras de la Segunda Marquetalia.
La violencia ha llevado a un incremento de la presencia estatal exclusivamente a trav¨¦s de la militarizaci¨®n, excluyendo otras medidas integrales de protecci¨®n para la poblaci¨®n. La UNIPA reclama que pese a que peri¨®dicamente se hacen reuniones con entidades estatales, con las que se han firmado m¨¢s de 620 compromisos, ninguno ha traspasado el papel. Ni siquiera en t¨¦rminos de cobertura de servicios b¨¢sicos. La mayor¨ªa de sus resguardos est¨¢n totalmente incomunicados.
A pesar de que la crisis parece agudizarse, la resistencia de los aw¨¢ parece hacerse m¨¢s fuerte. Su fe se vio renovada de la mano de la elecci¨®n de Gustavo Petro. Los aw¨¢ recibieron esta victoria con optimismo pues la presencia de Francia M¨¢rquez significa para ellos una posible garant¨ªa, pues ella ha vivido el rigor del conflicto igual que su pueblo. ¡°Esperamos que este nuevo Gobierno sea diferente y tenga un compromiso con la paz. La verdad es que es un sue?o que no s¨¦ si yo alcanzar¨¦ a ver¡±, se?ala Leidy, una joven lideresa del Resguardo Ind¨ªgena de Tortuga?a Telembi.
Mientras esperan a que los compromisos se cumplan, los ind¨ªgenas aw¨¢ han decidido apostar por la protecci¨®n y pedagog¨ªa propia a trav¨¦s del fortalecimiento de su Guardia Ind¨ªgena, compuesta por m¨¢s de 2000 personas. Tambi¨¦n impulsan emisoras comunitarias para mantener vivas sus costumbres, reparar el tejido social y hacerle frente a uno de los fen¨®menos que m¨¢s les preocupa: el reclutamiento forzado que acecha a sus j¨®venes. As¨ª, buscan separarse de la militarizaci¨®n de su ¡®Katsa Su¡¯, como le llaman al territorio que habitan.
Los ind¨ªgenas reclaman que sus resguardos se conciban como potencia de la vida¡± porque, al disminuir la violencia, podr¨ªan dedicarse a proteger la biodiversidad que los rodea, como las m¨¢s de mil especies de p¨¢jaros que han podido identificar. Luego de tocar puertas aqu¨ª y all¨¢, con toda clase de organizaciones humanitarias, sociales y gubernamentales, la comitiva regresar¨¢ a sus resguardos en los pr¨®ximos d¨ªas. Vuelven con prevenci¨®n y miedos, pues se sienten expuestos. A¨²n as¨ª quieren hacer lo necesario para detener el exterminio. Eso incluye alzar la voz, exigir y denunciar: ¡°Hemos decidido no quedarnos en silencio. Si nos quedamos callados nos seguir¨¢n matando¡±.
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