Petro, el moderado
Los dos primeros mensajes como presidente de Colombia van dirigidos a tranquilizar a los inquietos
Los dos primeros mensajes de Gustavo Petro como presidente de Colombia van aparentemente dirigidos a tranquilizar a los inquietos: en el Gabinete reserv¨® los cargos que deben dar garant¨ªa en las reglas econ¨®micas y en las jur¨ªdicas a t¨¦cnicos reconocidos, no petristas; y en su discurso inaugural fue tan moderado que incluso alcanz¨® a inquietar a sus m¨¢s radicales seguidores.
Se hab¨ªa anticipado a integrar a su equipo a Jos¨¦ Antonio Ocampo y Alejandro Gaviria, dos economistas con alto reconocimiento acad¨¦mico que, aunque son progresistas, est¨¢n muy alejados de las ideas econ¨®micas de la izquierda tradicional. En su alocuci¨®n reforz¨® el mensaje haciendo alusi¨®n al crecimiento econ¨®mico en paralelo al mensaje de distribuci¨®n que esperan sus aliados originales.
Es cierto que el primer presidente de izquierda de Colombia se?al¨® el combate a la desigualdad como una de sus prioridades y que atribuy¨® a la reforma tributaria que propondr¨¢ el papel de promover la justicia social, pero lo hizo de tal manera cuidadosa que seguramente los empresarios quedaron tranquilos cuando dijo que los impuestos no pod¨ªan ser confiscatorios.
La designaci¨®n de dos profesores de derecho constitucional en las carteras de interior y justicia, extra¨ªdos de cl¨¢sicas ideas liberales, pareciera tener el prop¨®sito de reiterar su compromiso de cumplir la Constituci¨®n y de espantar los miedos que sus m¨¢s fuertes opositores han difundido de que pueda usar el poder para promover pr¨¢cticas autoritarias o para intentar permanecer en el poder.
Quienes conocen a Alfonso Prada y a N¨¦stor Osuna saben que ninguno de los dos suscribir¨ªa, por ejemplo, un decreto que pretenda poderes de emergencia para combatir el hambre, como durante la campa?a hab¨ªa dicho el propio Petro que har¨ªa. Los estados de excepci¨®n se usan para hechos extraordinarios y sobrevivientes, caracter¨ªsticas dif¨ªciles de acreditar por los problemas de hambre que afectan a un porcentaje de la poblaci¨®n colombiana.
Prada y Osuna tambi¨¦n garantizan buena calidad, desde el punto de vista jur¨ªdico, de las decenas de proyectos de reforma institucional que querr¨¢ promover el Gobierno entrante. Eso no es poca cosa. Los partidos de izquierda suelen ser ret¨®ricos al escribir las leyes e incurrir por esa v¨ªa en faltas de t¨¦cnica legislativa.
En las veintitantas p¨¢ginas del discurso presidencial no hubo una sola afirmaci¨®n que alguien pueda decir que amenaza el orden democr¨¢tico o las m¨¢s cl¨¢sicas reglas del estado de derecho.
La intervenci¨®n del presidente Petro no hizo alusi¨®n al Gobierno saliente, no tuvo ning¨²n reclamo a la fuerza p¨²blica por eventuales abusos cometidos en el pasado, reconoci¨® a todas las fuerzas pol¨ªticas y prometi¨® reconciliaci¨®n.
Es cierto que la composici¨®n ideol¨®gica del gabinete de Petro se parece al de Pedro S¨¢nchez: un sector de liberales social dem¨®cratas y otro de izquierda doctrinaria. Pero escoger como directores de los temas econ¨®micos y jur¨ªdicos a moderados que no estuvieron inicialmente en su campa?a no es una decisi¨®n tomada al azar, si se juzga en conjunto con el cuidadoso discurso inaugural.
Algunos debieron inquietarse por la designaci¨®n de Gloria In¨¦s Ram¨ªrez, primera militante del Partido Comunista Colombiano en ser designada en un gabinete ministerial, como ministra del Trabajo y la Seguridad Social. Pero el discurso del presidente ante una Plaza abarrotada debi¨® volverlos a dejar tranquilos.
La pregunta siempre en estos casos es si el mensaje de moderaci¨®n es duradero o es un intento real de ampliar su base de apoyo para promover las reformas posibles y no necesariamente las deseables.
Petro parece apostarle genuinamente a la segunda opci¨®n. Ha repetido a sus electores originales: ¡°no tenemos mayor¨ªas¡±, ¡°si nos aislamos nos tumban¡± y varias frases parecidas, que son el reconocimiento de que hay que apostarle al cambio posible.
Sin embargo, la intenci¨®n del presidente tiene el problema de encontrar partidos clientelizados y no ideologizados, con lo que la discusi¨®n tem¨¢tica se dificulta y se convierte en una puja por la participaci¨®n burocr¨¢tica. De otra parte, se encuentra que en el debate conceptual hay una mayor¨ªa de centro derecha en el congreso.
Si, por cualquiera de las dos razones, insatisfacci¨®n en el intercambio o aut¨¦ntica diferencia en el contenido de las propuestas, Petro no consigue hacer aprobar en el Congreso reformas que sean de verdad, as¨ª no impliquen ruptura, el escenario pol¨ªtico cambiar¨¢. Los electores de Petro pueden tener la tranquilidad de que el presidente intentar¨¢ el cambio que ellos esperan. Ha comenzado a hacerlo con moderaci¨®n para lograrlo; falta ver si sus nuevos potenciales aliados entienden que tienen que responder a esa sed de cambio si no quieren que haya un estallido social, esta vez s¨ª seguramente muy doloroso.
Su ministro de Educaci¨®n, Alejandro Gaviria, lo hab¨ªa vaticinado cuando a¨²n era su contendor: Petro es necesario para controlar la explosi¨®n del volc¨¢n.
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