Mario Mendoza: ¡°Entrenarte en la derrota te pone el ego en su justo lugar¡±
Uno de los escritores m¨¢s vendidos de Colombia, aclamado por un p¨²blico principalmente joven y menospreciado por la cr¨ªtica, acaba de lanzar su obra m¨¢s reciente: Leer es resistir
El escritor Mario Mendoza (Bogot¨¢, 1964) entr¨® en la cocina y le pareci¨® ver c¨®mo los objetos que siempre hab¨ªan estado ah¨ª de repente se re¨ªan, los vasos se burlaban de ¨¦l. Sinti¨® que se estaba volviendo loco. La pandemia del 2020 lo confin¨® en su apartamento. Monologaba d¨ªa y noche en una soledad impuesta, triste y sin escapatoria: su madre muri¨® y ¨¦l no pudo salir a despedirla debido a las medidas del gobierno por el coronavirus. ¡°Me vine a pique, me derrumb¨¦¡±, confiesa Mario, un fen¨®meno de lectores y ventas en Colombia, pero poco apreciado por la cr¨ªtica.
Mario tiene los ojos verde oliva, el pelo entrecano, la barba crecida y la contextura gruesa. Sus manos se mueven al ritmo del discurso y su voz es como un chisporroteo cargado de citas memorables. ¡°Para m¨ª la lectura es un estado alterado de la conciencia¡±, dice. Sentado en una silla giratoria, de pronto toma un papel y un bol¨ªgrafo y hace garabatos para explicar una idea, como si estuviera dictando una clase. El encuentro con EL PA?S se da en el octavo piso de la Editorial Planeta, en Bogot¨¢. En la sala de reuniones apenas se oye el murmullo del tr¨¢fico. Por la ventana se cuela el fr¨ªo; un cielo encapotado, pero luminoso, satura a la vista. A Mario le molesta la luz, explica que es un efecto de escribir durante periodos prolongados.
Acaba de lanzar Leer es resistir, un homenaje a la lectura que teje con historias personales. Sonr¨ªe cuando cuenta que tuvo que reprender a los objetos de la cocina. ¡°Sent¨ªa que me despreciaban, que me consideraban un miserable arrastrado¡±, rememora. Despu¨¦s de la muerte de su madre, en 2020, Mario tuvo dos accidentes. Primero, lo atropell¨® una motocicleta y se fractur¨® un brazo. Poco despu¨¦s se rompi¨® las costillas en una ca¨ªda en el ba?o. Durante varios meses sobrevivi¨® con la ayuda de enfermeras. Estaba cojo, ten¨ªa que dormir sentado y perdi¨® temporalmente la movilidad del brazo derecho. ¡°No estaba haciendo bien el duelo. Ahora, mirando atr¨¢s, no s¨¦ si fueron accidentes o si fueron cosas que mi inconsciente busc¨® sin que yo me diera cuenta¡±, concluye. ¡°Yo creo que hay una relaci¨®n entre el duelo y hacerse da?o, por una raz¨®n: parte del proceso de duelo es por la culpa de no haber podido hacer nada por el otro. En mi soledad urd¨ªa las peores hip¨®tesis en donde la culpa entraba: ?Por qu¨¦ no me invent¨¦ formas de visitar a mi mam¨¢? Y esa culpa va ligada al castigo. Entonces, ?c¨®mo te castigas? Te enfermas¡±, reflexiona. La escritura fue su salvaci¨®n. Ingeni¨® formas de moverse, se levant¨® de la cama y empez¨® a escribir con la mano izquierda.
Quiz¨¢ la entereza es lo que m¨¢s define a Mario Mendoza. En sus comienzos le cost¨® entrar al mundo editorial. Su segunda novela, Scorpio city, fue rechazada por siete editoriales. Viaj¨® a Estados Unidos convencido de que no iba a poder ser escritor y de que en su pa¨ªs no quer¨ªan leerlo. A finales de los noventa, un editor de Planeta encontr¨® el manuscrito y lo llam¨® para decirle que quer¨ªan publicarlo. Cambi¨® su rumbo de acad¨¦mico en Estados Unidos ¡ªdonde era profesor y empezar¨ªa un doctorado¡ª y regres¨® a Bogot¨¢. ¡°Tuve que entrenarme en la derrota, y es muy importante eso, porque te pone el ego en su justo lugar, porque te ense?a el aguante, el temple, forjar un car¨¢cter a golpes, como los metales¡±, dice. Cuando la novela fue publicada, la cr¨ªtica lo magull¨®. ¡°Sentirnos fracasados es parte constitutiva de la vida¡±, reflexiona Mario.
En 1995 gan¨® el Premio Nacional de Literatura con La traves¨ªa del vidente. Hab¨ªa participado cuatro a?os consecutivos con ese mismo libro de relatos. ¡°Es curioso que ahora hablen tanto del ¨¦xito, cuando deber¨ªan hablar m¨¢s de la importancia del fracaso¡±, escribe en Leer es resistir.
Para Mario ning¨²n reto es desmesurado. Es uno de los pocos autores que ha incursionado en varios g¨¦neros literarios: novela, ensayo, c¨®mic, literatura juvenil y novela gr¨¢fica. Sus libros han sido traducidos al alem¨¢n, al dan¨¦s, al franc¨¦s, al italiano, al portugu¨¦s y al ¨¢rabe.
***
Mario enferm¨® de una peritonitis gangrenosa cuando ten¨ªa siete a?os. El pron¨®stico era definitivo: lo desahuciaron. ¡°Me dieron los santos ¨®leos y todos esperaban una muerte inminente¡±, cuenta en el libro. Durante su convalecencia, ley¨® los primeros libros infantiles que le llegaron como regalos. Leer lo hizo volver a la vida y le marc¨® su destino como escritor. ¡°Yo creo que la lectura obliga a estar en los otros, a meternos dentro de los dem¨¢s. Es un ejercicio sano que nos prepara para la alteridad, para que cuando est¨¦ frente al otro pueda ponerme en su posici¨®n¡±, dice en la entrevista.
Se consagr¨® a la literatura llevando vida de anacoreta y con la disciplina de un deportista. ¡°Una obra depende, por encima del talento, de la templanza del car¨¢cter¡±, escribe en Leer es resistir. Mario anda en bicicleta y no tiene carro. No est¨¢ en las redes sociales. ¡°No me interesan, no quiero una apolog¨ªa del yo¡±, dice. ¡°La lectura literaria se opone de manera directa a esa opresi¨®n. Si el sistema nos propone un narcisismo de m¨²ltiples tent¨¢culos (yo en Instagram, yo en Facebook, yo en YouTube, yo en Tiktok, yo en mis selfis cotidianas, yo y mis seguidores), los libros nos proponen exactamente lo contrario: c¨®mo salir de m¨ª para convertirme en otros¡±, explica en el libro.
Mario reh¨²ye los cocteles de las ¨¦lites y los c¨ªrculos sociales donde suelen estar los escritores. Sus presentaciones de libros no son en clubes ni en lugares elegantes, a puerta cerrada. Las hace en bibliotecas p¨²blicas, con entrada libre. De hecho, una de sus ¨²ltimas firmas de libros fue en Soacha, una poblaci¨®n ubicada al sur de Bogot¨¢, donde abunda la miseria y escasean las librer¨ªas. En los eventos, los lectores suelen hacer filas durante horas a la espera de que Mario les firme un libro. En la pasada Feria del Libro, de Bogot¨¢, lleg¨® a firmar m¨¢s de cinco mil ejemplares. ¡°Hace muchos a?os me niego a ese show donde la literatura se vuelve, no solo de ¨¦lite, sino un espect¨¢culo social. Me parece muy importante hacer firmas en Soacha porque no podemos seguir enviando ese mensaje de exclusi¨®n, de que la literatura es para unos pocos. Tenemos que transformar esta naci¨®n y enviar un mensaje de igualdad y democracia participativa¡±, explica.
Mario no es un fen¨®meno que se dio de un d¨ªa para otro. Fue en bibliotecas y en colegios p¨²blicos donde, durante a?os, sedujo a lectores j¨®venes. Seg¨²n ¨¦l, su ¨¦xito obedece a que su literatura conecta con las personas que se han sentido excluidas. ¡°Hay un descenso al inconsciente muy profundo en casi toda mi obra, hay una b¨²squeda de la catarsis¡±, explica. Mario es autor de Cobro de sangre, Relato de un asesino, Diario del fin del mundo, Lady masacre, La importancia de morir a tiempo, Apocalipsis, entre otros libros.
En su obra, Mario se aleja del lenguaje enrevesado y barroco. Tal vez esa es una de las molestias de la academia ¡ªque ¨¦l llama ¡°momificada, acartonada¡±¡ª. La cr¨ªtica ve con suspicacia que alguien como ¨¦l sea tan le¨ªdo. ¡°El canon, por lo general, descarta o descalifica los libros que se venden mucho. Tienden a hacer una divisi¨®n entre lo comercial y lo art¨ªstico; asocian lo art¨ªstico con lo minoritario, y esa divisi¨®n es un poco tonta. Puede haber cosas que se vendan mucho, pero que son inocuas, fr¨ªvolas y banales. Estoy de acuerdo con que las cifras y las ventas no son necesariamente un argumento est¨¦tico, pero tampoco lo contrario, porque entonces tendr¨ªamos que descalificar al Quijote¡±, explica.
El ritmo de sus novelas y ensayos es ¨¢gil; su prosa, afilada. Es un observador agudo de los claroscuros de la vida humana. Escribe sobre aventuras, ciencia ficci¨®n, asesinos, fen¨®menos paranormales y salud mental. Siempre va hacia lo introspectivo de sus personajes, con un hilo conductor que envuelve al lector. En un mundo donde reinan las redes sociales, en un pa¨ªs ¡ªColombia¡ª cuyo ¨ªndice de lectura es de 2,7 libros per c¨¢pita, ha cautivado un ej¨¦rcito de lectores de todas las edades: desde ni?os que lo empezaron a leer en el colegio hasta adultos que han seguido su carrera a lo largo de 30 a?os.
En 2002 Mendoza public¨® Satan¨¢s, una novela que entrelaza varias historias a partir de la masacre cometida, en 1986, por Campo El¨ªas Delgado, militar retirado de la guerra de Vietnam. Mat¨® a su propia madre y a cerca de 28 personas m¨¢s el mismo d¨ªa, la mayor¨ªa de ellas en el restaurante Pozzeto, que sol¨ªa frecuentar. En el recorrido de la masacre, busc¨® en la universidad a Mario Mendoza, compa?ero de tesis, pero no lo encontr¨®. En ese entonces, Mario era un estudiante de Literatura que viv¨ªa en conventillos de mala muerte en el centro de Bogot¨¢. Desde ese mismo momento supo que ten¨ªa que escribir una novela pero, tras largos a?os de escritura, no lograba encontrar el tono; la reescribi¨® tres veces hasta que lo logr¨®. Con Satan¨¢s, Mendoza se gan¨®, hace 20 a?os, el Premio Biblioteca Breve, concedido por la editorial Seix Barral en Barcelona (ha sido el ¨²nico colombiano que se ha ganado este galard¨®n). Nuevamente la cr¨ªtica fue implacable. La novela se convirti¨® en un ¨¦xito editorial y fue llevada al cine.
***
En su discurrir literario, Mario ha explorado las angustias de la gente, la crueldad del ser humano. Hace cinco a?os no se embarcaba en una novela (durante ese tiempo se concentr¨® en los guiones de sus novelas gr¨¢ficas Ka¨®polis, Los fugitivos y El ¨²ltimo d¨ªa sobre la Tierra, y escribi¨® los ensayos Bit¨¢cora del naufragio y Leer es resistir). Despu¨¦s de la ¨²ltima novela que escribi¨®, Akelarre, sent¨ªa que no iba a ser capaz de volver. Hab¨ªa quedado devastado. Pero ya ha empezado una nueva que, dice, ahondar¨¢ en la falta de cordura de la sociedad: ¡°Yo creo que todos estamos locos, hay un delirio general, y yo estoy inmerso en ese delirio¡±. En el trasfondo de las palabras de Mario se adivina que un lenguaje empobrecido hace del mundo un lugar m¨¢s indolente. Tal vez por eso ve en la literatura una forma poderosa y bella de resistir.
¡ª?Piensa en la vejez?
¡ªYa estoy viejo ¡ªse r¨ªe¡ª. La vejez para m¨ª ya no es una teor¨ªa, es un hecho. Yo tengo 58 a?os y ya soy un viejo. Siento que hay que pagar la factura de no haber hecho una familia, por ejemplo.
¡ª?Y se arrepiente?
¡ªNo, en absoluto. Volver¨ªa a tomar las mismas decisiones, pero esa factura no se paga cuando uno est¨¢ joven, sino despu¨¦s ¡ªhace una pausa y contin¨²a¡ª: Hay una soledad del escritor que es muy dura. A m¨ª me duele cuando, en las horas de la noche, como solo. Soy incapaz de sentarme en la cocina, en silencio, porque la escena me parece deprimente. Yo tengo que prender el televisor, ver noticias, escuchar algo¡
¡ª?A qu¨¦ le teme hoy?
¡ªA una enfermedad terminal prolongada. Vi morir a mi padre de c¨¢ncer y me parece una enfermedad terrible. No tengo el temperamento para aguantar algo as¨ª. Y le tengo mucho miedo a una calumnia, a que alguien se haga pasar por m¨ª, me suplante la identidad, escriba correos a mi nombre y yo me demore dos o tres a?os en un juicio demostrando que no fui yo.
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