Vargas Vila: buen y mal escritor
Es justo recordar a los personajes que lo exaltaron: Juan Domingo Per¨®n, Jorge Eliecer Gait¨¢n, Eloy Alfaro, presidente del Ecuador, ?lvaro Obreg¨®n, presidente de M¨¦xico, Pablo Neruda y muchos m¨¢s
Ambos adjetivos son ciertos y no se excluyen. Buen escritor porque logr¨® en su tiempo una influencia indiscutible en la expansi¨®n del populismo latinoamericano; su prestigio de escritor y orador colombiano alcanz¨® cumbres significativas para vivir como un rico en Europa y Estados Unidos. Alcanz¨® a tener propiedades importantes: ¡°Una villa en Autenil, Villa Ibis en M¨¢laga, Villa Schultz en Suiza, una torre en las afueras de Barcelona, apartamento en esta ciudad y Madrid. San Angelo, lugar de descanso en Sorrento. Todo ello producto de los beneficios que le pagaban sus editores Viuda de Ch. Bouret y Ram¨®n Sopena¡± dice el profesor Malcom Deas, ¡°Sopena en esa ¨¦poca le estaba pagando 60.000 pesetas anuales. Las ediciones de ese entonces no eran precisamente baratas, de lo cual se puede concluir que autor y editor apuntaban a una audiencia algo acomodada m¨¢s bien que al pueblo. Seg¨²n Manuel Ugarte, fue entre 1900 y 1914 que sus novelas alcanzaron difusi¨®n pasmosa y fueron la cartilla rom¨¢ntica de toda una juventud del mundo hisp¨¢nico. Pasado un poco el ¨Csarampi¨®n¨C de sus ventas, en 1924 emprende un viaje a Brasil, Uruguay, Argentina y M¨¦xico. Toca en Barranquilla donde fue entrevistado memorablemente por el poeta Rafael Maya. Pasa a Cuba, escribe a Laureano Vallenilla Lanz, ide¨®logo de cabecera del general Juan Vicente G¨®mez, a quien no ha insultado tanto, ofreciendo coronar ¨Cinteresante verbo¨C su carrera con una Vida de Bol¨ªvar, esa ser¨¢ mi obra cumbre¡±. Vale la anotaci¨®n del profesor Deas, historiador de marca mayor, referente a ¡°qui¨¦n no ha insultado tanto¡± porque Vargas Vila era un panfletista de envergadura, agraviaba a plenitud.
Sus v¨ªctimas m¨¢s sobresalientes fueron los curas y los conservadores. Los p¨²lpitos fueron aliciente para la venta de sus obras por la curiosidad que despertaba en el p¨²blico la cr¨ªtica constante del clero. Llama s¨ª la atenci¨®n el episodio que narra, con la gracia que le es propia, el maestro Juan Esteban Consta¨ªn: Vargas Vila fue a Bueno Aires invitado por un editor, porque all¨¢ era muy reconocido. Laureano G¨®mez estaba de embajador y le organiz¨® un banquete fenomenal, al punto de que el implacable libelista, que no dejaba t¨ªtere con cabeza, dej¨® testimonio de que le hab¨ªan rendido honores de pugilista y se lanz¨® a un paneg¨ªrico de Laureano, con la idea de que era el gran valor, la gran esperanza para renovar la pol¨ªtica colombiana. Qu¨¦ paradoja -digo yo- Laureano G¨®mez, alabado por un obispo del radicalismo liberal.
Mal escritor el bogotano a juicio de muchos que desestimaron la calidad de su obra y tal vez sea esa la raz¨®n por la cual, con el paso del tiempo, su bagaje literario fue pasando de moda y la descalificaci¨®n fue creciendo.
Pero es justo recordar a los personajes que lo exaltaron: Juan Domingo Per¨®n, Jorge Eliecer Gait¨¢n, Eloy Alfaro, presidente del Ecuador, ?lvaro Obreg¨®n, presidente de M¨¦xico, Pablo Neruda y muchos m¨¢s.
Sin embargo, es Fidel Castro el m¨¢s notable admirador, el que motiva esta columna porque el reconocido cineasta Lisandro Duque nos cont¨® en el diario El Espectador que el Jefe de la revoluci¨®n cubana, en su momento, le hab¨ªa pedido a su plenipotenciario ante el gobierno de Virgilio Barco, el historiador de autoridad Antonio N¨²?ez Jim¨¦nez, encargado de los pormenores de la reanudaci¨®n de las relaciones diplom¨¢ticas con Colombia, que le dijera al presidente Barco que Cuba estaba dispuesta a entregarle ¡°algo muy valioso que tenemos aqu¨ª: los manuscritos de Vargas Vila de cuando volvi¨® a La Habana. Incluso un diario personal de ¨¦l¡±. Don Lisandro no supo c¨®mo le fue a N¨²?ez Jim¨¦nez en su encargo cultural, pero se le volvi¨® una obsesi¨®n la recuperaci¨®n de esos manuscritos y en tal virtud ha intentado gestionar lo necesario para rescatar el tesoro literario del sat¨ªrico escritor que para Lisandro es- sobra decirlo- espl¨¦ndido. El presidente Gustavo Petro y su ministra Patricia Ariza tienen la palabra.
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