Petro lleva a Nueva York su guerra contra la lucha antidrogas
El presidente de Colombia quiere abrir ¡°una discusi¨®n mundial¡± con EE UU como principal aliado para cambiar el enfoque militar con el que se combate a los c¨¢rteles y a las mafias
En el coraz¨®n de Queens, el barrio multicultural de Nueva York, Gustavo Petro carg¨® con dureza contra la guerra antidrogas que ha librado Estados Unidos en Latinoam¨¦rica en las ¨²ltimas d¨¦cadas. ¡°Ha dejado un mill¨®n de latinoamericanos muertos, asesinados, y dos millones de norteamericanos, la mayor¨ªa afro, en las c¨¢rceles¡±, dijo el presidente de Colombia ante unas docenas de compatriotas que se hab¨ªan acercado a verle. Aunque pueda parecer una entrada agresiva con su principal socio, en realidad Petro pretende que el presidente Joe Biden sea su aliado m¨¢s importante en este asunto.
Petro record¨® que hab¨ªa estado en una ocasi¨®n anterior en Queens, cuando era un joven congresista. Entonces visit¨® un apartamento de latinoamericanos empleados sin contrato en las f¨¢bricas de la zona. Charl¨® con unos hombres destruidos por la carga de trabajo y los accidentes laborales que ten¨ªan que afrontar sin seguro social. Unos inmigrantes que se escond¨ªan de las autoridades y de los propios compatriotas para no ser detectados. ¡°As¨ª deambula un pueblo que bien merece la pena redimir, un pueblo que bien merece la pena emanciparse¡±, a?adi¨® Petro, que en su ¨²ltimo libro escribe con mucha pesadumbre sobre su vida como exiliado en Bruselas, en los noventa.
Este es el primer viaje de Petro como presidente a Estados Unidos, un socio hist¨®rico de Colombia, el m¨¢s importante de todos. En teor¨ªa, el mi¨¦rcoles estrechar¨¢ en una cena la mano de Biden, aunque la cita todav¨ªa no est¨¢ confirmada. El mandatario latinoamericano quiere convencer a Biden de cambiar por completo el enfoque a la guerra contra las drogas que propuls¨® su antecesor en el cargo, Iv¨¢n Duque, que por cierto tambi¨¦n anda estos d¨ªas por Nueva York.
?l pretende a?adirle una mirada ecologista a la tradicional forma de enfocar el problema, la confrontaci¨®n directa con los carteles de la droga y la destrucci¨®n de cultivos de coca. ¡°Quiz¨¢ la paz en Colombia est¨¢ articulada a la vida en el mundo¡±, explic¨®. ¡°Porque la vida del mundo necesita precisamente de la selva amaz¨®nica, porque la mirada de la selva amaz¨®nica ya no puede ser el glifosato, el veneno. La paz en Colombia es la revitalizaci¨®n de la selva, el cuidado de la vida humana en el planeta entero¡±.
Petro ya enarbol¨® en campa?a ese discurso, que no todo el mundo termina de comprender. No quiere que Colombia, principal exportador de coca¨ªna del mundo, reciba subvenciones en funci¨®n del n¨²mero de cultivos erradicados ni de capos arrestados. Considera que los jefes son reemplazados y las plantaciones vuelven a levantarse en otro lugar, lo que hace que el problema persista. Quiere ir m¨¢s al fondo: potenciar otro tipo de cultivos alternativos, que EE UU ayude a la preservaci¨®n de la selva por su propio beneficio (el cambio clim¨¢tico) y entablar acuerdos con grupos armados que se dedican al tr¨¢fico de drogas para que se sometan a la ley, bajo la promesa de que no ser¨¢n extraditados a EE UU.
Nada m¨¢s aterrizar en el aeropuerto JFK este domingo con una hora de retraso sobre la prevista ¡ªuna alerta en el cuadro de mandos del avi¨®n provoc¨® la mora¡ª, el presidente de Colombia se encontr¨® con Antonio Guterres, secretario general de la ONU. Le dijo que en EE UU mueren 70.000 personas por sobredosis al a?o. A menudo se tiende a creer que el tr¨¢fico es solo un asunto interno, pero en realidad es un problema binacional: del pa¨ªs que la exporta y el que la recibe. EE UU es el principal receptor de esta mercanc¨ªa, que al llegar a sus calles ha multiplicado por 100 su valor.
¡°Hasta ahora solo hemos logrado hacer m¨¢s fuertes a las mafias y destruir las democracias. Y la vida, y la cultura. He expresado la necesidad (a Guterres) de que se opte por una postura diferente y de abrir otros caminos y una discusi¨®n mundial. En lugar de invertir dineros p¨²blicos en el asesinato y la destrucci¨®n, mejor dedicarlos a la prevenci¨®n para que esa juventud no tome el camino del consumo y no se destruyan nuestros pa¨ªses¡±, continu¨® Petro.
M¨¢s tarde, se reuni¨® con el senador dem¨®crata Christopher Andrew Coons. Le insisti¨® en que no se puede seguir poniendo el ¨¦nfasis en lo militar, sino en generar condiciones para que los campesinos encuentren alternativas rentables a la coca, algo nada f¨¢cil porque se trata de uno de los productos que mayor revalorizaci¨®n alcanza en el mercado. Con ¨¦l charl¨® tambi¨¦n sobre la reforma rural integral que pretende llevar a cabo en su Gobierno. La disputa por la tierra entre los grandes propietarios y los peque?os agricultores es uno de los problemas de fondo de la violencia en Colombia.
La visita del presidente ha coincidido con la revelaci¨®n, del propio Gobierno de Colombia, de que ya ha entablado conversaciones con guerrillas como el ELN y con las disidencias de las FARC para su desarme. Las negociaciones con este ¨²ltimo grupo de guerrilleros, que no se acogieron al proceso de paz del presidente Juan Manuel Santos y en su lugar regresaron a la clandestinidad para combatir al Gobierno y traficar con coca¨ªna, son pol¨¦micas porque muchos no las consideran unas organizaciones pol¨ªticas ni ideol¨®gicas, sino simplemente unos delincuentes.
Los primeros pasos que ha dado Petro dan a entender que les va a lanzar un cable para que se puedan acoger, esta vez s¨ª, a un proceso de paz que los reintegre en la vida civil. ¡°Es un comienzo balbuceante. Se est¨¢n nombrando negociadores de distintas organizaciones¡±, no quiso ahondar m¨¢s. Entonces le preguntaron si se sentar¨¢ a la mesa con personajes como Iv¨¢n M¨¢rquez, un guerrillero hist¨®rico de las FARC que huy¨® a la vida clandestina despu¨¦s de sentirse enga?ado por el anterior Gobierno en el proceso de paz y si le preocupaba que eso le acarreara cr¨ªticas.
¡ªLa paz siempre ser¨¢ criticada¡ª, respondi¨®.
Petro ha llegado con una idea clara y nada parece que lo vaya a detener.
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