A qui¨¦n le sirve el cese al fuego
Los ceses funcionan mejor cuando hacen parte de una estrategia m¨¢s amplia de reducci¨®n de la violencia que incluya el fortalecimiento de la capacidad del Estado y la participaci¨®n de la sociedad civil
En el mes de septiembre, diez grupos armados y estructuras al margen de la ley anunciaron un alto al fuego unilateral en Colombia. El resultado esperado es que la violencia disminuya en las zonas de influencia de estas organizaciones, avanzando en lo que el gobierno llama la ¡°paz total¡±. Pero con pocas claridades sobre su alcance y sin un mecanismo de verificaci¨®n independiente, es dif¨ªcil poder sacar conclusiones sobre su cumplimiento. Por el momento, los efectos del ¡°cese¡± parecen ser heterog¨¦neos, y en alg...
En el mes de septiembre, diez grupos armados y estructuras al margen de la ley anunciaron un alto al fuego unilateral en Colombia. El resultado esperado es que la violencia disminuya en las zonas de influencia de estas organizaciones, avanzando en lo que el gobierno llama la ¡°paz total¡±. Pero con pocas claridades sobre su alcance y sin un mecanismo de verificaci¨®n independiente, es dif¨ªcil poder sacar conclusiones sobre su cumplimiento. Por el momento, los efectos del ¡°cese¡± parecen ser heterog¨¦neos, y en algunas regiones contraproducentes.
Los ceses pueden ser un mecanismo efectivo para interrumpir la violencia y producir una mejora en la situaci¨®n que enfrentan los civiles. Pero, mal manejados, pueden ser aprovechados por los actores armados ilegales, generar un contexto adverso para la negociaci¨®n y, parad¨®jicamente, activar la violencia. ?Qu¨¦ hacer para que esto no suceda?
Adem¨¢s de las cartas y comunicados de los grupos armados, hay poca informaci¨®n sobre lo que se ha llamado el ¡°cese al fuego multilateral¡±. El anuncio sobre su comienzo, por parte del alto comisionado para la paz, parece apresurado, cuando todav¨ªa faltan muchos detalles por definir. Lo que hay sobre la mesa es la intenci¨®n de desescalar la violencia.
El Centro de Estudios de Seguridad ETH Zurich y el Instituto de Investigaci¨®n para la Paz de Oslo (PRIO) presentaron recientemente una base de datos que identific¨® 2202 ceses en el periodo entre 1989 y 2020, que ocurrieron en 66 pa¨ªses y 109 conflictos. Este ejercicio, que incluy¨® la revisi¨®n de evidencia y el estado actual de lo que sabemos sobre este mecanismo, da pistas sobre los asuntos claves para que el cese cumpla su prop¨®sito: detener la violencia.
Habr¨ªa que comenzar por preguntarse cu¨¢l es la funci¨®n del ¡°cese multilateral¡±. En el marco de las guerras civiles, los ceses han sido usados como un alivio humanitario temporal, como una medida para contener la violencia y como parte de una estrategia orientada a la soluci¨®n pac¨ªfica. Pueden ser declarados tempranamente, sin tener claro el horizonte de la negociaci¨®n, o ser adoptados como parte de un acuerdo m¨¢s comprensivo. Dependiendo de c¨®mo se aborde, sus resultados pueden ser muy distintos.
Este es un asunto importante, ya que c¨®mo lo se?ala la Fundaci¨®n Ideas para la Paz (FIP), casi todos los procesos de di¨¢logo realizados en Colombia desde los ochenta incluyeron el cese al fuego y hostilidades, pero solo algunos resultaron en un acuerdo de paz.
Esta vez, la ¡°paz total¡± asume que para terminar la violencia hay que involucrar a todos los actores. Pero, como se ha advertido, esto requiere de un tratamiento diferenciado para las distintas organizaciones armadas y las agrupaciones criminales. En el caso del ELN el cese puede contribuir a generar confianza y crear un clima propicio para el di¨¢logo con esta guerrilla, pero en el caso de las facciones criminales que entrar¨ªan en la ruta del sometimiento no es claro cu¨¢l ser¨ªa el abordaje. Hay dudas fundadas sobre su capacidad de control y cohesi¨®n.
Lo que muestra la evidencia recabada por ETH Zurich y PRIO es que los ceses pueden ser usados como una herramienta para avanzar en objetivos pol¨ªticos y militares. Eso ya lo hemos visto en el pasado en el pa¨ªs. Dentro de las intenciones sinuosas se encuentra el reagrupamiento y la recuperaci¨®n tras una intensa etapa de disputa, la consolidaci¨®n del control territorial y el fortalecimiento de las econom¨ªas il¨ªcitas. En estos casos se contiene parte de la violencia, pero el conflicto no se detiene.
As¨ª parece estar ocurriendo en algunas regiones en Colombia con actores armados que mantienen activos procesos de expansi¨®n y disputa, sin enfrentarse al Estado, pero s¨ª con las facciones rivales. Por ejemplo, en Arauca las disidencias declararon una guerra sin cuartel al ELN, en el Cauca y Putumayo la confrontaci¨®n armada est¨¢ candente. Y en el Caribe la violencia organizada viene en ascenso.
En otras regiones y ciudades, si bien los homicidios han descendido notablemente, otras formas de violencia se mantienen. Las investigadoras de ETH Zurich y PRIO encuentran que los ceses, en lugar de terminar el conflicto y la violencia, pueden transformar su uso. Mientras que acciones como las masacres y los homicidios pueden bajar, las amenazas y las extorsiones podr¨ªan ir en la direcci¨®n contraria. Un ejemplo de esta situaci¨®n lo encontramos en el puerto de Buenaventura, donde en medio del proceso con las bandas los Shotas y los Espartanos, l¨ªderes han denunciado la persistencia de amenazas, extorsiones y desapariciones.
Lo que muestra la evidencia es que hay un conjunto de factores que contribuyen a disminuir estos riesgos y a aumentar la efectividad de los ceses. Primero, la FIP se?ala que entre ¡°m¨¢s explicitas, simples y concretas sean las obligaciones de las partes¡mayores ser¨¢n las posibilidades de que se cumpla su objetivo¡±. Los anuncios generales arrojan pocos resultados. Segundo, los mecanismos de monitoreo. Aquellos ceses que cuentan con una verificaci¨®n independiente y procesos para resolver las eventuales violaciones muestran mejores resultados. Uno de los l¨ªos en Colombia ser¨¢ hacer esta tarea con las organizaciones criminales. Tercero, el compromiso de las partes y los incentivos que tienen para no usar la violencia. Esto incluye a la Fuerza P¨²blica, que deber¨ªa tener claro su papel, con una estrategia de seguridad que respalde los esfuerzos en el ¨¢mbito de la paz y tenga capacidad disuasiva, evitando los mensajes ambivalentes. El cese no deber¨ªa derivar en una pol¨ªtica de brazos ca¨ªdos.
Adem¨¢s, los ceses funcionan mejor cuando hacen parte de una estrategia m¨¢s amplia de reducci¨®n de la violencia, lo cual incluye el fortalecimiento de la capacidad del Estado y la participaci¨®n de la sociedad civil. Por s¨ª solos, los ceses son una medida insuficiente, vol¨¢til e impredecible, que no deber¨ªa reemplazar la estrategia de seguridad. La pregunta que no podemos perder de vista es qu¨¦ pasar¨¢ cuando el cese termine.
Como se?ala el Instituto para la Transiciones Integrales (IFIT), en el informe ¡°Negociando con Grupos Criminales Violentos¡±, las medidas que no conducen a la transformaci¨®n o desmantelamiento de los grupos armados tienden a aumentar su capital social y pol¨ªtico frente a sus rivales, la poblaci¨®n y los pol¨ªticos. Por eso, el Gobierno siempre debe buscar ¡°salir con una ganancia, en t¨¦rminos de fortalecimiento institucional, apoyo a las v¨ªctimas o empoderamiento¡±. El cese debe conducir al debilitamiento de la capacidad de gobernar de los actores ilegales, no convertirse en una oportunidad para que se fortalezcan bajo el discurso de la paz.
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