La guerra fr¨ªa se calienta de nuevo
Hay mucho detr¨¢s de la visita de Xi Jinping a Rusia, pero en realidad ser¨ªa m¨¢s preciso decir que hay mucho delante: porque es en el futuro pr¨®ximo donde se proyectan las consecuencias de esta visita que est¨¢ teniendo lugar ahora
No s¨¦ si quede todav¨ªa alg¨²n latinoamericano que crea, como cre¨ªa el presidente Petro hace unos meses, que lo de Ucrania sucede en otra parte. ¡°Qu¨¦ Ucrania ni qu¨¦ ocho cuartos¡±, dijo en su momento, cuando le resultaba pol¨ªticamente rentable guardar silencio frente a ciertas cosas y amistarse con ciertos vecinos. Pero lo de Ucrania sucede aqu¨ª mismo y nos sucede a todos, y, si no estaba claro hasta ahora, uno pensar¨ªa que tiene que estarlo desde el lunes pasado: con la visita de Estado (totalitario) que hizo el presidente chino a Mosc¨². Frente a las c¨¢maras, Xi Jinping ha hablado de prosperidad y de solidaridad, porque las palabras aguantan cualquiera cosa, y los dos aut¨®cratas se han lanzado elogios que daban verg¨¹enza ajena, y los que seguimos las noticias tuvimos que recordar tantas visitas previas en las cuales los dos personajes se llamaron ¡°mejores amigos¡± y los medios recordaron que a veces se hab¨ªan encontrado para cocinar juntos.
(La imagen de la cocina puede ser perturbadora, sobre todo si uno se deja influenciar por los programas de s¨¢tira que nos han mostrado a Putin desnudo de la cintura para arriba, muy metido en su papel de macho de la KGB. ?se es el personaje que admiran los matones de barrio convertidos en figuras pol¨ªticas, y cuanto m¨¢s acomplejados, con m¨¢s raz¨®n: los Trump, los Orban, los de Vox en Espa?a. Nunca dejar¨¢ de sorprenderme que la nueva extrema derecha disfrazada de dem¨®crata se haya enamorado tanto de un antiguo comunista de l¨ªnea dura. Pero tal vez es equivocada esta manera de describir a Putin, un personaje de una profunda complejidad, de una ambig¨¹edad de serpiente que es una de las razones de su longevidad en el poder. Pero no nos desviemos.)
Lo que quiero decir es que hay mucho detr¨¢s de esa visita diplom¨¢tica de la China de Xi Jinping a la Rusia del criminal de guerra, y mucho, sobre todo, que nos concierne a ciudadanos del resto del mundo: este mundo nuestro donde hace mucho rato que las cosas no suceden solamente donde suceden. Porque no hay que ser demasiado suspicaces para darnos cuenta de que Xi Jinping persigue cosas que no est¨¢n a la vista; sobre todo, no hay que tener una imaginaci¨®n desbordada para ver en esa reuni¨®n, que es supuestamente una cumbre de paz (y ha comenzado, como todas las cumbres de paz, con fanfarrias militares y m¨²sica marcial), el comienzo de algo que muy bien podemos entender como una nueva Guerra fr¨ªa. Hay mucho detr¨¢s de esa visita, acabo de escribir, pero en realidad ser¨ªa m¨¢s preciso decir que hay mucho delante: porque es en el futuro pr¨®ximo donde se proyectan las consecuencias de esta visita que est¨¢ teniendo lugar ahora.
La gente de Xi Jinping ha enmarcado la cumbre dentro de una labor diplom¨¢tica que quiere propiciar o favorecer conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Pero creo que tenemos derecho a un cierto escepticismo: pues otra de las cosas que han compartido Putin y Xi Jinping desde 2012, cuando el presidente chino lleg¨® al poder, es una campa?a multiforme y diversa cuyo ¨²nico objetivo es contrarrestar a Estados Unidos. Hace unas semanas apenas, Xi Jinping se quejaba de que la Europa occidental, liderada por Estados Unidos, ha implementado pol¨ªticas que China considera hostiles o aun agresivas. Un amigo que sabe m¨¢s que yo de estas cosas me explic¨® que la ret¨®rica de Xi Jinping hab¨ªa incluido un concepto interesante: contenci¨®n. De eso acusaba a los pa¨ªses europeos y a los Estados Unidos de Biden: de estar implementando pol¨ªticas de contenci¨®n contra China. ?Por qu¨¦ es importante esa palabra? Porque remite directamente a la ret¨®rica de los momentos m¨¢s cr¨ªticos de la Guerra Fr¨ªa. Tal vez lo recordar¨¢n ustedes, si se han interesado en estos temas o si han le¨ªdo, como yo, demasiadas novelas de John Le Carr¨¦.
Containment: as¨ª fue como se conoci¨® la estrategia norteamericana contra la expansi¨®n del comunismo. El primero en describir el asunto con esta palabra fue un oscuro funcionario de la administraci¨®n Truman, George Kennan, y la us¨®, sin revelar su nombre, en un art¨ªculo de 1947 que hemos llegado a conocer ¡ªelocuentemente¡ª como el ¡°Art¨ªculo X¡±. Lo que all¨ª se dec¨ªa era que la pol¨ªtica norteamericana frente a la Uni¨®n Sovi¨¦tica deber¨ªa pasar por ¡°una contenci¨®n a largo plazo, paciente pero firme y vigilante, de las tendencias expansivas rusas¡±. Kennan no era un ide¨®logo, pero s¨ª un buen conocedor de la historia de Rusia. Alargo la mano y encuentro mi Historia del siglo XX, de Eric Hobsbawm. Para Kennan, leo all¨ª, Rusia era una sociedad gobernada por hombres a quienes impulsaba una sensaci¨®n ¡°tradicional e instintiva de inseguridad¡±, siempre ¡°aislada del mundo exterior, siempre regida por aut¨®cratas¡±, empe?ada siempre en la destrucci¨®n completa del rival, ¡°sin llegar jam¨¢s a pactos ni compromisos¡±: reaccionando siempre, dice Hobsbawm, ¡°a la l¨®gica de la fuerza¡±, no de la raz¨®n.
Hobsbawm public¨® su libro en 1995, pero lo que dice no me suena viejo.
El uso que hizo Xi Jinping del vocabulario m¨¢s sensible de la Guerra Fr¨ªa es una rareza. Yo puedo imaginar, sin embargo, lo que se ve desde su posici¨®n de aut¨®crata preocupado: una serie de pol¨ªticas dise?adas en Occidente para contener su expansi¨®n econ¨®mica y su poder¨ªo militar, que comenzaron en serio con Trump y su ret¨®rica abiertamente antichina, pero que no se han quedado all¨ª. Cuando el gobierno de Biden lanza se?ales de que quiere prohibir TikTok (que no es s¨®lo una red social, salvo que uno sea completamente ingenuo o Rodolfo Hern¨¢ndez, sino un sofisticado instrumento de espionaje), es posible entender en sus intenciones una forma, actualizada para nuestros d¨ªas y nuestras inquietudes, de la contenci¨®n de toda la vida. Y hace unos d¨ªas apenas, cuando el primer ministro japon¨¦s lleg¨® de visita a Kiev, con la intenci¨®n abierta de apoyar a los agredidos en la guerra, me qued¨® imposible no recordar que poco antes se hab¨ªa reunido con Biden. Se habl¨® de misiles, de doctrina militar, de cambios estrat¨¦gicos para que el ej¨¦rcito norteamericano pueda apoyar a Jap¨®n en caso de conflictos en el Pac¨ªfico asi¨¢tico. Y claro: todo esto es nuevo.
Y tambi¨¦n preocupante. Pues, desde el fin de la Segunda guerra, Jap¨®n ha mantenido un terco pacifismo en la zona; ahora, visitando Kiev y reuni¨¦ndose con Biden, Jap¨®n lanza se?ales inequ¨ªvocas de colaboraci¨®n ¡ªo de alineaci¨®n, si ustedes quieren¡ª que parecen dirigidas a Ucrania y a Estados Unidos, pero que en realidad se hacen con un ojo puesto en China. Y con un ojo puesto en China, y en la alianza china con la Rusia de Putin, se reunieron en San Diego los l¨ªderes de Estados Unidos, Reino Unido y Australia: una alianza in¨¦dita cuyo objetivo era compartir tecnolog¨ªa militar, cosa que no hab¨ªa sucedido desde los tiempos del miedo a la guerra at¨®mica. Nunca, en toda su historia, hab¨ªa dado Australia muestras semejantes de inquietud por la posibilidad (aunque abstracta, aunque remota) de un conflicto armado.
La guerra de Ucrania tambi¨¦n sucede en China. La guerra de Ucrania tambi¨¦n sucede en Jap¨®n, y en Taiw¨¢n. La guerra de Ucrania, por caminos sinuosos, ha llegado hasta las costas australianas. As¨ª se van formando alianzas y acuerdos y lealtades, pero tambi¨¦n se van cultivando los miedos y las paranoias.
Igual que en la Guerra fr¨ªa. Que sucedi¨® tambi¨¦n, si no me equivoco, en Am¨¦rica Latina.
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