¡°Me dio miedo denunciarla porque es poderosa¡±: siete acusaciones de acoso laboral contra la directora del Centro de Memoria Hist¨®rica
Mar¨ªa Gait¨¢n Valencia niega cualquier maltrato. ¡°Soy exigente, pero no una persona que grite¡±
El nombramiento de Mar¨ªa Gait¨¢n Valencia, nieta del asesinado caudillo del pueblo, como directora del Centro de Memoria Hist¨®rica (CNMH) hace un a?o trajo consigo una esperanza renovada, en especial por el simbolismo de su apellido materno y el criticado paso de Dar¨ªo Acevedo en la gesti¨®n anterior. La ilusi¨®n fue ef¨ªmera. A los pocos meses de ocupar el cargo, llegaron las pol¨¦micas. El Espectador denunci¨®, en mayo pasado, que la funcionaria exig¨ªa que se hablara del asesinato de su abuelo como g¨¦nesis del conflicto en Colombia y que centralizaba recursos para imponer esa visi¨®n en los proyectos del CNMH. Ahora recaen denuncias por supuestos malos tratos a contratistas y funcionarios de la entidad. EL PA?S habl¨® con siete de las personas afectadas, que coinciden en denunciar acoso laboral de su parte. Todos pidieron mantener bajo reserva su identidad por temor a represalias.
Andr¨¦s* recuerda de manera vivida ¡°la peor experiencia laboral en dos d¨¦cadas de carrera¡±. Lleg¨® al CNMH cargado de optimismo hace seis meses, pues cuenta, mientras se esfuerza en retener el llanto, que siempre ha sido un apasionado de los temas sociales. Pasado solo un mes, empez¨® a sentir hostilidad de parte de la directora, que cuenta que se fue convirtiendo en un acoso creciente. De acuerdo con su testimonio, el primer mes de trabajo fue gratis, por fuera del contrato. Luego, sufri¨® de desaires que califica de ¡°groseros¡± frente a sus compa?eros.
El contratista explica que Gait¨¢n primero hac¨ªa burlas p¨²blicamente de sus propuestas, y que despu¨¦s empez¨® a usar insultos para referirse a lo que ¨¦l hac¨ªa. ¡°Me dijo que mi trabajo era una ¡®huevonada¡¯, se mof¨® de propuestas que me tomaron semanas realizar¡±, explica. Cuenta que tras eso, llegaron los gritos y que ha sufrido constantes demoras, para ¨¦l injustificadas, para la firma de sus cuentas de cobro, un requisito para que la entidad le pague por su labor. Andr¨¦s no puede darse el lujo de dejar el contrato, porque es su ¨²nica fuente de ingresos. Manifiesta que sigue en la entidad, a la espera de conseguir un nuevo empleo.
Natalia*, consultada por aparte, cuenta que tambi¨¦n ha recibido gritos. Explica que la furia de la directora se desat¨® cuando vio su nombre en la portada de un libro de la entidad sobre un tema que ella no apoyaba. ¡°?Usted no sabe qui¨¦n soy?, ?Qui¨¦n es Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n?¡±, le reclamaba a gritos. ¡°Ac¨¢ la ¨²nica historia que importa es la m¨ªa, la de mi familia, y las que no sean cercanas no importan. Ustedes lo ¨²nico que han hecho es apoyar al paramilitarismo, son unos paras¡±, le interpelaba la directora entre gritos, precisa Natalia.
El texto era producto de una investigaci¨®n que se hab¨ªa trabajado desde la administraci¨®n anterior, como parte de un proyecto de largo aliento y mancomunado con otros procesos de memoria. Natalia manifiesta que qued¨® perpleja e intent¨® explicarle los procesos internos, pero nada funcion¨®. ¡°En el momento no ca¨ª en cuenta lo violento que pudo ser. Tras el incidente, me dio miedo denunciarla porque pensaba que eso iba a perjudicar mi contrataci¨®n en otra entidad. Es una mujer poderosa¡±.
Consuelo*, contratista, tuvo diferencias con Gait¨¢n en la metodolog¨ªa de varios procesos de memoria, lo que termin¨® fracturando la relaci¨®n. Recuerda que en m¨¢s de una ocasi¨®n la directora le escribi¨® mensajes con un tono fuerte a su WhatsApp personal, y que le alz¨® varias veces la voz. ¡°Aqu¨ª la directora soy yo y no puede contradecirme¡±, sostiene que le reclam¨®. La situaci¨®n escal¨® y Gait¨¢n la amenaz¨® con emprender acciones jur¨ªdicas si no terminaba anticipadamente su contrato o lo ced¨ªa a un tercero, una manera de cambiar de contratista. ¡°Nos persigue con la artiller¨ªa jur¨ªdica del CNMH y su equipo de abogados¡±, declara Consuelo.
De varias de esas situaciones fue testigo Ana*, quien, como el resto de contratistas mencionados, ha pensado en renunciar en m¨²ltiples ocasiones, incluso a los pocos meses de ingresar al cargo. ¡°Es irrespetuosa con el trabajo de la gente y produce inestabilidad a la hora de tomar decisiones. Un d¨ªa da una orden, la gente la ejecuta, y despu¨¦s echa para abajo el trabajo de meses. Incumple acuerdos, da?a las relaciones con otras organizaciones o entidades y genera gastos innecesarios¡±, puntualiz¨®.
Carlos*, otro contratista pero en un cargo con poder de decisi¨®n, ha observado el relacionamiento de Gait¨¢n Valencia con sus subalternos. Lo califica de violento y precisa que ese trato se ha dado hasta con algunas v¨ªctimas del conflicto a las que, seg¨²n ¨¦l, ha tratado de forma displicente. Asevera que una vez le pidi¨® despedir a una plantilla entera al poco tiempo de ser enganchada, sin raz¨®n diferente a que, a juicio de la directora, eran ineptos. A la pregunta de si estaba de acuerdo con esa decisi¨®n, Carlos responde: ¡°No. Eran buenos profesionales. Una no llevaba m¨¢s de una semana cuando Mar¨ªa se ensa?¨® con ella y quer¨ªa acabarle sin justificaci¨®n su contrato¡±.
Todos las personas con las que habl¨® EL PA?S expresaron algo en com¨²n: miedo a denunciar. Algunos solo quisieron confirmar que son ciertos los gritos, la reafirmaci¨®n del poder y del apellido de forma violenta, y las exigencias de ceder los contratos cuando las personas manifiestan opiniones contrarias a la suya. No obstante, pidieron no hacer p¨²blica su historia por temor a ser identificados. La mayor¨ªa tienen contratos que supervisa directamente Gait¨¢n Valencia.
Los contratistas afirman que no solo ellos han sufrido agresiones, tambi¨¦n funcionarios de planta, que pueden recurrir al sindicato de la entidad. La presidenta del gremio, ASMEPAZ, ratifica que conocen algunas de ellas: ¡°Tenemos la obligaci¨®n de ofrecer asesor¨ªa frente a las rutas de acci¨®n institucionales a seguir en casos de posible acoso laboral. As¨ª lo hemos hecho. Podemos confirmar que estas situaciones existen y que algunas de las personas que han acudido a nosotros han interpuesto sus quejas al comit¨¦ de convivencia, que es el camino institucional¡±, dijo a EL PA?S.
Antes de este reportaje, el sindicato ya se hab¨ªa referido al acoso laboral en el CNMH. Un comunicado p¨²blico de ASEMPAZ del 11 de agosto indica: ¡°Causa grave preocupaci¨®n (¡) que est¨¦n aumentando los casos de acoso laboral que servidores de planta han puesto de presente ante el Comit¨¦ de Convivencia de la entidad, la percepci¨®n de un clima laboral adverso en varias dependencias del CNMH y la justificaci¨®n del acoso laboral de acuerdo a lo manifestado por la directora en escenarios p¨²blicos de trabajo¡±. Una semana m¨¢s tarde, el sindicato divulg¨® otra carta en su cuenta de X, en respuesta a una comunicaci¨®n interna de la directora. ¡°Poner en el mismo lugar la situaci¨®n que est¨¢n viviendo algunas personas en el CNMH como acoso laboral con la imagen institucional o fen¨®menos como las ¡®fake news¡¯ puede ser incluso una revictimizaci¨®n¡±.
Gait¨¢n Valencia niega de tajo las acusaciones en su contra. V¨ªa telef¨®nica explic¨® los hechos a EL PA?S: ¡°Me declaro sorprendida. Jam¨¢s retengo pagos, no descalifico y no soy una persona que grite. S¨ª, soy exigente, porque quiero que las cosas avancen. Si tienen quejas es importante que lo hagan en talento humano. Las dos personas a las que s¨ª les ped¨ª la renuncia fue a mi asistente y al director del Museo, porque su ejecuci¨®n fue lamentable. Estoy en una misi¨®n muy importante que es la memoria hist¨®rica y el esclarecimiento de la verdad¡±, contest¨®.
Carlos, Consuelo, Ana, y Andr¨¦s est¨¢n buscando trabajo, pero no es una tarea sencilla en un pa¨ªs con una tasa de desempleo de 9,3%. Detallan todos por separado que su compromiso iba m¨¢s all¨¢ de lo econ¨®mico, pues consideran fundamental el papel de la entidad. Coinciden tambi¨¦n en que no es posible hablar de reconciliaci¨®n, sin lugares de trabajo seguros.
No es la primera vez que se alerta acoso laboral en una entidad dedicada a la paz, como ya ocurri¨® en la Unidad de B¨²squeda de Personas dadas por Desaparecidas con la ex directora Luz Marina Monz¨®n. Tampoco lo es en la Administraci¨®n de Gustavo Petro: en el Ministerio de Ciencia, tras una seguidilla de renuncias, el diario El Tiempo revel¨® una carta del sindicato dirigida al presidente donde aparec¨ªan varias denuncias de tratos irregulares de parte de la ministra Yesenia Olaya; algo similar sucedi¨® en Artesan¨ªas de Colombia con su directora Adriana Mej¨ªa; y hace algunos d¨ªas el sindicato del Ministerio de Salud, env¨ªo una carta al ministro Guillermo Alfonso Jaramillo exponiendo casos de acoso laboral. El presidente no se ha pronunciado sobre ninguno de los hechos.
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