Dos siglos de patria boba
Colombia ha mantenido el ritmo de firmar cada dos a?os un proceso de paz, seg¨²n la la evidencia de los ¨²ltimos 200 a?os de guerra eterna
El a?o 2666, que Roberto Bola?o escogi¨® como t¨ªtulo de su devastadora novela sobre la violencia y el feminicidio en el norte de M¨¦xico, Colombia habr¨¢ completado 350 procesos de paz, si mantiene el ritmo de firmar, en promedio, uno cada dos a?os, como ha hecho en los ¨²ltimos 50.
Se habr¨¢n creado m¨¢s ministerios de la paz y la felicidad, sistemas de justicia alternativa, comisiones de verificaci¨®n, comisiones de la ver...
El a?o 2666, que Roberto Bola?o escogi¨® como t¨ªtulo de su devastadora novela sobre la violencia y el feminicidio en el norte de M¨¦xico, Colombia habr¨¢ completado 350 procesos de paz, si mantiene el ritmo de firmar, en promedio, uno cada dos a?os, como ha hecho en los ¨²ltimos 50.
Se habr¨¢n creado m¨¢s ministerios de la paz y la felicidad, sistemas de justicia alternativa, comisiones de verificaci¨®n, comisiones de la verdad y se habr¨¢ jubilado a un n¨²mero irreal de guerrilleros arrepentidos, guerrilleros reincidentes y arrepentidos de nuevo, paramilitares arrepentidos y reincidentes vueltos a arrepentir. Se habr¨¢ incluido militares por miles en los acuerdos finales; y se habr¨¢ exasperado hasta la n¨¢usea el castellano con adjetivos para cada nueva paz: total, excelsa, perfecta, admirable, final, semifinal, cuartos de final, recontra final, esta s¨ª, definitiva, comprensiva, absoluta, inclusiva, consolidada, repetida. La literatura de la paz en Colombia superar¨¢ en extensi¨®n y delirio a la literatura de la guerra.
Esta proyecci¨®n a 600 a?os se basa en la evidencia de los ¨²ltimos 200 a?os de guerra eterna y patria boba. Pasan los a?os y nos falta la imaginaci¨®n, el principio de realidad, el coraje y la urgencia para solucionar la guerra eterna.
Este problema no se restringir¨¢ a eventos dentro de nuestras fronteras, sino que habr¨¢ permeado a todo el continente.
En efecto, al presente no solamente no hemos resuelto nuestra guerra civil, sino que, con la ayuda de los carteles mexicanos, hemos logrado exportar el narcotr¨¢fico como fuente de violencia e inestabilidad a toda Am¨¦rica Latina. Desde Chile y Argentina para arriba, no hay pa¨ªs donde no se den preocupantes reto?os de violencia intratable, bandas inderrotables, corrupci¨®n del sistema pol¨ªtico e ineficacia del aparato policial y judicial.
Esas eran caracter¨ªsticas de Colombia y ahora aparecen por toda la regi¨®n, con cepas nacionales como el Tren de Aragua en Venezuela, entre otros. Eventualmente empezar¨¢n procesos de paz en nuestros vecinos, y paulatinamente pasaremos de la patria boba al continente bobo.
Es bueno contar y recontar c¨®mo completamos estos dos siglos de guerra. En un libro que escribimos hace un tiempo con la profesora de la Universidad de los Andes Mar¨ªa del Pilar L¨®pez, a¨²n sin publicar, recorrimos las regularidades de las guerras del siglo XIX.
Hasta 1903 se repiti¨® al menos ocho veces el ciclo de: triunfo militar, hegemon¨ªa, nueva Constituci¨®n Pol¨ªtica, purga al otro partido, guerra civil, triunfo militar y vuelta a empezar.
El siglo XX no fue muy distinto. Hegemon¨ªa conservadora y purga a los liberales hasta 1930. Hegemon¨ªa liberal y purga a los conservadores desde 1930 hasta mediados de los cuarentas. Hegemon¨ªa, purga y guerra de los conservadores a los liberales de ah¨ª hasta final de los cincuentas. Frente Nacional y guerra de guerrillas desde los sesentas alimentada por los ¨¦xitos en Cuba y el auspicio sovi¨¦tico. Desde los a?os ochenta hasta hoy, guerra con los carteles de la droga, con una vertiente de izquierda, otrora inspirada pol¨ªticamente, y otra vertiente paramilitar y de autodefensas. Ambas basadas en la financiaci¨®n del narcotr¨¢fico, la miner¨ªa ilegal, el blanqueo de capitales y la toma de las rentas municipales de inversi¨®n social.
Hoy, m¨¢s vale reconocerlo de una vez por todas, el Estado colombiano est¨¢ derrotado. Es indistinguible cu¨¢l es el verdadero objetivo de la paz. M¨¢s parece la forma de legitimar poderes ilegales establecidos regionalmente, que dominan all¨ª la pol¨ªtica, la econom¨ªa y la justicia. Eso transpira en la petici¨®n del presidente Petro de ¡°quitarle a la palabra il¨ªcito la i y se lee l¨ªcito¡.este es hoy el camino de la paz¡± (trino en X del 14 de diciembre de 2023).
Esta nueva paz que propone parece la manera de que se acerquen las dos Colombias a una convivencia pac¨ªfica. La Colombia urbana mantiene una ilusi¨®n ¨®ptica y sicol¨®gica de que las instituciones liberales pueden eventualmente triunfar. O pactar un tr¨¢nsito de la Colombia ilegal hacia la civilidad.
Eso no parece realista, y as¨ª, creo, propone Petro que lo veamos. Lo real es la solidez de las fuentes de la guerra y el debilitamiento cr¨ªtico de las defensas del sistema liberal e institucional de gobierno y justicia.
Lo real ser¨ªa la convivencia de las dos Colombias. El avance lento pero seguro de la Colombia ilegal dentro de la legal. Si alguien cre¨ªa que las dos Colombias, la ilegal y la legal, eran como el agua y el aceite, adyacentes pero sin mezclarse, propongo que mire de nuevo y con detenimiento. Son m¨¢s como el caf¨¦ y la leche: se funden en una nueva sustancia, el caf¨¦ con leche. Ese es el statu quo actual. Ese parece ser el objetivo de la paz # 26, la llamada paz total. Recuerden, quedan a¨²n 324 paces por firmar.
Podemos decir que superamos a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. En lugar de 100, completamos 200 a?os de patria boba; en adelante no ser¨¢n de soledad, pues logramos que nos acompa?e todo el continente. Los que viven de la guerra y la ilegalidad se dan sus ma?as.
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