El c¨®mic colombiano se reivindica en su centenario
Las historietas recuperan visibilidad en el panorama cultural a cien a?os de la publicaci¨®n de ¡®Mojic¨®n¡¯
El c¨®mic en Colombia ya no est¨¢ proscrito. Se ha ganado a pulso un espacio. Liberado por fin de las barreras impositivas que lo lastraron por d¨¦cadas, el sector celebra este a?o con un renovado impulso el centenario de la primera tira c¨®mica colombiana, Mojic¨®n, de Adolfo Samper Bernal, publicada por primera vez el 19 de enero de 1924 como una adaptaci¨®n local de la historieta estadounidense Smitty.
Mojic¨®n naci¨® a pedido del editor del peri¨®dico Mundo al d¨ªa para copiar la creaci¨®n de Walter Berndt, muy popular en su tiempo. ¡°Conmemoramos al primer personaje, no al primer c¨®mic¡±...
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El c¨®mic en Colombia ya no est¨¢ proscrito. Se ha ganado a pulso un espacio. Liberado por fin de las barreras impositivas que lo lastraron por d¨¦cadas, el sector celebra este a?o con un renovado impulso el centenario de la primera tira c¨®mica colombiana, Mojic¨®n, de Adolfo Samper Bernal, publicada por primera vez el 19 de enero de 1924 como una adaptaci¨®n local de la historieta estadounidense Smitty.
Mojic¨®n naci¨® a pedido del editor del peri¨®dico Mundo al d¨ªa para copiar la creaci¨®n de Walter Berndt, muy popular en su tiempo. ¡°Conmemoramos al primer personaje, no al primer c¨®mic¡±, pues la caricatura pol¨ªtica le precede, aclara de entrada Laura Valentina ?lvarez, parte del equipo de artistas e investigadores que se han encargado de reconstruir esa historia. No se trata de un personaje enteramente colombiano, pues las primeras tiras son un calco de Smitty, que se publicaba en el Chicago Tribune.
Samper al comienzo cambi¨® los textos, los tradujo y colombianiz¨®, pero despu¨¦s se fue liberando. Nunca firm¨® las vi?etas. Mojic¨®n evolucion¨® como las historias graciosas de un ni?o bogotano de aquellos a?os. Los investigadores han rastreado una edici¨®n de aniversario en 1928 en la que el personaje visita la redacci¨®n de Mundo al d¨ªa, e incluso interact¨²a con un dibujo del propio Samper ¨Cy de su editor¨C. La bautizaron como ¡°la tira incalcable¡±, relata ?lvarez mientras muestra en un caf¨¦ de Bogot¨¢ las fotos del archivo de la Biblioteca Nacional de ese n¨²mero a color.
Fue el primer ladrillo del llamado noveno arte en Colombia. ¡°Un caricaturista pol¨ªtico no es capaz de hacer un c¨®mic de la noche a la ma?ana. De ah¨ª que Samper no lo calca porque sea un plagiario¡±, explica a su lado Daniel Jim¨¦nez, conocedor del g¨¦nero y cofundador del Festival Entrevi?etas. ¡°Lo que tiene interesante Mojic¨®n cuando uno lo lee es que hay una apropiaci¨®n, nos cuenta como en una Polaroid c¨®mo es el lenguaje de esa Bogot¨¢ de los a?os 20¡å.
Mojic¨®n es tambi¨¦n el punto de partida para el repaso de las historietas colombianas que hace el veterano librero Felipe Ossa en su libro C¨®mic, la aventura infinita (Planeta, 2019). ¡°Fue Copet¨ªn, la historieta de Ernesto Franco, la que abri¨® el camino al c¨®mic en Colombia, pues cumpl¨ªa con los c¨¢nones tradicionales del g¨¦nero: tira diaria en los peri¨®dicos, personajes emblem¨¢ticos y reconocibles, cotidianidad y permanencia¡±, escribe sobre otro hito, ese gamincito bogotano que se comenz¨® a publicar en los a?os sesenta.
Ossa, un entusiasta promotor del g¨¦nero, valora por tel¨¦fono que ¡°el c¨®mic en Colombia es pobre con relaci¨®n a lo que ha sido en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, especialmente en Argentina, Chile y M¨¦xico. No se crearon grandes personajes de trascendencia internacional¡±. Se?ala que hab¨ªa difusi¨®n hasta que, a partir de los a?os 60, por una disposici¨®n gubernamental, se consider¨® que no era cultura y por lo tanto hab¨ªa que gravarlo fuertemente con impuestos. ¡°Tan altos, que fue imposible que se siguieran trayendo c¨®mics de afuera porque sal¨ªan supremamente costosos. Y lo que se desarroll¨® aqu¨ª fue incipiente¡±, se lamenta.
Por d¨¦cadas estuvo casi prohibido de facto en un pa¨ªs que puede ser al mismo tiempo elitista y provinciano. La ley del libro de 1993, que exim¨ªa de impuestos a un amplio rango de publicaciones, exclu¨ªa de esos beneficios a las tiras c¨®micas, a las que agrupaba junto al tarot, los hor¨®scopos y la pornograf¨ªa. Tras una ola de iniciativas para acabar con esa exclusi¨®n, un fallo de la Corte Constitucional le dio la raz¨®n a una demanda para corregir esa injusticia en 2012. ¡°En el c¨®mic colombiano, liberado del impuesto que despu¨¦s de m¨¢s de 30 a?os se quit¨®, han surgido una serie de historietistas, dibujantes e ilustradores bastante buenos¡±, dice Ossa. Sin embargo, a?ade, ¡°debido a esa abstinencia que hubo, no se cre¨® un p¨²blico¡±.
El camino ha estado repleto de baches, obst¨¢culos y prejuicios para una industria cultural ahora vibrante que ans¨ªa crecer y consolidarse. Ha sido una historia de resistencia, de lucha, ¡°de sostener el derecho a explorar y apropiarse de una forma que nos es for¨¢nea a punta de la pasi¨®n, del amor, de la curiosidad, del inter¨¦s, de las ganas de gente que ha decidido jug¨¢rsela por ah¨ª¡±, dice Pablo Guerra, editor de Cohete C¨®mics y parte del equipo que realiz¨® la investigaci¨®n del centenario. ¡°No es el estado ideal, falta mucho por lograr¡±, concede sobre el momento actual.
A pesar de las adversidades, el c¨®mic colombiano acumula hitos en los ¨²ltimos a?os. Como la aparici¨®n de Virus tropical (2008), la novela gr¨¢fica de la historietista Paola Gaviria, mejor conocida como Power Paola, que una d¨¦cada despu¨¦s fue adaptada al cine. Otro gran fen¨®meno ha sido Gabo: memorias de una vida m¨¢gica, la n¨®vela gr¨¢fica de la vida de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez que public¨® Rey Naranjo. Es parte de una serie inspirada en las biograf¨ªas de escritores latinoamericanos.
¡°La historia del c¨®mic es muy de contracultura. Siempre ha sido visto por encima del hombro, pero crear y producir c¨®mic es un esfuerzo muy grande¡±, apunta John Naranjo, director de Rey Naranjo, mientras muestra algunas de las ediciones de Gabo en chino, franc¨¦s y coreano en las oficinas de la editorial. ¡°La vida para los autores de c¨®mic es muy dura, incluso en Francia o Estados Unidos, pues las cosas que llegan a ser masivas y populares son muy pocas¡±, advierte. ¡°Los creadores empiezan a diversificar en su forma de escritura, en eso s¨ª hemos avanzado en el paisaje de estos cien a?os de c¨®mic, en poder contar historias complejas¡±, lo complementa ?scar Pantoja, coautor de Gabo y uno de los pioneros.
Otro hito m¨¢s se puede anotar en la decidida apuesta por la novela gr¨¢fica de Mario Mendoza, un escritor que congrega multitudes para sus sesiones de firmas en la Feria del Libro de Bogot¨¢. Su novela Satan¨¢s, que aborda la masacre en el restaurante Pozzetto de Bogot¨¢, primero gan¨® el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral, despu¨¦s fue adaptada al cine y m¨¢s recientemente convertida en una novela gr¨¢fica, como parte de la serie de proyectos que firm¨® en conjunto con el artista gr¨¢fico Keco Olano. El novelista bogotano ha explicado que, desde entonces, descubri¨® en el c¨®mic la posibilidad de hacer cine en un libro.
Ese listado arbitrario e incompleto de se?ales esperanzadoras tambi¨¦n incluye el propio Festival Entrevi?etas, un espacio dedicado al c¨®mic y sus artes afines surgido en 2010 que ya cumple una decena de ediciones. El a?o pasado recibi¨® un premio de la UNESCO gracias a que su trabajo contribuye a la Convenci¨®n 2005 de Protecci¨®n de la Diversidad de las Expresiones Art¨ªsticas. Con ese est¨ªmulo, se proponen un proyecto de dos a?os para impulsar el c¨®mic y consolidar a Colombia como un referente regional. Jim¨¦nez lo ve claro: ¡°Hay futuro y hay talento¡±.
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