Una reserva versus una peque?a hidroel¨¦ctrica: el dilema energ¨¦tico de Colombia
Una comunidad en Antioquia se debate entre aprovechar el potencial del bosque h¨²medo del Salto del Aures o construir una central que genere 24 megavatios
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Esta es la historia de una reserva natural de la sociedad civil creada hace tres a?os, ubicada en el municipio de Abejorral, en las entra?as de Antioquia, en Colombia y la de sus vecinos. Pero tambi¨¦n la de una peque?a central hidroel¨¦ctrica (PCH) que empez¨® a ser construida hace dos a?os, que fue concesionada hace 20 y que 200 metros m¨¢s arriba, por ese monte tupido, busca usar la ca¨ªda natural del r¨ªo para generar energ¨ªa. La reserva quiere conservar las 61,5 hect¨¢reas de bosque, generar a trav¨¦s del turismo conciencia ambiental y respeto por el r¨ªo y, sobre todo, salvaguardar el Salto del Aures, una belleza natural de m¨¢s de 400 metros de altura que ha construido con su roc¨ªo imparable el ecosistema de bosque h¨²medo de la zona. La hidroel¨¦ctrica, por su parte, quiere generar 24,9 megavatios para distribuir a toda Colombia y contribuir a la promesa de pa¨ªs de generar energ¨ªa que no provenga de centrales t¨¦rmicas altamente contaminantes.
Aunque a simple vista esta podr¨ªa ser una historia de tensiones casi b¨ªblicas como la de David y Goliat, estos vecinos revelan m¨¢s bien los debates, las negociaciones y las conversaciones profundas que se est¨¢n iniciando en Colombia, que, a la luz de los expertos, puede convertirse en una gran potencia mundial de generaci¨®n de energ¨ªa hidr¨¢ulica y de energ¨ªas alternativas como la solar y la e¨®lica.
¡°El oriente antioque?o es, probablemente, uno de los lugares m¨¢s potentes en el mundo para construir hidroel¨¦ctricas: tenemos abundancia de agua, ca¨ªdas naturales de gran altura y buena geolog¨ªa, los tres elementos de la receta de la energ¨ªa hidr¨¢ulica¡±, explica Santiago Ortega, autor del libro Escenarios energ¨¦ticos, y cofundador de Emergente, una empresa especializada en desarrollo de negocios disruptivos en sostenibilidad y energ¨ªa. Esta zona de Colombia, seg¨²n el experto, empez¨® a desarrollarse en la d¨¦cada de los 80 con pr¨¦stamos del Banco Mundial construyendo cadenas de grandes embalses como las de Guatap¨¦ (420 MW de energ¨ªa) y San Carlos (1.240 MW de energ¨ªa), que hoy en d¨ªa son el coraz¨®n del sector el¨¦ctrico colombiano y por los que, seg¨²n Ortega, Colombia es un pa¨ªs casi libre de carbono en el sector energ¨¦tico. ¡°Antes del 2030 seremos 100% renovables¡±, sentencia.
Sin embargo, a trav¨¦s de las d¨¦cadas de generaci¨®n de energ¨ªa en estos territorios, pero tambi¨¦n de los cambios radicales e insospechados en el paisaje social y ecosist¨¦mico, la poblaci¨®n del oriente antioque?o parece no haber percibido los beneficios de anidar toda esa energ¨ªa. ¡°Con el promedio de las transferencias del sector el¨¦ctrico en Colombia, el municipio de San Carlos, Antioquia, deber¨ªa tener hoy el nivel de vida de Suiza y no lo tiene. A ellos, al contrario, les lleg¨® guerrilla, paramilitarismo, desplazamiento forzado, corrupci¨®n y esto hizo que naturalmente la gente de esta zona dijera ¡®no queremos m¨¢s de esto¡±, a?ade Ortega.
Las invocaciones de una reserva
En ese contexto, hay cierto hast¨ªo que estos proyectos han dejado a una zona que hoy figura con el alt¨ªsimo n¨²mero de 37 concesiones para construir hidroel¨¦ctricas, y despu¨¦s de la crisis multidimensional provocada por el megaproyecto de la represa de Hidroituango, C¨¦sar Agudelo, due?o de la reserva natural, busca lograr al menos que se respete la ley ambiental que obliga a la PCH Aures II a mantener un caudal ecol¨®gico que no mate el salto y deje que el r¨ªo siga fluyendo para alimentar los cultivos y el turismo.
Su lucha, en realidad, no solo pasa por lo ambiental, pasa tambi¨¦n por lo que ese r¨ªo ha significado para su familia y su comunidad. El padre de C¨¦sar compr¨® esas tierras hace 40 a?os, y su amor por el r¨ªo, que naturalmente cercaba los l¨ªmites de su terreno en un salto majestuoso, lo llev¨® a abrir con machete un camino para que m¨¢s personas pudieran acceder a esa belleza natural que, luego descubrir¨ªan, es la segunda ca¨ªda m¨¢s alta de Antioquia. Sin embargo, el conflicto armado que hist¨®ricamente azot¨® esta zona durante d¨¦cadas, mantuvo a muchos alejados de la riqueza natural de este paisaje.
Hace tres a?os, ya con los tratados de paz en curso, y viendo el desarrollo tur¨ªstico de Medell¨ªn y todo el departamento antioque?o, C¨¦sar decidi¨® volver a darle vida a esa tierra y crear un hotel que le diera gu¨ªa y acceso a los visitantes al Salto del Aures, adem¨¢s de conseguir que Parques Naturales, la autoridad ambiental nacional, avalara su terreno como una reserva para proteger su riqueza ecol¨®gica y su biodiversidad.
¡°Nuestro padre am¨® este territorio y el r¨ªo ha sido parte de la comunidad por siglos, as¨ª que con la construcci¨®n de esta hidroel¨¦ctrica, vemos una amenaza inmensa. Primero, el deterioro del ecosistema. Cuando un ecosistema ha estado acostumbrado por miles de a?os al roc¨ªo que desprende el choque del agua con la roca, cualquier cambio en ese flujo hace que las plantas y los animales lo resientan. Ellos dicen que no va a pasar nada, pero sabemos que s¨ª va a pasar por lo que se ha visto en otros territorios¡±, explica Agudelo.
Seg¨²n un estudio publicado en la revista acad¨¦mica Energy Policy en 2017, que analiz¨® 3.600 art¨ªculos que hablaban de los efectos ambientales de las peque?as hidroel¨¦ctricas en el mundo, la mayor alerta con respecto a este tipo de energ¨ªa es justamente que ¡°hay una falta de conocimiento y reconocimiento de los impactos sociales, ambientales y acumulativos¡± de estas infraestructuras.
A pesar de tomar al principio la v¨ªa de la acci¨®n directa, interponiendo recursos legales como la tutela -que fueron desestimadas por las autoridades-, C¨¦sar ha optado por un camino que puede resultar m¨¢s provechoso para todos: buscar que la hidroel¨¦ctrica le ayude a proteger todo ese bosque h¨²medo. ¡°No queremos ir en contra del desarrollo, las obras est¨¢n muy avanzadas, las carreteras ya se est¨¢n construyendo, pretender que paren es muy dif¨ªcil, pero lo que s¨ª pretendemos es que se cumpla la norma ambiental y que nos aseguren que los estudios h¨ªdricos s¨ª revelen que el r¨ªo pueda generar energ¨ªa y continuar con un caudal ecol¨®gico¡±, asegura Agudelo.
?A d¨®nde se van los dineros de la energ¨ªa?
Luis Felipe Loaiza, director de operaci¨®n de la central hidroel¨¦ctrica Aures Bajo, -otra PCH que est¨¢ en la zona, pero en una parte m¨¢s baja del r¨ªo- y asesor electromec¨¢nico de la nueva que se construye, Aures II, entiende de d¨®nde viene la aprehensi¨®n de la comunidad. ¡°Nosotros por ley estamos obligados a dar el 3% de nuestras ganancias a los municipios que tienen porcentaje de cuenta y otro 3% para la corporaci¨®n que tiene vigilancia en la zona. En datos aproximados, del 2019 a 2022, hemos repartido as¨ª las ganancias: 1,8% al municipio de Sons¨®n, lo que quiere decir que en estos a?os de operaci¨®n le hemos entregado alrededor de 928 millones de pesos (234.000 d¨®lares), otros 600 millones de pesos (150.000 d¨®lares) aproximados para el municipio de Abejorral y, para Cornare, la autoridad ambiental, que es otro socio, 1.500 millones de pesos (378.000 d¨®lares). En total se han entregado 3.000 millones de pesos (757.000 d¨®lares) que no se ven reflejados en la comunidad y que hemos alertado para que se exija saber de sus destinos. ?En d¨®nde quedan esos dineros?¡±, increpa.
Como las hidroel¨¦ctricas cumplen con entregar esos dineros que les obliga la ley, luego no se sienten abocadas a hacerle concesiones a las comunidades, como construir un puente colgante, la petici¨®n que le ha hecho la comunidad de Aures Bajo o trabajar de la mano con C¨¦sar Agudelo para hacer todo el monitoreo ambiental de su reserva. Al fin y al cabo, esgrimen, ese deber¨ªa ser trabajo de las autoridades municipales o ambientales. ¡°En la industria hidroel¨¦ctrica, la gran mayor¨ªa de los desarrolladores son muy miopes al desestimar las tensiones y los conflictos comunitarios.
Las hidroel¨¦ctricas efectivamente entregan un mont¨®n de dinero, pero no pueden fiscalizar hacia d¨®nde se van y la poblaci¨®n, que podr¨ªa hacerlo, no sabe c¨®mo, por eso en otras regiones del pa¨ªs estamos intentando plantear otro modelo¡±, asegura Santiago Ortega, quien propone: ¡°Por qu¨¦ no m¨¢s bien le damos a la comunidad un porcentaje de las ventas de energ¨ªa a trav¨¦s de una fundaci¨®n a la que se le destine un 6% de los ingresos para que invierta en propio beneficio. Hay una junta directiva que tiene que darle cuenta a la empresa y a la comunidad y no tienen que meterse con temas legales para verificar la ejecuci¨®n de esos dineros y por temas de impuestos para la empresa resulta ser en realidad un gasto de 1%¡±, explica.
Mientras se encuentran formas m¨¢s efectivas de trabajar en conjunto entre las hidroel¨¦ctricas y la comunidad, el ingeniero Loaiza asegura que las PCH s¨ª son una alternativa verdaderamente limpia para generar energ¨ªa sin da?ar el ecosistema en donde se crean. ¡°Cuidamos y defendemos las 162 hect¨¢reas en donde est¨¢ Aures Bajo, ahuyentamos cazadores, hacemos reforestaci¨®n, hacemos acciones para el control ambiental, somos guardianes porque, para nosotros, el agua es nuestro combustible y necesitamos hacer todo lo que est¨¦ a nuestro alcance para mantener el r¨ªo vivo. La comunidad est¨¢ muchas veces mal informada. Le dicen a los pobladores que el agua se desaparece, pero eso f¨ªsicamente es imposible. Nosotros tratamos el agua, monitoreamos el r¨ªo en el punto de la captaci¨®n, hacemos control de prevenci¨®n de riesgo, adem¨¢s limpiamos el agua, la conducimos por turbinas para luego volverla al r¨ªo con m¨¢s ox¨ªgeno y m¨¢s limpia¡±, explica.
Con los proyectos hidroel¨¦ctricos de grandes embalses desapareciendo casi del mercado por sus alt¨ªsimos costos, por los efectos sociales y los tiempos que toman en construirse, las PCH se presentan como una ruta certera para crecer el potencial energ¨¦tico, aunque las afectaciones a¨²n tengan que ser medidas. ¡°Es muy f¨¢cil estigmatizar a los proyectos energ¨¦ticos cuando todo el mundo est¨¢ tranquilo en su casa con su Whatsapp y su computador, lavando sus jeans y usando sus electrodom¨¦sticos. Nadie se da cuenta tras bambalinas todo lo que hay que hacer para conseguir energ¨ªa¡±, a?ade Loaiza.
C¨¦sar Agudelo est¨¢ buscando crear puentes m¨¢s claros con la hidroel¨¦ctrica. ¡°Queremos hacer un activismo positivo, vamos a vigilar que ese bosque tenga un doliente, seremos guardianes de que no le pase nada al r¨ªo y, mientras tanto, seguiremos buscando alianzas para que manejemos como comunidad el proyecto tur¨ªstico y los cultivos de caf¨¦ y de ca?a de la zona¡±. Esos puentes, para el experto en energ¨ªa alternativa Santiago Ortega, son la ruta a seguir: ¡°Los proyectos de energ¨ªa ya no tienen otro camino que tener en cuenta a la comunidad para ser exitosos y se dar¨¢n cuenta que no hay nada mejor que tener la comunidad de su lado¡±.
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