Pu?aladas, homicidios y amenazas: los m¨¦dicos rurales denuncian las condiciones indignas en que ejercen su labor
El colectivo ¡°SOS M¨¦dicos-SSO¡± ha recibido cientos de testimonios de violencias y maltratos infligidos a los estudiantes de Medicina por parte de m¨¦dicos y de pacientes. Los relatos recuerdan la situaci¨®n que vivi¨® Catalina Guti¨¦rrez Zuluaga antes de suicidarse, en un caso que ha conmocionado al pa¨ªs
Marta* advierte que se le va a quebrar la voz, como si tuviese que justificar su desilusi¨®n. ¡°Es muy frustrante pensar que la vocaci¨®n puede costarnos la vida¡±, reflexiona. Es m¨¦dica y desde hace alrededor de un a?o se ha concentrado en hacer visibles las agresiones que sufren sus colegas al realizar el servicio social obligatorio (SSO) en zonas rurales del pa¨ªs en el ¨²ltimo a?o de su pregrado. Con una colega form¨® el colectivo ¡°SOS M¨¦dicos-SSO¡±, que ha recibido cientos de testimonios de violencias y maltratos infligidos tanto por pacientes como por m¨¦dicos y docentes. Muchos de ellos tienen semejanzas con lo que vivi¨® Catalina Guti¨¦rrez Zuluaga como residente de cirug¨ªa de la Universidad Javeriana antes de su suicidio, ocurrido hace un mes y que desat¨® una oleada de denuncias sobre las condiciones laborales y educativas de los profesionales de la salud.
¡°No es la primera, pero s¨ª debe ser la ¨²ltima¡±, expresa Marta refiri¨¦ndose a Catalina. Aclara que no quiere sonar insensible, pero en su gremio no sorprendi¨® lo ocurrido, pues el suicidio, dice, es cada vez m¨¢s recurrente entre el personal sanitario. Cuenta que se convirti¨® en una activista a favor de los m¨¦dicos que sufren la situaci¨®n m¨¢s compleja e invisibilizada de todos los doctores. El servicio social obligatorio, m¨¢s conocido como ¡°rural¡± por la tendencia hist¨®rica a llevar a j¨®venes urbanos a zonas menos pobladas, es un requisito para recibir la tarjeta profesional. Los m¨¦dicos que se grad¨²an deben presentarse a una suerte de loter¨ªa que realiza el Ministerio de Salud en la que se define qui¨¦nes deben realizar el servicio y d¨®nde.
A Cristian Camilo Julio le toc¨® la plaza de El Bagre, Antioquia, en 2018. Pocas semanas antes de culminar los 12 meses del rural, un sicario lo asesin¨®. Ese mismo a?o, mientras hac¨ªa su rural en Argelia, Cauca, Sebasti¨¢n Reina desapareci¨®; tiempo despu¨¦s fue encontrado sin vida. A?os antes, en 2013, ?dgar Torres Prest¨¢n tambi¨¦n desapareci¨® durante su pr¨¢ctica rural en el municipio de Palestina, en el Choc¨®. Aunque las desapariciones y los homicidios son la cara m¨¢s cr¨ªtica, no han sido las ¨²nicas violencias denunciadas por los m¨¦dicos rurales. En enero de 2024 se hizo viral el caso de varios m¨¦dicos que trabajan en Zapatoca, Santander, quienes fueron amenazados de muerte en correos electr¨®nicos. Una de ellas result¨® apu?alada en el parqueadero del hospital por dos individuos con cascos que la hirieron con un bistur¨ª.
Marta tampoco fue ajena a ese panorama. En donde prest¨® su servicio social, que se mantiene en reserva por su protecci¨®n, ya hab¨ªa sido asesinado un m¨¦dico a?os antes de su llegada. Cuando ella decidi¨® denunciar algunas de las negligencias de la Instituci¨®n Prestadora de Salud en la que trabajaba, como el desabastecimiento por varios d¨ªas de medicamentos indispensables, entre otras, recibi¨® amenazas y termin¨® despedida. ¡°Es muy frustrante porque te grad¨²as llena de sue?os para, despu¨¦s, darte cuenta de que no hay ning¨²n mecanismo que vele por ti. Est¨¢s sola y obligada a terminar el rural, as¨ª tu vida est¨¦ en riesgo¡±, sostiene. ¡°Nosotros lo ¨²nico que exigimos constantemente son condiciones b¨¢sicas para ejercer: servicios b¨¢sicos, agua potable, una camilla¡±, agrega.
Marta se?ala que las malas condiciones y los malos tratos se extienden m¨¢s all¨¢ de los actores armados o las deficiencias en las infraestructuras, pues sufren de la violencia que ejercen profesores y compa?eros. Apunta a que la presunta situaci¨®n de acoso y presi¨®n que vivi¨® la residente de cirug¨ªa de la Javeriana es la regla, y no la excepci¨®n. Justamente, la secci¨®n del Valle del Cauca de la Asociaci¨®n Nacional de Internos y Residentes (ANIR) hizo una encuesta sobre las situaciones de violencia contra m¨¦dicos en formaci¨®n y de los 130 testimonios que recibieron, el 42% denuncia haber sufrido acoso sexual por parte de docentes. Es una suma de violencias de un lado y del otro.
Sin respuestas
¡°La muerte por suicidio y la opresi¨®n a una residente solo muestra el impacto neoliberal de un sistema que ya no reconoce el derecho del ser humano¡±, escribi¨® el presidente Gustavo Petro en su perfil de X, tras la conmoci¨®n que caus¨® el suicidio de la doctora Guti¨¦rrez. Aun as¨ª, su declaraci¨®n no concuerda con lo hecho por su Gobierno, que ha recibido numerosas quejas por amenazas y agresiones a los m¨¦dicos rurales, pero las respuestas de sus funcionarios han sido pocas y pol¨¦micas, seg¨²n los gremios del sector.
Por ejemplo, hace un a?o Edilma Su¨¢rez, para entonces directora de Desarrollo del Talento Humano del Ministerio de Salud, gener¨® una amplia molestia. En un v¨ªdeo institucional, asegur¨® que las enfermedades de salud mental no son un exonerantes para hacer el rural, aunque s¨ª para ejercer la profesi¨®n. Para la Asociaci¨®n Colombiana de Psiquiatr¨ªa fueron palabras estigmatizantes. ¡°No estamos de acuerdo con que la amenaza a los m¨¦dicos en retirarlos de su loable labor, por alteraciones en su salud mental, contribuya a mejorar la situaci¨®n¡±, se lee en un comunicado p¨²blico.
La comunidad m¨¦dica tambi¨¦n hab¨ªa buscado que, a trav¨¦s de Su¨¢rez, el Ministerio tomara medidas para proteger de amenazas y malos tratos al personal sanitario. Pero la funcionaria sali¨® del cargo, seg¨²n el peri¨®dico El Colombiano, por diferencias con el ministro Guillermo Alfonso Jaramillo en temas relacionados con el rural. A su lugar lleg¨® Jos¨¦ Alexis Mahecha, antiguo jefe de inteligencia del extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), del cual fue despedido tras un esc¨¢ndalo por interceptaciones ilegales al medio santandereano La Vanguardia. Mahecha no tiene experiencia en el sector salud.
Para Marta todo esto demuestra el desinter¨¦s por cuidar al gremio m¨¦dico, lo que tiene un impacto directo en los pacientes. ¡°Nuestras exigencias no solo tienen que ver con los profesionales m¨¦dicos, sino con nuestros pacientes. Lo que reclamamos es lo que merecen las personas a quienes tratamos¡±, asegura, mientras recuerda c¨®mo algunos colegas suyos han tenido que trabajar en hospitales donde apenas hay un par de guantes para todo el equipo o una camilla para todo el centro m¨¦dico.
Teme que los futuros m¨¦dicos se desanimen a continuar en la carrera, o que los que ya se graduaron opten por no ejercerla, o no en Colombia, algo preocupante en un pa¨ªs con necesidades estructurales en salud. En su caso, las experiencias han sido tan traum¨¢ticas que ella misma opt¨® por trabajar en escenarios m¨¢s administrativos. ¡°Hay gente que tiene que transformar sus sue?os para estar sano mentalmente o para continuar vivo. Y, aunque no es lo ideal, me he dado cuenta de que eso es v¨¢lido¡±, cuenta.
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