La paz total cumple dos a?os con una nueva mesa con el Clan del Golfo y la del ELN en el aire
La ambiciosa apuesta de lograr acuerdos con diferentes grupos armados ha logrado algunos avances, pero se enfrenta a problemas de planeaci¨®n, jur¨ªdicos y de incentivos
¡°Que la paz sea posible. Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis d¨¦cadas de violencia y conflicto armado¡±, dijo Gustavo Petro el 7 de agosto de 2022, cuando se posesionaba en una ceremonia llena de s¨ªmbolos de cambio. En el mismo discurso deline¨® el camino para lograrlo: ¡°Convocamos, tambi¨¦n, a todos los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado¡±. Dos a?os m¨¢s tarde, esas frases se han convertido en una pol¨ªtica, llamada paz total, que tiene la ambiciosa meta de lograr negociar a la vez con diferentes grupos armados, desde la ya vieja guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional, que existe hace m¨¢s de medio siglo, hasta bandas urbanas en ciudades como Medell¨ªn o Buenaventura. El anuncio, este lunes, de una nueva mesa de negociaci¨®n, esta vez con el grupo narcotraficante ahora autodenominado Ej¨¦rcito Gaitanista de Colombia, pero m¨¢s conocido como Clan del Golfo, reafirma esa apuesta. Lo hace en un claro contraste con el anuncio, el mismo d¨ªa, de la reactivaci¨®n de acciones ofensivas del Estado contra el ELN.
La guerra en Colombia no es tanto del Estado con otros grupos, sino entre ellos, hasta el punto de que el Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja en sus revisiones humanitarias habla no de uno sino de ocho conflictos distintos. La ausencia de los Gaitanistas en las negociaciones dejaba a la paz total coja no solo como concepto ¡ªsin ellos no es total¡ª sino en la pr¨¢ctica, con varios conflictos por fuera de las negociaciones. Las ¡°conversaciones sociojur¨ªdicas¡± que el Gobierno se propone poner en marcha con el Clan del Golfo, en caso de avanzar a una mesa formal, se podr¨ªan considerar la cuarta negociaci¨®n nacional en el marco de la paz total, despu¨¦s de la del ELN, la de las disidencias del ahora fragmentado Estado Mayor Central y la de la Segunda Marquetalia de Iv¨¢n M¨¢rquez. El Ej¨¦rcito Gaitanista en el pasado ha aceptado la invitaci¨®n a dialogar con la condici¨®n de que sea un proceso pol¨ªtico y no uno de sometimiento a la justicia.
Los m¨²ltiples acercamientos del Gobierno con el Clan del Golfo, un grupo involucrado en todo tipo de rentas ilegales que ha pasado por varios nombres, nunca han prosperado. Los analistas coinciden en que ese grupo tiene una posici¨®n dominante en el mundo criminal. El Clan es responsable de cerca de la mitad de la droga que ha salido de Colombia en los ¨²ltimos a?os, y sus tent¨¢culos se extienden a ejercicios de control criminal asociados a la extorsi¨®n, la miner¨ªa ilegal y la captura de recursos p¨²blicos a trav¨¦s de las administraciones municipales. Tambi¨¦n est¨¢ involucrado en el tr¨¢fico de migrantes por la espesa selva del Dari¨¦n que separa a Colombia y Panam¨¢. Ha pasado de contar con unos 4.000 miembros en 2018 a m¨¢s de 6.000 en la actualidad ¡ªuna cifra que algunos c¨¢lculos elevan hasta 9.000 hombres¡ª, con intentos persistentes por retratarse como una ¡°organizaci¨®n pol¨ªtico militar¡±. Adem¨¢s, mantiene guerras abiertas con distintos grupos, entre ellos el ELN en el departamento del Choc¨®, donde pretende controlar las salidas al mar Pac¨ªfico.
Fue justamente por cuenta del Clan que Petro volvi¨® a poner sobre la mesa, en febrero, la posibilidad de bombardeos militares contra grupos armados en su Gobierno, siempre y cuando se confirme que no hay menores de edad, despu¨¦s del en¨¦simo ataque de la banda contra militares. ¡°Si no son capaces de desmantelarse, como lo hemos solicitado, ser¨¢n destruidos por el Estado¡±, lleg¨® a lanzarles entonces en un ultim¨¢tum. La organizaci¨®n armada m¨¢s grande de Colombia, que parec¨ªa hace apenas un semestre haberse cerrado las puertas de la paz total, respondi¨® entonces retrat¨¢ndose como un ¡°ej¨¦rcito¡±.
Incluir al grupo encabezado por Chiquito Malo es fundamental en el prop¨®sito de apagar la violencia que todav¨ªa arde en muchos lugares de Colombia, como busca Petro. Dos informes de destacados centros de pensamiento han coincidido este a?o en plantear recomendaciones para ese eventual di¨¢logo. Para negociar con la banda se necesita definir el lugar del sometimiento dentro de la estrategia de paz del Gobierno, apunta la Fundaci¨®n Ideas para la Paz (FIP) en el informe La ¨²ltima negociaci¨®n del Clan. ¡°Es necesario construir y consensuar un marco jur¨ªdico. Hay que encontrar un adecuado balance entre la posibilidad de generar un nuevo marco jur¨ªdico para el sometimiento, que cuente con incentivos claros y efectivos para este grupo y, por otro lado, que respete la autonom¨ªa y lineamientos de la Fiscal¨ªa y del Gobierno Nacional frente a las posibilidades del sometimiento¡±, se?ala la FIP.
Desde su basti¨®n en la costa caribe, donde controla algunas de las principales rutas de narcotr¨¢fico y las redes de tr¨¢fico de migrantes, el Clan ejerce un control coercitivo sobre numerosas comunidades, observa por su parte el International Crisis Group (ICG) en La inc¨®gnita de la ¡°paz total¡±: qu¨¦ hacer con los gaitanistas. ¡°Si permanecen al margen de las conversaciones de paz, podr¨ªan socavar las negociaciones con otros grupos o sacar provecho de su desmovilizaci¨®n¡±, advierte el informe. ¡°Es probable que ning¨²n otro grupo armado contemple la posibilidad de deponer las armas mientras los gaitanistas est¨¦n asechando para apoderarse de sus antiguos territorios y negocios¡±, subraya. Elizabeth Dickinson, investigadora de ICG, explica que por ello para el Gobierno es una victoria abrir esa mesa, que valora como necesaria para que se consolide la apuesta de la paz total. ¡°Es fundamental incluirlos para lograr avances humanitarios en el Caribe, y para incentivar a los dem¨¢s grupos¡±.
Sin embargo, el camino que sigue es dif¨ªcil, como lo han demostrado dos a?os de di¨¢logos con otros grupos. Para el caso del Clan, Dickinson se?ala que la mesa debe iniciar aclarando qu¨¦ quieren lograr en la mesa, y que sus investigaciones han revelado que por lo menos a una parte de sus miembros le interesa acordar una justicia transicional en la que puedan dar verdad a cambio de penas reducidas. Pero sigue en duda tanto el marco jur¨ªdico (no hay unas reglas claras para los di¨¢logos sociojur¨ªdicos) como qu¨¦ tan de acuerdo con negociar est¨¢ todo el Clan, un grupo que ha demostrado una l¨ªnea de mando muy clara para sus operaciones, pero no necesariamente para este tipo de decisiones. Es, justamente, el problema con el que se ha enfrentado la paz total con el EMC e incluso con el ELN.
Justamente esa guerrilla, con la que el Gobierno primero logr¨® instalar una mesa en 2022, sirve como espejo para los retos de la negociaci¨®n. Dos a?os despu¨¦s de empezar los di¨¢logos, y tras haber avanzado hasta donde ning¨²n Gobierno hab¨ªa podido y haber pactado el cese al fuego bilateral m¨¢s largo en la historia de los elenos, la negociaci¨®n est¨¢ en crisis. Las dos partes se acusan de falta de compromiso, lo que llev¨® a que se venciera el cese sin que se acordara una pr¨®rroga. El ELN exige al Gobierno que lo deje de calificar como grupo armado organizado, lo que implicar¨ªa darle un mayor estatus que a los dem¨¢s participantes de la paz total. El Gobierno se niega y el ministro de Defensa, Iv¨¢n Vel¨¢squez, dijo que ¡°la instrucci¨®n del comandante de las Fuerzas Militares a todas las fuerzas¡± es que se reanuden las operaciones ofensivas contra la ¨²ltima guerrilla en armas.
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