?Del ¡°modo democr¨¢tico¡± al ¡°reinicio democr¨¢tico¡±?
Como ciudadanos, no tenemos otra alternativa que vencer el miedo y tener el coraje de ¡°reiniciar la democracia¡± para salir del actual ¡°modo democr¨¢tico¡±, una realidad dist¨®pica de mayor¨ªas desenga?adas y desesperadas
Parece existir un consenso universal sobre la crisis de la democracia liberal, pero no acerca de sus causas. Entre las principales aparece la crisis de representaci¨®n pol¨ªtica, cuyo tal¨®n de Aquiles es la degradaci¨®n de los partidos pol¨ªticos a simples empresas electorales que, la mayor¨ªa de las veces, los convierte en testaferros de intereses empresariales y corporativos en lugar de gestores y canalizadores de intereses p¨²blicos y generales.
Semejante divorcio entre las aspiraciones y necesidades ciudadanas, que condicionan y determinan su voluntad pol¨ªtica en las urnas, y la gesti¨®n plutocr¨¢tica de sus representantes y gobernantes en la administraci¨®n p¨²blica, ha terminado por generar un peculiar ¡°modo democr¨¢tico¡± de vivir que tiene a los Estados liberales al borde de su eclipse total.
Una de las expresiones m¨¢s significativas de ese ¡°modo democr¨¢tico¡± de vivir ha sido la aparici¨®n de dos temperamentos y ¨¢nimos entre sus ciudadanos, que han terminado siendo animosidades irreconciliables. De una parte, est¨¢ la complacencia y satisfacci¨®n creciente de quienes han prosperado y afianzado sus intereses gracias a la proximidad con ese modo de gobernar, una especie de centro estatal generador de bienestar y privilegios. De la otra, encontramos mayor¨ªas desenga?adas y desesperadas que cada d¨ªa est¨¢n m¨¢s alejadas y son expulsadas o desconocidas por ese ¡°modo democr¨¢tico¡± de gobernar al punto de quedar en la periferia, despojadas de su ciudadan¨ªa, ese ¡°derecho a tener derechos¡±, seg¨²n la precisa la definici¨®n de Hannah Arendt.
As¨ª, cada d¨ªa, en forma casi imperceptible, las sociedades se van escindiendo en temperamentos democr¨¢ticos irreconciliables, entre aquellos que bien se sirven del ¡°modo democr¨¢tico¡± de vivir y los otros que solo lo padecen. Cada vez hay menos ciudadanos que viven la democracia en forma plena y pueden ejercer sus derechos civiles, pol¨ªticos y sociales, y muchos m¨¢s plebeyos que carecen de los mismos.
Para los primeros, la democracia se agota en el horizonte de sus negocios, sus demandas de mayor seguridad para gozar de plena libertad y su hostilidad contra todos aquellos que amenace tan peculiar y privado ¡°modo democr¨¢tico¡± de vivir. Mientras los segundos, la mayor¨ªa, viven como plebeyos, casi siervos, aparecen como una amenaza inminente para el ¡°modo democr¨¢tico¡±, pues nunca han gozado plenamente de los derechos ciudadanos o est¨¢n siendo despojados progresivamente de su dimensi¨®n social: empleo estable, salud, educaci¨®n, vivienda, seguridad social y medio ambiente sano. Por eso f¨¢cilmente son deslumbrados y enga?ados por demagogos que les prometen su redenci¨®n.
Otros millones deambulan como parias desde el sur hacia el norte, del este al oeste y huyen de los cuatro jinetes del apocalipsis, atraviesan desiertos, mares y selvas, donde miles pierden sus vidas y sue?os en medio de salvajes traves¨ªas. Esa di¨¢spora de inmigrantes cae en manos de traficantes que, como los jinetes de los cuatro caballos, convierten sus vidas en pesadillas mortales y sus sue?os de gloria en derrotas infernales. Para colmo, cuando creen haber llegado a tierra firme, sus vidas naufragan en el terreno cenagoso de burocracias estatales que les niegan sus derechos fundamentales. Son sometidos a una implacable persecuci¨®n y estigmatizaci¨®n por l¨ªderes pol¨ªticos ultranacionalistas y xen¨®fobos que canalizan en las urnas la aporofobia visceral de sus electores.
As¨ª lo hizo Trump con una mayor¨ªa de latinos que lo eligi¨® para impedir la llegada de miles de sus compatriotas que, por pobres, seguro consideraron una amenaza indeseable a su ¡°modo democr¨¢tico¡± de vivir y prosperar. Pero tambi¨¦n acontece en Europa, con el auge de los partidos de ultraderecha, celosos protectores y promotores del ¡°modo democr¨¢tico¡± de vivir de sus complacidos y orgullosos ciudadanos.
Por eso, la pregunta de c¨®mo pasar de ese ¡°modo democr¨¢tico¡± ¡ªprofundamente desigual, injusto y violento¡ª al ¡°reinicio democr¨¢tico¡±, est¨¢ siendo respondida en forma letal por el auge inusitado de las facciones de ultraderecha, que no pueden ser consideradas partidos democr¨¢ticos, pues niegan el derecho de todos a la igualdad de oportunidades para llevar una vida decente y digna. Quiz¨¢ la ¨²nica manera de hacerlo sea ¡°reiniciando la ciudadan¨ªa¡± como ese ¡°derecho a tener derechos¡±. Pero para ello se precisan nuevos liderazgos pol¨ªticos y menos mercaderes pol¨ªticos que proliferan con su demagogia ¡ªm¨¢s all¨¢ de sus falaces y ro¨ªdas banderas partidistas de centro, derecha o izquierda¡ª que enarbolan por todas las latitudes, desde el norte expoliador hasta el sur expoliado.
Banderas como ¡®America First¡¯ y ¡®Make America Great Again¡¯, ense?as de un d¨²o autoritario y soberbio, Donal Trump y Elon Musk. El primero anunci¨® en campa?a que ser¨¢ un dictador durante su primer d¨ªa como presidente, el 20 de enero de 2025, cuando ordenar¨¢ el ¡°cierre de la frontera y pueda perforar, perforar y perforar¡±, refiri¨¦ndose a la exploraci¨®n de nuevos pozos petroleros. Y el segundo, con su ambici¨®n sideral de acumular, acumular y acumular, pues ya la Tierra se le qued¨® peque?a, estar¨¢ a cargo de un nuevo ¡°Departamento para la eficiencia gubernamental¡±, lo que augura una fuente m¨¢s de ingresos desconocidos para el complejo tecnol¨®gico digital, la inteligencia artificial y sus alcances impredecibles de control y manipulaci¨®n de ciudadanos cautivos en sus redes, m¨¢s las cat¨¢strofes que puedan desatar pol¨ªticas p¨²blicas y decisiones pol¨ªticas generadas por una burocracia virtual. No por casualidad su red social es una enorme X, que amenaza con tachar y eliminar todo aquello que se oponga a sus designios.
Por eso, como ciudadanos, no tenemos otra alternativa que vencer el miedo y tener el coraje de ¡°reiniciar la democracia¡± para salir del actual ¡°modo democr¨¢tico¡±, tan parecido a esa mezcla tan¨¢tica y dist¨®pica vislumbrada por Aldous Huxley y George Orwell en sus respectivas obras, Un mundo feliz y 1984. Todo parece indicar que nos ha llegado la hora de releer Rebeli¨®n en la granja sin dejarnos someter como los cerdos a mando de Napole¨®n o cualquier otro l¨ªder salv¨ªfico, como a muchos les sucede ahora o lo desean para ma?ana.
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