Los improvisados y los mentirosos
En Colombia todo el mundo cree que puede ser presidente, y parece que estuvi¨¦ramos condenados de pasar de un improvisado como Duque a uno incapaz como Petro
Si los dos a?os largos de Gustavo Petro nos pudieran ense?ar algo, tendr¨ªa que ser el riesgo que se corre cuando se vota por quien no sabe. El Gobierno Petro va de tropiezo en tropiezo por muchas razones; una de ellas, muy apreciable, es la rara tendencia del presidente a deshacerse de quienes m¨¢s saben ¨COcampo, L¨®pez, Gaviria¨C y nombrar a incompetentes: ministros de Educaci¨®n que no saben ni de educaci¨®n ni de ministerios, directores de ...
Si los dos a?os largos de Gustavo Petro nos pudieran ense?ar algo, tendr¨ªa que ser el riesgo que se corre cuando se vota por quien no sabe. El Gobierno Petro va de tropiezo en tropiezo por muchas razones; una de ellas, muy apreciable, es la rara tendencia del presidente a deshacerse de quienes m¨¢s saben ¨COcampo, L¨®pez, Gaviria¨C y nombrar a incompetentes: ministros de Educaci¨®n que no saben ni de educaci¨®n ni de ministerios, directores de Planeaci¨®n que no son economistas porque las matem¨¢ticas les dieron muy duro, diplom¨¢ticos que no tienen un solo d¨ªa de experiencia en diplomacia. Ha tenido otros ministros que sab¨ªan de qu¨¦ hablaban, y algo debe significar el hecho de que le han ido renunciando con tanta frecuencia: de Cultura, de Medio Ambiente. Como todos los populistas, Petro prefiere rodearse de gente que le diga que s¨ª (o que le diga que lo ama) en lugar de gente que le diga la verdad, o que sepa alguna verdad, aunque no la diga.
En eso ¨Cen los problemas que tiene un pa¨ªs cuando vota por los que no saben¨C pensaba yo el otro d¨ªa, viendo la entrevista que la precandidata Vicky D¨¢vila dio para la cadena CNN en Espa?ol. Vi la entrevista entera y mi conclusi¨®n fue inevitable: no es que Vicky D¨¢vila no est¨¦ preparada para ser presidente; es que no est¨¢ preparada para dar entrevistas. O, por lo menos, entrevistas sobre su candidatura. No hubo en sus respuestas ni un m¨ªnimo de sustancia, ni una noci¨®n de pol¨ªtica seria, ni una sola frase que nos permitiera pensar que tiene las competencias, los conocimientos o la experiencia necesarios para presidir uno de los pa¨ªses m¨¢s complejos del mundo. Petro ha sido congresista (y un opositor formidable) y pas¨® por la alcald¨ªa m¨¢s grande del pa¨ªs (aunque estuviera lejos de ser un ¨¦xito), y por eso los ciudadanos ten¨ªan derecho a pensar que su elecci¨®n no era un error. Pero los a?os de periodista de Vicky D¨¢vila, que merecen nuestro respeto como los de cualquiera, no le ense?an a nadie lo imprescindible para gobernar a Colombia, y es al mismo tiempo un acto de irresponsabilidad megal¨®mana y una crasa falta de respeto creer lo contrario.
Pero es que en Colombia todo el mundo ¨Ctodo el mundo¨C cree que puede ser presidente. ?Por qu¨¦ no, si Duque lo fue? Iv¨¢n Duque, ungido a dedo por un expresidente en horas bajas y elegido por una ciudadan¨ªa cr¨¦dula, lleg¨® a la Presidencia para aprender a ser presidente. Y hay que pensar lo que nos habr¨ªamos ahorrado si hubi¨¦ramos elegido a alguien que llegara con las tareas hechas: con experiencia de gobierno (a ser posible exitosa), con madurez pol¨ªtica y, sobre todo, sin deudas con los que tiraban de sus hilos. Nadie sabe si Duque, actuando solo sin deberle nada al uribismo radical que tanto minti¨® sobre las negociaciones de La Habana, habr¨ªa saboteado como lo hizo la implementaci¨®n de los acuerdos de paz del Teatro Col¨®n. Los colombianos recuerdan su frasecita fr¨ªvola: ¡°Ni trizas ni risas¡±. No tuvo problema, eso s¨ª, en recibir las palmadas en la espalda de la ONU; mientras tanto, hip¨®critamente, aplazaba con objeciones improcedentes el funcionamiento de la Justicia Especial para la Paz.
Yo habl¨¦ con Humberto de la Calle por esos d¨ªas, y su vaticinio fue claro: las objeciones de Duque no ir¨ªan a ninguna parte, porque no ten¨ªan asidero legal. ¡°En ocho o nueve meses¡±, recuerdo que me dijo, ¡°las cortes las rechazar¨¢n y volveremos al punto de partida¡±. Y eso ocurri¨®: las objeciones fueron rechazadas, pero la JEP, v¨ªctima de la par¨¢lisis, no pudo empezar a trabajar a tiempo; y mientras tanto el Gobierno y la derecha uribista se quejaban de que la JEP era inoperante y fomentaba la impunidad. El cinismo era todo un espect¨¢culo; no era, sin embargo, sorprendente. Era el mismo cinismo con el que hab¨ªan dicho que los acuerdos de paz eliminar¨ªan la propiedad privada, o que traer¨ªan el castrochavismo a Colombia (nadie sab¨ªa lo que eso era, pero sonaba muy malo), o que eran un veh¨ªculo para la ideolog¨ªa de g¨¦nero (un predicador evang¨¦lico, aliado del uribismo, nos explic¨® que los acuerdos convertir¨ªan a nuestros hijos en homosexuales). Mentir, mentir, mentir: esa fue la estrategia del uribismo contra los acuerdos. Y dio sus frutos.
Pero vuelvo a la precandidata o candidata Vicky D¨¢vila, que en su entrevista con la CNN dej¨® en claro cu¨¢l era su manual de instrucciones: seguir mintiendo sobre los acuerdos de paz. Comenz¨® prometiendo que, al llegar al gobierno, acabar¨ªa con los procesos comenzados por Petro: ¡°El d¨ªa 1 del gobierno de Vicky D¨¢vila¡±, dijo en tercera persona Vicky D¨¢vila, ¡°todos esos procesos de paz se acaban¡±. Se refer¨ªa a la Paz Total de Petro, y es dif¨ªcil no entender lo que dice: porque es verdad que la Paz Total es un fracaso. Ha venido envuelta en palabras grandes, pero ha sido planeada sin cuidado y ejecutada sin rigor, como todo lo que hace Petro, y ha abierto un caos cuyo resultado es la peor violencia que hemos visto en a?os. Pero de esas constataciones sobre la paz de Petro, Vicky D¨¢vila pasa sin soluci¨®n de continuidad a una serie de mentiras sobre los acuerdos de La Habana tan c¨ªnicas, tan descaradas, que la convierten a ella en digna heredera del uribismo. Y eso, por si no queda claro, no es un elogio.
¡°Hubo un plebiscito, gan¨® el no, hicieron trampa. Juan Manuel Santos se rob¨® las elecciones del plebiscito¡±. Eso dice Vicky D¨¢vila. Hay que ser c¨ªnicos: solo desde el cinismo redomado se puede decir que los otros hicieron trampa, cuando lo tramposo fue la campa?a del No: y hasta su gerente, Juan Carlos V¨¦lez, lo reconoci¨® en una entrevista de antolog¨ªa que todo el mundo recuerda. Por otra parte, decir que Santos ¡°se rob¨® el plebiscito¡± es tambi¨¦n de un descaro fascinante. Cualquier adulto informado recuerda la verdad: despu¨¦s de que los acuerdos fueran rechazados en plebiscito, el Gobierno volvi¨® a la mesa de negociaciones convocando a los voceros del No; ellos presentaron 59 modificaciones a los acuerdos; el Gobierno acept¨® 56. El resultado fueron unos acuerdos mejores, y, sobre todo, corregidos seg¨²n las propuestas de la gente del No. Esos acuerdos corregidos se firmaron en el Teatro Col¨®n; y son esos acuerdos los que llegaron a cambiar la vida de muchos colombianos ¨Cyo conozco a algunos¨C hasta que el gobierno Duque empez¨® a cortarles las alas, y hasta que el gobierno Petro decidi¨® desatenderlos para concentrarse en su fallida Paz Total. (Digo ¡°concentrarse¡±, pero es un decir: Petro es incapaz de concentrarse en nada.)
As¨ª vamos los colombianos: parece que estuvi¨¦ramos condenados a pasar de un mentiroso al siguiente, o a la siguiente; de un presidente improvisado como Duque a uno incapaz como Petro, y, como eso no nos hace escarmentar, ahora estamos tom¨¢ndonos en serio a una improvisada que repite tres mentiras por frase, todo ante las c¨¢maras de una cadena respetable. ?Es que no hay candidatos que sean al mismo tiempo capaces de gobernar y de no mentir? Yo creo que s¨ª los hay. Otra cosa es que seamos capaces de verlos. Somos demasiado sectarios, o estamos cegados por una ¨¦tica de guerra que nos impide ver con claridad. Y si no vemos con claridad el pr¨®ximo gobierno, despu¨¦s de dos fracasos de signo distinto, las consecuencias pueden ser nefastas.