¡®?Plomo es lo que viene?¡¯ Un balance a dos a?os de la paz total
M¨¢s extorsi¨®n, menos v¨ªctimas de minas antipersonales. Avances con el ELN, pocos frenos a la expansi¨®n del Clan del Golfo. A mitad del mandato de Gustavo Petro, quien propuso hacer la paz con todas las organizaciones armadas del pa¨ªs, la fundaci¨®n Pares hace un balance
¡°Plomo es lo que hay, plomo es lo que viene¡±, dijo en 2019 un simpatizante de la derecha cuando se cerr¨® la negociaci¨®n de paz entre la guerrilla del ELN y el Gobierno de Iv¨¢n Duque. Plomo es lo que hubo. La de Duque fue la ¨²nica presidencia en cuatro d¨¦cadas que no abri¨® ni una mesa de negociaci¨®n y que prioriz¨® la guerra. Pero los armados no desaparecieron. Gustavo Petro, el exguerrillero que entr¨® a la pol¨ªtica en los noventa tras una negociaci¨®n de paz, fue elegido en 2022 con una propuesta de ¡°paz total¡±: mesas de di¨¢logos con todas las guerrillas, reconociendo su estatus pol¨ªtico; y con las bandas criminales, buscando caminos para su sometimiento a la justicia.
Dos a?os han pasado, la paz total ha vivido m¨¢s crisis que ¨¦xitos, y el mandatario habla menos de ser el presidente de la paz. ?Plomo es lo que viene? es el t¨ªtulo que Pares, una oeneg¨¦ que le hace un seguimiento cuidadoso a esa pol¨ªtica de paz, escogi¨® para el libro que publica este mes con Random House. Se trata de un balance, hecho por 17 investigadores, de lo ocurrido en dos a?os largos de paz total, y que se?ala los retos para que Colombia no sea m¨¢s un pa¨ªs de plomo. Estas son cuatro de sus conclusiones.
La paz total no contiene la violencia: aumentan la extorsi¨®n y el secuestro
La pregunta del mill¨®n cuando se habla de la paz total es si esta pol¨ªtica p¨²blica ha logrado disminuir la violencia o si, por el contrario, la ha aumentado. ¡°La respuesta corta es no¡±, dice el libro. ¡°Sin embargo, s¨ª lo hicieron la presencia y la capacidad de control de grupos armados¡å. Desde que, con Iv¨¢n Duque, el Estado prometi¨® plomo, han aumentado el reclutamiento de menores, la extorsi¨®n en zonas urbanas, la expansi¨®n de econom¨ªas il¨ªcitas. La guerra que aument¨® durante la era Duque no ha cambiado con Petro: ¡°la pol¨ªtica de paz total ha resultado insuficiente para contener la violencia ejercida entre los grupos armados¡±, explica el libro.
Los investigadores matizan que s¨ª ha tra¨ªdo algunos alivios parciales: menos acciones armadas del ELN contra el Ej¨¦rcito, por ejemplo, o una disminuci¨®n de accidentes por minas antipersonas, porque ¡°hubo m¨¢s facilidades para el ingreso de personal humanitario a territorios de alta conflictividad¡±. Pero la tasa de homicidios en las zonas donde hay varios actores armados, como en el departamento del Cauca o el noreste de Antioquia, se mantiene muy alta. ¡°En casos como el de Corinto, Cauca, la tasa de homicidio intencional es ocho veces la tasa nacional¡±, dice el informe. En esa misma zona del norte del Cauca, el desplazamiento se ha incrementado en 1,951% entre 2022 y 2024. Pero la cifra m¨¢s dram¨¢tica, a nivel nacional, es la del secuestro extorsivo. ¡°2023 present¨® la cifra m¨¢s alta de los ¨²ltimos ocho a?os¡±, dice el libro. Se registraron 338 secuestros, frente a 223 en 2022. Las cifras de 2024 no se conocen a¨²n.
La paz total abri¨® nueve di¨¢logos pero le falta una hoja de ruta clara
Hasta el momento, el Gobierno ha abierto nueve mesas de di¨¢logo. Varios cap¨ªtulos del libro se preguntan si, en los dos a?os que le quedan, crear¨¢ un documento ¡°que le d¨¦ forma¡± a la Ley de Paz Total que aprob¨® el Congreso en noviembre del 2022 y dio el marco para esos di¨¢logos, porque hasta ahora no estableci¨® una hoja de ruta. ¡°En definitiva, no es f¨¢cil percibir un plan claro¡±, dice Pares.
La pol¨ªtica ha estado en cabeza de dos comisionados de paz, Danilo Rueda y Otty Pati?o, con enfoques distintos; cuatro ceses al fuego que no han prosperado. Luego est¨¢ la complejidad de negociar o no con las disidencias de las disidencias, como el Frente Comuneros del Sur (disidencia del ELN) o las tres facciones del Estado Mayor Central. ¡°La oficina de Alto Comisionado ha priorizado y mantenido relaciones muy dispares con las distintas mesas y frentes de trabajo¡±, dice el libro. Pati?o, por ejemplo, no logr¨® ¡°poner a andar la paz urbana¡±, los di¨¢logos con bandas criminales de Buenaventura, Quibd¨® y el Valle de Aburr¨¢, y prioriz¨® las negociaciones con el ELN y las disidencias. Tambi¨¦n con el Clan del Golfo pese a que este grupo comparte con las bandas urbanas el limbo jur¨ªdico para su posible desmovilizaci¨®n.
El Gobierno logr¨®, sin embargo, mantener a flote la mesa con el ELN, el principal logro de la paz total: completar siete ciclos de negociaciones, lo m¨¢s lejos que ha llegado el Estado en d¨¦cadas de charlas con esta guerrilla.
Sin freno al poder del Clan del Golfo, el m¨¢s poderoso de los grupos armados
El tercer cap¨ªtulo del libro describe al Clan del Golfo como ¡°un holding criminal¡±, una empresa que controla otras compa?¨ªas y as¨ª decide sobre estas sin encargarse de su d¨ªa a d¨ªa. Este grupo criminal, explica Pares, ¡°gestiona y coordina diversos grupos delincuenciales¡± m¨¢s peque?os, que llevan a cabo las actividades ilegales. As¨ª se han logrado expandir a casi toda la costa Caribe, el Urab¨¢ Antioque?o, los Llanos orientales y departamentos del suroccidente como Huila y Tolima: unos 316 de los 1.104 municipios del pa¨ªs, en 24 de sus 32 departamentos. El Clan del Golfo, explica el libro, extendi¨® en 2024 su presencia a otro 17% del territorio nacional; puede sumar unos 5.000 integrantes, 1.500 m¨¢s que en 2023. El holding ha logrado as¨ª aumentar actividades ilegales como la comercializaci¨®n de droga, la miner¨ªa ilegal, la extorsi¨®n o el tr¨¢fico de personas en la frontera con Panam¨¢. La paz total no ha frenado esa expansi¨®n, la mayor cuando todos los grupos armados se han expandido en los ¨²ltimos a?os.
Aunque el Gobierno ofreci¨® un cese al fuego al Clan el primero de enero del 2023, no deline¨® c¨®mo proteger¨ªa a la sociedad civil durante esa tregua, que suspendi¨® en marzo de ese a?o tras ataques del Clan en el Bajo Cauca antioque?o. ¡°A¨²n no hay estipulada una base jur¨ªdica¡± para vincular el Clan a la paz total, explica el libro, recordando que el Gobierno no le reconoce un estatus pol¨ªtico. Y si en agosto pasado se abri¨® una mesa oficial de di¨¢logo, el Gobierno recientemente excluy¨® a tres de sus seis delegados, incluyendo al comandante Chiquito Malo, lo que dej¨® las negociaciones en suspenso.
A la paz total urbana le va mejor en Medell¨ªn que en Quibd¨®
El Gobierno ha abierto mesas de di¨¢logo con grupos criminales en tres ciudades. En Medell¨ªn y su zona urbana, el Valle de Aburr¨¢, est¨¢ ¡°uno de los escenarios de di¨¢logo m¨¢s estables que actualmente tiene el Gobierno¡±. Esto porque las 14 bandas que participan est¨¢n en tregua entre s¨ª, lo que ha permitido una ¡°reducci¨®n del 27% en los homicidios asociados a estos grupos¡±. Sin embargo, estos siguen sin salidas jur¨ªdicas viables para someterse a la justicia, la extorsi¨®n ha aumentado un 20,1%, y el secuestro un 83,3%.
En Buenaventura, el principal puerto del Pac¨ªfico colombiano, inicialmente hubo una disminuci¨®n de los homicidios, gracias a una tregua entre Espartanos y Shottas. Pero los homicidios han aumentado considerablemente cuando la mesa ha tenido crisis: en abril de 2023 fue asesinado S¨²per, vocero de los Shottas, y hubo 68 homicidios en cuatro meses, en contraste con 50 en los ocho meses anteriores. Los dos grupos han vuelto a hacer treguas, pero enfrentan crisis peri¨®dicas cada par de meses y carecen de un piso jur¨ªdico para salir de la violencia. Por ello, insiste el libro, ¡°se sigue construyendo una paz difusa¡±.
En Quibd¨®, capital del departamento del Choc¨®, explican los investigadores, es donde menos se ven avances: el proceso se ha desarrollado con profundo hermetismo, sin presencia de la Gobernaci¨®n ni de la sociedad civil. Las tres bandas que dialogan¡ªLos Locos Yam, Los Mexicanos y los Zetas¡ªno tienen una tregua y el Clan del Golfo, ha dicho Pati?o, busca expandirse a la ¨²nica capital en el Pac¨ªfico. La paz total, all¨ª, suena muy lejos.
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