Fracaso de la paz total, ?timonazo en seguridad?
Sin reconocer el fracaso de la paz total, con el sorpresivo nombramiento de un general como ministro de Defensa, el presidente Gustavo Petro parece estar cambiando de estrategia para dar paso a una ofensiva m¨¢s militar
La paz total, el ambicioso proyecto del presidente de Colombia Gustavo Petro que buscaba negociar en simult¨¢nea con varios grupos ilegales, no ha logrado el anhelado objetivo y hoy se vive un deterioro de la seguridad tan cr¨ªtico que el ministro de Defensa entrante, el general en retiro Pedro S¨¢nchez, dice que est¨¢ en cuidados intensivos. Es...
La paz total, el ambicioso proyecto del presidente de Colombia Gustavo Petro que buscaba negociar en simult¨¢nea con varios grupos ilegales, no ha logrado el anhelado objetivo y hoy se vive un deterioro de la seguridad tan cr¨ªtico que el ministro de Defensa entrante, el general en retiro Pedro S¨¢nchez, dice que est¨¢ en cuidados intensivos. Ese nombramiento al frente de un Ministerio que llevaba 34 a?os en manos de civiles, es una decisi¨®n significativa y podr¨ªa ser el signo de un timonazo en la fallida estrategia de paz y seguridad.
El Gobierno perdi¨® la apuesta a pesar de los logros aislados que se deben reconocer, como el pacto entre bandas en Buenaventura o los resultados de la mesa con Comuneros del Sur, disidencia del ELN, en Nari?o. Para las comunidades esos avances, as¨ª sean temporales, son muy importantes porque salvan vidas y dan respiro luego de a?os de agresiones de los grupos ilegales. Sin embargo, frente a la magnitud del desaf¨ªo nacional los logros territoriales no compensan todo lo que se ha dado en las mesas de negociaci¨®n. En el Catatumbo, en el Choc¨®, en el Cauca y en otras regiones, hay una crisis humanitaria que no se enfrentaba hace a?os. El sufrimiento de la poblaci¨®n civil es la evidencia de un fracaso.
Muchos expertos en negociaci¨®n dicen que para avanzar en una mesa de di¨¢logo se debe aplicar el sistema de ¡°garrote y zanahoria¡±, de tal manera que los golpes militares que se puedan dar lleven a aceptar acuerdos en la mesa. Negociar en medio de las hostilidades y el pacto de ¡°nada est¨¢ acordado hasta que todo est¨¦ acordado¡± fueron f¨®rmulas usadas por Juan Manuel Santos que llev¨® a la desmovilizaci¨®n de m¨¢s de 13.000 miembros de las FARC. Con sus errores o debilidades fue un proceso exitoso, aunque est¨¦ empantanado en la implementaci¨®n.
La estrategia que us¨® el presidente Gustavo Petro, por el contrario, fue dar todo de entrada en la mesa, la mano tendida, la zanahoria. Ofreci¨® desde el comienzo ceses al fuego bilaterales y todo tipo de prebendas, mientras los grupos ilegales se daban el lujo de rechazar propuestas, como lo hizo el ELN cuando no acept¨® un cese al fuego bilateral que literalmente se le regal¨® sin pedirle nada a cambio.
El sorpresivo nombramiento de un ministro de Defensa militar, en contraste con la historia de una izquierda que ha rechazado esa opci¨®n y ha defendido la importancia de que el poder civil prime siempre sobre el militar, puede mostrar que el presidente decidi¨® cambiar de estrategia, cambiar la zanahoria por el garrote. La pregunta es si este nombramiento abre la puerta para que sean los militares quienes tracen las pol¨ªticas y no quienes sigan las directrices del Gobierno civil. El retiro del general S¨¢nchez del servicio activo no es suficiente para despejar las dudas en algunos sectores.
Los temores que algunos manifiestan ante la llegada de un militar al Ministerio no son gratuitos y se fundamentan en que algunos miembros de la fuerza p¨²blica han sido protagonistas de abusos de poder y graves delitos, muchas veces en alianza con grupos ilegales. Eso, sin embargo, no debe condenar a una instituci¨®n formada por miles de hombres y mujeres que hacen bien su trabajo, arriesgan la vida, y la pierden muchas veces, por la seguridad de los dem¨¢s.
Las primeras declaraciones del ministro entrante reflejan una persona con apego a la institucionalidad y unas ideas precisas sobre la importancia de poner a las fuerzas militares m¨¢s all¨¢ de las batallas pol¨ªticas. Ese, justamente, ha sido uno de los grandes problemas que ha enfrentado la seguridad a lo largo de la historia en Colombia. Muchos pol¨ªticos han querido meter a las tropas en la calentura ideol¨®gica con todos los riesgos que eso tiene.
El general, quien pas¨® de ser el h¨¦roe que rescat¨® a los ni?os perdidos en la selva, a ser jefe de seguridad del presidente y en pocas semanas ministro de Defensa, parece un hombre ponderado en lo pol¨ªtico que quiere ser contundente frente a la delincuencia. No obstante, su nombramiento va m¨¢s all¨¢ de una persona y tiene impacto pol¨ªtico. ?Se abri¨® la puerta para que vengan m¨¢s militares a tomarse un escenario controlado por los civiles?
Llamativo que un presidente de izquierda nombre a un militar porque la izquierda tiende a tomar distancia de los organismos de seguridad. No tiene el tema como prioridad. No entiende que esa es una de las preocupaciones m¨¢s importantes de los ciudadanos, mucho m¨¢s en zonas golpeadas por la violencia. Se argumenta que la presencia del Estado debe ser con proyectos sociales y no solamente militar. Eso es cierto: es urgente atender d¨¦cadas de abandono, y eso tambi¨¦n significa tener la protecci¨®n del Estado cuando los grupos ilegales matan, confinan, reclutan menores de edad y empujan a las comunidades al desplazamiento. No hay mesa de di¨¢logo que justifique dejar a su suerte a los civiles en medio de la confrontaci¨®n.
El presidente debe enderezar el rumbo en su pol¨ªtica de paz y seguridad. Sin reconocer el fracaso de la paz total parece estar cambiando de estrategia para dar m¨¢s paso a la ofensiva militar y en especial a mejorar la inteligencia para enfocar los esfuerzos. Eso no implica cerrar de plano la puerta del di¨¢logo. As¨ª lo piden las poblaciones bajo el fuego porque cuando las mesas fracasan ellas pagan los platos rotos. Negociar debe ser una opci¨®n siempre por razones humanitarias. Sin embargo, hay que trazar l¨ªneas rojas en cualquier di¨¢logo. ?Lleg¨® la hora del garrote frente a los grupos ilegales? El reto que tienen el general S¨¢nchez y la c¨²pula militar es aplicar la mano dura del Estado contra los criminales en el marco de la ley y respetando los derechos humanos.