Doris Salcedo: la artista que desaf¨ªa el silencio y el olvido ante el sufrimiento humano
Durante cuatro d¨¦cadas, esta bogotana, considerada como una de las mejores escultoras del planeta, ha transitado entre el arte, el activismo y la memoria colectiva. Este a?o se convirti¨® en la primera colombiana en ganar el Praemium Imperiale

La violencia que nos toc¨® en suerte es un tema que permea la obra de muchos artistas colombianos de distintas disciplinas. El asunto con Doris Salcedo (Bogot¨¢, 66 a?os) no es solamente el qu¨¦, sino el c¨®mo. La po¨¦tica que atraviesa cada una de sus gigantescas obras escult¨®ricas invita al espectador a conectar con lo m¨¢s profundo de su humanidad. Para quienes vivimos en un pa¨ªs en el que los muertos casi siempre son una cifra que se menciona en los noticieros y que se olvida al instante, el efecto es sobrecogedor. Para quienes viven en otras latitudes y entienden menos que nosotros de qu¨¦ va este conflicto que jam¨¢s termina es una manera de poner la mira en lo que nos sucede en unos t¨¦rminos muy distintos a los hist¨®ricos o period¨ªsticos.
Este a?o, Salcedo recibi¨® de la Asociaci¨®n de arte japon¨¦s el Praemium Imperiale en la categor¨ªa de Escultura, uno de los premios m¨¢s importantes en el mundo del arte ¨Cy el ¨²ltimo de una larga lista en su haber¨C. Este galard¨®n, considerado el Nobel de las Artes, es un reconocimiento m¨¢s a una trayectoria art¨ªstica de cuatro d¨¦cadas honrando a los muertos y combatiendo el olvido. Su invitaci¨®n a recordar, y a reafirmar la existencia y el sacrificio de quienes han sido desaparecidos o arrancados de la vida de maneras violentas e injustas es insistente y sentido.
Describir en palabras sus obras solo sirve para que quienes nunca han estado frente a ellas se hagan una muy vaga idea de lo que sucede ante su presencia. Algunos recordar¨¢n un mont¨®n de sillas de madera suspendidas en la fachada del Palacio de Justicia hace tres lustros, cuando se conmemoraba un aniversario m¨¢s de la cruenta toma ocurrida en 1985. Otros habr¨¢n o¨ªdo hablar de una enorme manta con p¨¦talos de rosa cosidos para recordar a una enfermera colombiana torturada y asesinada por paramilitares.
Su manera de expresar el dolor de las v¨ªctimas es tan visceral y personal que en otra instalaci¨®n recolect¨® los zapatos viejos de varias mujeres que murieron en medio del conflicto y los cubri¨® con s¨¢banas trasl¨²cidas hechas de piel de animal. Salcedo tambi¨¦n ha doblado, apilado y cubierto de yeso varias camisas blancas de trabajadores asesinados, que luego atraves¨® con tubos de acero. En otra de sus puestas en escena, organiz¨® y fractur¨® cristales transparentes que formaban los nombres de los 165 l¨ªderes sociales que hasta ese momento hab¨ªan sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz de La Habana (por esta obra se le concedi¨® el Premio Nomura, por el que recibi¨® un mill¨®n de d¨®lares).
Pero Salcedo no solo usa como fuente primaria la p¨¦rdida, la muerte o el dolor que genera el conflicto colombiano. Su obra m¨¢s famosa es quiz¨¢s la que titul¨® Shibboleth: una grieta gigante que le permitieron exhibir en el vest¨ªbulo del museo Tate Modern de Londres y que representa las fronteras, la segregaci¨®n y el odio racial vivido por los inmigrantes en otras latitudes.
Tambi¨¦n se destaca Palimpsesto, una gran superficie compuesta de placas de concreto, que parecen piedra lijada, sobre las cuales est¨¢n repujados los nombres de personas de ?frica y el Medio Oriente que murieron haciendo la peligrosa traves¨ªa del Mediterr¨¢neo para buscar un mejor porvenir en Europa. Una complicada red de tuber¨ªas hace que emane agua en forma de l¨¢grimas y que los nombres se hagan visibles, para volver a desaparecer una vez el agua vuelve a filtrarse entre el concreto.
En 2016, cuando el plebiscito por la paz recibi¨® el ¡®no¡¯ de los colombianos, en una semana la artista puso en marcha una obra en la que invit¨® a m¨¢s de 100 voluntarios a pintar con ceniza los nombres de algunas de las v¨ªctimas del conflicto interno en m¨¢s de siete kil¨®metros de tela. ¡°No s¨¦ si son banderas o son mortajas¡±, dijo en aquel entonces, porque la sutileza de la obra Salcedo no pretende suavizar la crud¨ªsima realidad de la guerra, sino tocar nuestras fibras m¨¢s profundas para que no nos acostumbremos a ella. ¡°Toda esta idea de que tenemos que adaptarnos y soportar es enfermiza. Nuestra indiferencia es la que crea el sufrimiento. El duelo, en cambio, nos humaniza, hace que nuestros muertos salgan del anonimato¡±, asegura.
El sinn¨²mero de premios y reconocimientos que acumula esta artista de la humanidad y la dignidad nunca dar¨¢n cr¨¦dito suficiente al trabajo que ha hecho por sensibilizarnos ante el dolor de los otros. Es como si ella fuera el fantasma de todos nuestros muertos. Doris Salcedo es el olvido que nunca seremos.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundaci¨®n Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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