¡°No es tan f¨¢cil decir que me viol¨® la guerrilla¡±: 35 v¨ªctimas del conflicto armado relatan sus historias en ¡®Fragmentos¡¯
Una nueva exposici¨®n llena las paredes del contramonumento de la paz con testimonios de violencia sexual, bajo la coordinaci¨®n de Doris Salcedo
Las cuatro paredes de la sala principal de Fragmentos, en el centro de Bogot¨¢, se llenan en estos d¨ªas de testimonios de v¨ªctimas de violencia sexual del conflicto armado colombiano. Cada historia ocupa un rengl¨®n que se extiende de muro en muro y que lleva al espectador a girar sobre s¨ª mismo para seguir la lectura. ¡°Pens¨¦ que ser ni?a iba a ser la mejor de las experiencias, pero te conoc¨ª a ti, oscuridad¡±; ¡°Fui violada y nadie me defendi¨®, sent¨ª que quer¨ªa morir¡±; ¡°Tocaba callar, ¨¦ramos ni?as y nuestros padres deb¨ªan guardar silencio. No pod¨ªan defendernos¡±, son algunas de las frases escritas con pasteles de todos los colores.
Jennyfer, ama de casa del Valle del Cauca, es una de las 35 v¨ªctimas que comparte su historia en Desamadas, una exhibici¨®n que coordina la artista Doris Salcedo y que se extender¨¢ desde este mi¨¦rcoles hasta el 23 de julio. Tiene 30 a?os y desde la preadolescencia se alej¨® de su familia. Cuenta que huy¨® de su casa despu¨¦s de sufrir, constantemente, los abusos por parte de su padrastro. Sin muchas alternativas, se uni¨® a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una guerrilla que promet¨ªa un mejor futuro. Pero all¨ª volvi¨® a ser v¨ªctima de violencia sexual, esta vez a mano de uno de los comandantes. D¨ªa tras d¨ªa, hasta que escap¨® y lleg¨® a Bogot¨¢.
Escribe su testimonio mientras la violonchelista Sof¨ªa Ch¨¢vez interpreta la Suite n.? 1 del compositor barroco Johann Sebastian Bach, una pieza con tonos medios y graves que acompa?a la catarsis colectiva. ¡°Desamada me sent¨ª cuando me d¨ª cuenta que de mis ra¨ªces me separaban los mares y que siendo una ni?a ignorante fui obligada a sufrir y sangrar¡±, comienza su escrito. Ocupa el inicio del tercio inferior de las paredes, que a¨²n no ha sido intervenido. Esa parte permanece en blanco: la idea es que el mi¨¦rcoles y el jueves el espacio se termine de llenar, ante los ojos del p¨²blico, con los escritos de las v¨ªctimas que a¨²n no han participado.
Las historias son diversas. No solo porque incluyen a hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales, personas cisg¨¦nero y transexuales. Tambi¨¦n por qui¨¦n hizo que las v¨ªctimas se sintieran desamadas, una palabra inventada que la exposici¨®n toma del poeta peruano C¨¦sar Vallejo. Jennyfer y Beatriz Moreno, por ejemplo, hablan del abandono por parte de sus familias. Jennyfer comenta que la acusaron de ¡°buscar las cosas¡±, mientras que Beatriz cuenta que su padre ¡ªcolaborador de la guerrilla¡ª no tuvo inter¨¦s en su relato y que su madre hac¨ªa lo que ¨¦l dec¨ªa, v¨ªctima a su vez de maltrato.
Otros enfatizan en el olvido que sufrieron por parte del Estado y la sociedad. ¡°Pides ayuda y solo encuentras discriminaci¨®n. De alguna manera, te responsabilizan¡±, afirma Diana, una mujer trans que se cri¨® en Nari?o (Antioquia) y que fue violada cuando ten¨ªa 14 a?os. Denuncia que algunos funcionarios le han pedido detalles que demuestren la gravedad del hecho: ¡°?C¨®mo fue?¡°, ¡°?Cu¨¢ntos eran?¡±. Y le han echado la culpa: ¡°?Qu¨¦ hiciste [para que lo hicieran]?¡±. En su caso, las FARC reclut¨® a sus dos hermanos mayores ¡ªJes¨²s Mar¨ªa y Jairo de Jes¨²s¡ª, que eran varoniles, ¡°machos¡±. A ella, que no hab¨ªa iniciado su transici¨®n, no se la llevaron. La vieron muy afeminada y eligieron violarla.
Diana perdi¨® a toda su familia. Sus padres, Rubiela y Jes¨²s Mar¨ªa, murieron pocas semanas despu¨¦s de que la guerrilla reclutara a sus hermanos y ella migr¨® a Bogot¨¢, donde vivi¨® en la calle y ejerci¨® la prostituci¨®n. Su testimonio refleja c¨®mo la violencia la quebr¨®, pese a que rescata que est¨¢ viva: ¡°Hoy cuento con la dicha de estar viva aunque tenga el coraz¨®n en mil pedazos, por no tener conmigo a las personas que sobrevivir no lograron, que la guerra me arrebataron, y que hoy son ¨¢ngeles que en mi ser se posaron¡±. Sabe que es una vivencia personal, pero cree que refleja algo que va m¨¢s all¨¢ de ella. ¡°Esto le pas¨® a miles¡±, remarca.
Crear ¡°algo bonito¡±
Joel Toscano y Diana Tob¨®n hablan del valor ¡°restaurativo¡± del arte y se?alan que buscaban crear ¡°algo bonito¡± a partir de tanto dolor. Los dos utilizaron un lenguaje po¨¦tico en sus testimonios, pese a tener diferentes enfoques sobre qu¨¦ relatar. Diana, que habla de ¡°desahogar penas¡± con la escritura, se refiere a su ¡°coraz¨®n en mil pedazos¡± y a la p¨¦rdida de sus ¡°¨¢ngeles¡±. Joel, un hombre de 25 a?os de Norte de Santander, opt¨® por describir lo mejor posible lo que recordaba de cuando ten¨ªa 9 a?os y era llevado en un auto a encuentros recurrentes con paramilitares: ¡°Tarde oscura y fr¨ªa (...) autopistas que conducen al mismo destino, repletos de carros verdes que rechinan bocinas en busca de sus verdugos¡±.
Ambos, que se hicieron amigos en las ¨²ltimas semanas, coinciden en que la violencia sexual es particularmente dif¨ªcil de denunciar. ¡°No es tan f¨¢cil decir que soy v¨ªctima de violencia sexual, decir que me viol¨® la guerrilla¡±, afirma Diana. Joel, por su parte, profundiza en el tab¨² que enfrentan los hombres heterosexuales: ¡°Si un hombre heterosexual es violado y habla, se cree que es marica¡±. Reconoce, sin embargo, que a la violencia contra ellos se le atribuye una gravedad que contrasta con la normalizaci¨®n que enfrentan las mujeres y los hombres homosexuales. A ¨¦l no le minimizaron su caso con comentarios como que ¡°le gusta¡± ser abusado.
Las v¨ªctimas tienen varias motivaciones para participar en la nueva exposici¨®n en Fragmentos, un contramonumento de paz en cuyo piso Salcedo fundi¨® hace unos a?os las armas de las extintas FARC. Hay un componente de denuncia contra el Estado y de generar visibilidad en la sociedad. ¡°Que sepan que existimos, que hay un Estado en deuda¡±, comenta Diana. Pero tambi¨¦n importa la catarsis y el apoyo colectivo, que se ve en los relatos compartidos con personas que pasaron por situaciones parecidas.
Los participantes callaron durante a?os, hasta que se acercaron a asociaciones como la Red de Mujeres V¨ªctimas y Profesionales. Ahora hacen todo lo contrario. Antes del montaje, compartieron sus experiencias en talleres con fil¨®sofos y literatos que les ayudaron a crear los poemas. Se sintieron menos solos. El objetivo es motivar a otras v¨ªctimas a sumarse y mostrar que es posible ¡°convertir el dolor en fuerza¡±, seg¨²n resume la coordinadora de la red de mujeres, ?ngela Mar¨ªa Escobar.
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